000. El lamento de Hermione

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¿Quién habría imaginado que una chica que estaba por cumplir 17 años se vería tan demacrada?

A Hermione no le sorprendía, si era honesta. Con la vida que llevaba últimamente, que su rostro luciera nítido y juvenil habría sido una ironía. 

La mirada que sus ojos hinchados e inyectados en sangre le devolvieron en el espejo, se burló de ella. 

"Hermione, querida, debemos irnos ahora. Perderás tu vuelo."

"Bajo en un momento." Su voz se quebró a media oración. Tomó su maleta y dio un último vistazo a su habitación. 

No era demasiado grande. De hecho, el cuarto de su casa en Inglaterra era mucho más amplio,  tenía una ventana por la cual entraba mucha luz y le daba una buena vista hacia las otras casas de la calle donde vivía. Pero esta habitación de la casa de sus tíos donde había pasado los últimos seis meses, completamente aislada del mundo, la hacía sentir segura. 

No eran más que cuatro paredes cubiertas de pintura rosa, que pertenecieron alguna vez a su prima cuando tenía su edad. Una cama muy grande y suave ocupaba la mayoría del espacio junto con el ropero de madera. Cualquiera se habría desesperado en un espacio tan estrecho, pero para Hermione aquello no era ningún problema, por el contrario, le encantaba. 

Australia le parecía un lugar estupendo. Debido a que sus tíos vivían ahí y la consideraban como otra hija, Hermione amaba viajar para visitarlos. Todos los viajes duraban poco tiempo, pero esa vez pudo quedarse todo lo que quisiera y aplazar su estadía. Nadie tuvo problema con ello, ni siquiera sus padres. 

A su instituto fue al único al que no le pareció. 

Si alguna vez alguien había dicho que una institución privada era más liberal y no había problema en ganar todas sus clases mientras los padres del alumno tuvieran dinero, la castaña estaba muy segura que algo había sucedido con la suya porque esta nunca entró en esa categoría. 

En un momento el colegio aprobó el programa remoto para estudiar desde casa para aquellos que lo necesitaran, por lo que Hermione no tardó en apuntarse. Pero luego, tres años después, los directores no parecieron muy felices con la idea y decidieron obligar a todos los alumnos a regresar a las instalaciones. La chica casi muere en ese momento cuando escuchó la noticia y recibió una nota del director donde este le urgía regresar al país para poder pasar los cursos.

Ella era una de las mejores estudiantes en su clase. No estaba en riesgo de perder alguna clase porque todos sus exámenes tenían un resultado brillante, como siempre lo habían tenido desde que ella era pequeña. 

Pero su instituto, para hacer que todos cumplieran con su nueva regla, dictó que todos aquellos que no regresaran de forma presencial, dejarían de recibir clases y, por lo tanto, perderían el año escolar debido a inasistencia. 

Se molestó aún más cuando se enteró de que ella y su mejor amiga, Ginny Weasley, eran las únicas que parecían frustradas por ello. Ambas no eran particularmente las más sociales en ese lugar, aunque Ginny lo era fuera de ahí. Desde pequeñas conocían a todos sus compañeros de clase, pero era otra historia si les hablaban o no. Lo peor de todo era que cuando regresaran, deberían de hacerlo, cosa que no habían hecho en años. Encima de eso y la peor parte era que estaban en una nueva clase con nuevas personas que también conocían, pero tenían muchos años de no interactuar con ellos. Ambas los habían tildado de engreídos, odiosos, una mala influencia e irrespetuosos. 

Un golpe suave en la puerta la hizo apartar la vista de su entorno. 

"Vine a bajar tu maleta. Supuse que necesitarías ayuda." Su tío asomó por la puerta y le sonrió amablemente. 

𝙁𝙊𝙍𝙂𝙀𝙏 𝙈𝙀 𝙉𝙊𝙏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora