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Hoy era un día muy especial. Se cumplía un año desde que pisé el castillo Dimitrescu, y justamente iba a ser mi perdición. Era una total tradición al cumplir los 18, ser probada por los delicados colmillos de mi Lady.  Desde que he llegado, muchas chicas entran a sus aposentos a dejarse probar por la señora Dimitrescu, pero ninguna a logrado salir con vida, al ser rechazadas por los gustos finos de esta. Hoy, en 5 minutos, tenía que presentarme en la habitación de Alcina, probablemente, para ser juzgada, y asesinada por sus grandes garras. 

Pude escuchar moscas acercándose hacia mi. Eran ellas, Bela, Daniela, y Cassandra. Me di vuelta con sumo cuidado y bajé mi cabeza, haciendo una reverencia.

-"Buenas noches señoritas, ¿puedo servirles con algo?"- Suspiré al sentir las frías manos de una de las chicas en mi mentón. Con fuerza fue mi cabeza mirando hacia adelante gracias a Daniela. Sonrió y besó mi mejilla con suavidad.

D: -"Feliz ultimo día, ¿que se siente saber que la muerte se aproxima hacia tus ojos? ¿Que se siente saber que nunca más podrás vernos,  y que tu alma deambulará hacia el vacío tras haber sido despellejada por madre?"- Esta me soltó de una manera brusca, y caminó con lentitud hacia mis espaldas. Las otras dos solo miraban y reían por lo bajo.

-"Fue un honor servir a su madre, y si me disculpa, tengo que irme, mi Lady debe estar esperando mi presencia."- 

Estas solo desaparecieron, sin antes dejarme una herida en mi mejilla. Un rasguño leve bajo mi ojo de manera horizontal. Caminé con cuidado por la gran posada, hasta llegar a la habitación de mi señora. Toqué la puerta, y al abrirla, pude comprobar que ahí estaba ella. Tan gloriosa y divina como siempre. Sin darse la vuelta me dice:

LD: -"Así que ya eres toda una mujer ¿no? ¿Será que eres digna de conservar tu vida? Siéntate en mi cama, y deja tu cuello al descubierto, vamos a ver de que estás hecha."- Se levanto con alta elegancia de su tocador, y de este sacó una soga color rojo apagado. Yo ya tenía mi cuello descubierto, dejando a libre paso a Alcina. Tomó mis manos con delicadeza, y tras ponerlas atrás de mi espalda, las amarró con esa cuerda tan llamativa. -"Sabes, desde que llegaste siempre quise probarte, te veías tan pura, tan... limpia."- 

-"Y lo sigo siendo señora, ojalá mi aspecto no haya dañado sus expectativas."-  Cerré mis ojos al sentir como sus colmillos se enterraban cual pala en cementerio sobre mi piel. Esta succionaba una y otra ves, no parecía parar. Me levantó con sus brazos y me estampó contra la muralla. Ella solo seguía bebiendo de mi. Mis ojos estaban nublados, nublados por el placer que le estaba causando a mi señora. O al menos eso creía. Cuando ella se detuvo, me dejó caer al suelo, haciendo que me rompa un tobillo. Chillé de dolor pero ella solo se dedico a callarme.

LD: -"Tu sangre es... excepcional. Un amargo suficiente unido a la par en una bella danza con el dulzor de tu inocencia. Así que calla y agradece, puesto que hace 20 años que no dejo a una de mis sirvientas cumplir más de 18 años de vida bajo mi tejado. Te dejaría libre, pero, hay algo que no me deja a mente en paz. ¿Serás capas de compartir mi bello descubrimiento sanguineo con mis hijas?"- No pude ni responder y ella sola se contestó. -"No, no podría ellas no se resistirían a tu bello sabor. A tu textura, a tu... esplendor."- Ella se dio la vuelta y comenzó a hablar en vos baja.

Yo me dediqué a arrastrarme hacia ella, rogándole piedad y ayuda. Mi tobillo estaba explotando de dolor, y necesitaba ayuda urgente.

-"Mi señora, le agradezco con mi alma el hecho de haberla complacido, pero mi dolor inunda mi pensar, e invade mi único pensamiento, que es usted."- Leves lagrimas salían de mis ojos rebeldes, pero, en cuanto a ella. Ella me miraba con una sonrisa llena de lujuria. Aprovechó el momento para colocar su tacón sobre mi espalda, empujándome hacia el suelo. -"Mi señora, por favor, le ruego piedad."-

LD: -"Piedad... piedad por ese,¿insignificante hueso tuyo? No lo creo. Arréglalo tu sola, total, ya eres mayor, ¿no? ¡Hijas!"- Las tres menores se acercaron a mi, mirándome con ojos ambrientos.

B: -"¿Si madre?"- Dijo Bela. 

LD: -"Traigan a la enfermera del castillo, esta chica no sale de mi habitación hasta que yo lo diga." Dijo mi ama,  y mientras las otras buscaban ayuda, la mayor se acercó a mi. -" En cuanto a ti... serás mi nuevo muñeco anti estrés, ¿te quedó claro?"- Acentí con la cabeza.

Hola, mi nombre es Dacia, y esta es mi nueva vida como la muñeca de Lady Dimitrescu.

*-.Draga.-* {FEM Reader}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora