El poeta

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"Whoa! no" el chico se dejó caer de la escalera a la pila de libros, tratando de tomar lo que se le habia caído en su desordenada biblioteca, abrazó el objeto entre su pecho y su cuerpo se hundió entre los papeles... luego miró la cajita, esperando que este a salvo, la abrió lentamente y una pequeña melodía comenzó a sonar a la par que los figurines de porcelana giraron.


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"..." con admiración, observó a los figurines bailar, pero antes de que siga la canción cerró la caja, quitando la pequeña lagrima que se le formó en los ojos, con el objeto en su pecho, se arrastró entre los libros para ir a un pequeño cuarto escondido detrás de un estante, sacó una llave negra del compartimiento de la cajita, cuando abrió la puerta sacó un viejo libro forrado de azul y dorado, quitó el polvo y lo abrió.

"Chapter 1, In the ancient years, in a galaxy so close to ours, there was a man who was sought by so many people from countless planets... that man was evil, but with a long history to find... where there is an angel who It made his life change forever... and also that of his children, and his children's kids..."

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-Para una muerte rápida, apunta a la cabeza,
Para una muerte sanguinaria, apunta al cuello,
Para una muerte poética, apunta al corazón-

El pequeño niño jadeó cuando su padre bajó lentamente el arma para fijar cada lugar, su manita tembló un poco pero no jaló el gatillo, con algo de decepción de si mismo, miró al hombre en busca de una frase mas, pero vio como se alejaba para tomar una de las viejas cajas que estaban en la sala de tiro, como un niño curioso, se acercó para ver, observando como su padre sacaba un cartucho de color celeste, lo miró y suspiró...

-Hijo mío- se agachó y puso una mano en su hombro- mi creación y mi sangre... como tu padre, como el hombre que debe criarte y protegerte, te hago entrega de lo que es para muchos, un signo de muerte... por dicha y desgracia, como un descendiente mío, por lamento cargaras la condena que en mi tumba se pasara a ti y a tus hermanos-

-Papá...- el niño trató de hablar pero el hombre lo negó, levantando la mano para que guardara silencio y lo dejara hablar.

-Esta arma, es posible que la vayas a tener toda tu vida, es tu compañera y posiblemente lo único que te acompañe en la muerte- suspiró pesadamente, haciendo que el niño sostenga aquella pistola- y esto... es lo que decide la condena de tu vida- levanta el cartucho celeste para que lo observe su hijo.

-¿Qué es eso?- preguntó, ladeando la cabeza mientras veía el objeto, sin querer tocarlo por un pequeño miedo interior que nacía de él como infante.

-Este cartucho, contiene una carga que es capar de desintegrar un cuerpo entero en tan solo un simple roce de disparo, y con ello todo lo que este a su toque... en toda tu vida, te heredo diez cargas... si no usas ninguna, entonces serás el inocente... si disparas una o mas, serás juzgado... y si las usas todas...- levantó la mirada para verlo a los ojos- ya no serás un hijo para mi-

-Entiendo, papá- murmuró, asintiendo levemente, comprendiendo la situación aun teniendo seis años, de nuevo miró el arma, como su padre dijo, eso sera el pecado con el que tendrá que caminar y llevar sobre su espalda los restos de su planeta madre, arrogados en el agujero del infierno- ¿qué hace la diferencia entre un disparo normal y este?-

Mi viejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora