Siempre

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Era desesperante al igual que era un total consuelo.

Ryusui Nanami, la joven a veces lo miraba y veía en el algo firme, algo sólido, era algo así como lo que él cuando navegaba llamaba "ancla", desde su punto de vista Ryusui era eso para ella, un ancla, algo que la mantenía firme cuando todo amenazaba con hundirla, y lo quería mucho por aquello, tenía un aprecio enorme por él hasta el punto en el que su cariño pasó a ser algo más que simplemente amistoso. Lo quería hasta el punto en el que su corazón saltaba al verlo.

Él podía ofrecerle muchas cosas a ella y no solamente hablado de sus riquezas. Podía ofrecerle estabilidad y alegría, días y noches llenas de diversión, un lugar seguro al cual acudir en las noches de tormenta. Y el problema no era lo que él pudiera ofrecer sino; ¿qué ofrecería ella?, no tenía casi nada que ofrecer, luego de una vida dura solo habían quedado en ella pedazos rotos de su corazón, días en los cuales debía hacer un esfuerzo sobre humano para simplemente levantarse de la cama, noches en las cuales se la pasaba llorando y ni siquiera ella podía explicar la razón exacta, días en los cuales parecía un fantasma, estaba allí pero al mismo tiempo tan ausente. Cosas como esas eran lo único que tenía para ofrecerle a Ryusui, y no veía justo aquello.

El chico la hacía tan feliz que deseaba estar a su lado todo el tiempo, pero a raíz de todo esto no estaba segura de que él sintiera lo mismo ante su presencia. Cuando el silencio se hacía presente entre ellos, cuando ella no podía hablar no lo sentía incómodo, pero no sabía si para él esto era igual. No sabía si esas veces en las cuales cancelaba salidas para venir a verla era por aprecio o por simple pena, quizá culpa, cualquiera de las opciones resultaba asfixiante.

Así que una tarde, mientras caminaba por el muelle para llegar hasta el barco donde se encontraba Ryusui trabajando, paró de caminar a muchos metros de él y sólo se quedó observándolo.

Fue él mismo quien la invitó a venir, decía que le gusta trabajar mientras conversaba con su amiga, pero mientras la joven lo miraba desde lo lejano, decidió que no lo acompañaría esa tarde.

Y no era por falta de ganas de estar con él, claro que quería correr para acortar aquellos metros y abrazarlo con fuerza, al abrazarlo la mitad del peso del mundo sobre sus hombros desaparecía, pero sabía que posiblemente ese peso que desaparecía se cargaba en los hombros del contrario.

Y no era tan egoísta como para permitir que él sufriera por su culpa, no podía, no después de todas las cosas positivas que había traído a su vida, incluso la hacía probar el sabor del amor cada vez que sonreía para ella, cada vez que sus abrazos la curaban. No sabía si el marinero sentía lo mismo por ella, a veces sospechaba que sus sentimientos eran correspondidos, aunque actualmente ninguna de esas cosas importaba, sea recíproco o no ella no estaba lista para querer bien a nadie.

Entonces ese día, dio un giro y volvió a su pequeña habitación de alquiler, sufriendo sola por su decisión de alejarse de la única persona que le brindaba algo de paz en su vida.

La lluvia fue poderosa aquella noche, sospechó que era una tormenta la que azotaba afuera, podría haberse puesto de pie y mirar por la ventana pero no encontró fuerzas suficientes, esperaba que Ryusui no siguiera en su barco, la tormenta sería devastadora en el muelle.

Y entre todos los pensamientos que azotaban su mente, escuchó los fuertes golpes en su puerta, tardó un poco en ponerse de pie, y al hacerlo sintió su cuerpo temblar, tenía miedo. ¿allí afuera había una horrible tormenta y alguien tocaba su puerta? Sea quien sea debía estar empapado.

Se acercó a mirar por la lentilla y al ver una cabellera rubia retrocedió un par de pasos, sabía quién era, y al procesarlo mejor se acercó a abrir la puerta con suma prisa, no podía dejarlo afuera.

𝘔𝘢𝘳𝘦𝘢 ━━━━━ 𝘙𝘺𝘶𝘴𝘶𝘪 𝘕𝘢𝘯𝘢𝘮𝘪  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora