Aquino un gran hechicero conocedor de muchos de estos hechizos se encontraba en una relación romantica con su mejor amigo Duxo, un guerrero.
Solo eran ellos dos, sus mascotas, dragones y nadie más en ese mundo. Era un mundo increible lleno de fantas...
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Aquel castaño se encontraba en su cuarto leyendo un libro negro el cual contenia muchas páginas, al parecer era un libro de magia.
Aquino, era el nombre de ese joven castaño, ojos color miel y un gran hechicero del lugar.
El se encontraba esperando la llegada de su querido amigo Duxo, si así pudiese llamarle. Había estado preparando un montón de cosas para hacer en ese día tan especial el cual el mismo castaño llamó como
"Día para confesarse y no quedar como bobo", un gran nombre para el plan que tenía en mente, pero por ahora iba a mantenerse leyendo sus libros de magia esperando a aquel invitado.
Había pasado unas largas horas hasta que el sonido de una puerta rechinar y abrirse lo hizo subir la mirada dejando el libro a un lado, una sonrisa se formo en sus labios aun que lastimosamente no se podía notar debido a la mascarilla o bufanda que el traía
—¡Duxo!.— Aquino se levanto de la cama y fue donde duxo dandole un abrazo el cual con todo gusto correspondio el pelinegro.
—Ah, hola Aquinin.— Le respondió Duxo con una sonrisa pequeña separandose del abrazo.
—¿Estas bien? Pareces distraido... Eh, más de lo normal.— El castaño repitio la acción del contrario y se separo del abrazo para comenzar a analizarlo de pies a cabeza con sus ojos color miel intentando ver si había alguna herida o algo que se tuviera entre manos el pelinegro.
Oh Aquinito, estabas en lo correcto.
—Aquino... ¿A ti te gustan los girasoles verdad?— Preguntó Duxo de manera nerviosa lo cual no paso desapercibido por Aquino haciendole confundir todavía más.
—Me gustan todas las flores— Respondió sin mucha diferencia.
—¿TE gustan los girasoles SI o NO?— Resaltó esas partes hablando en un tono más alto mostrando que perdía la paciencia.
No era algo fuera de lo común la poca paciencia que solía tener el azabache a la hora de que el castaño le respondiera preguntas o de cualquier otra cosa, Aquino sabía que Duxo era una persona de MUY poca paciencia y por esa razón le gustaba molestarlo pero sincesaremente hoy no se sentía con muchas ganas de andar fastidiando al pobre Duxito.
—Si, si me gustan.— Una risilla se le escapo por la actitud del contraria, siempre le había parecido adorable.
—Pues... Yo...— Antes de seguir hablando tomo una bocanada de aire y saco sus manos detras de su espalda mostrando un gran ramo de girasoles hecho a mano. —No sabía que flores te gustaban así que.. Espero que te gusten.—
—Aww.... Duxo, Duxo.. Esta muy hermoso— Aquino se acerco a Duxo arrebatandole las flores de un solo abrir y cerrar de ojos, admirando la belleza de esos girasoles. —Me encantan—
—¿De verdad?— El pelinegro pudo sentir como si le quitaran un peso de encima, pudiendo dejar de tener todos esos pensamientos y sentimientos negativos agobiandolo.
