≪❈Capítulo 18❈≫

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Suna rechaza la propuesta de ayuda por parte de Olivia

«No olvides lo mucho que te quiero, tienes que ser fuerte. Volveré pronto».

La voz de Rafael iba y venía entre imágenes confusas, de inmediato Suna volvió en sí. Las luces tenues de la habitación representaron un escenario similar al de la suite en la cual había estado con Esteban y el sonido de unos pasos sigilosos provocaron que casi saltará de la cama.

—Tranquilo, espera te vas a lastimar —dijo Olivia desesperada sujetando de ambos hombros a Suna evitando que se arrojara al piso —. Estás en mi casa, no tienes por qué temer. Aquí nadie te hará daño.

Suna agitó la cabeza y comenzó a distinguir el lugar, por un instante creyó que seguía en la suite.

—¿Rafael? —preguntó entre lágrimas— ¿Dónde está Rafael? Lo escuche, estoy seguro que lo escuche.

—Rafael salió del país justo esta mañana, viajo como acompañante de Fabian y regresaran pronto.

Suna se dejó caer en la cama, la debilidad provocó que se mareara.

—Tengo sed. Mucha sed.

Después de beber un vaso de jugo de naranja suspiro. Olivia lo observaba con cautela y comenzó a ver cómo limpiaba sus labios con el antebrazo, se estaba asqueando y empezaba a tocarse el estómago.

—Apenas puedo imaginar lo que se siente —dijo sacando del trance al omega—. Debe ser una experiencia espeluznante, el carecer de la suficiente fuerza para vencer a tu agresor, tener que soportar sus burlas y humillaciones y tolerar que se sirva de tu cuerpo y profane tu intimidad con lujo de violencia. ¿Como si no fuera suficiente el trauma de ser abusado sexualmente?

Suna intentó ocultar su malestar.

—¿De qué habla? —Pregunto fingiendo ignorancia.

—He atendido a varios omegas como tú en este consultorio. Llegan fingiendo que sufrieron un asalto o que sus parejas los agredieron por malos entendidos, pero se muy bien que eso es solo una excusa, una falsa fachada para ocultar inútilmente una realidad cruel y palpable, pues las evidencias no mienten, ¿que asaltó ordinal o una pelea común con tu pareja te deja con la zona íntima desgarrada y llena de sangre y semen?

—Sigo sin entender su punto. No sé de qué habla —dijo apretando con fuerza la sábana que lo cubría.

—El sabor de sus labios sigue impregnado en tus glándulas gustativas al igual que su esencia en tus fosas nasales, y estoy segura que la memoria muscular aun reproduce su peso y movimientos en cada parte de tu cuerpo, ¿seguirás fingiendo que no sabes de qué hablo?

—Fue un cliente agresivo, algo con lo cual estoy acostumbrado a lidiar.

—Si se trata de un cliente, ¿cómo justificas que el propietario de Antro-bar desconoce tu paradero? Rafael ha tenido que ingeniárselas para justificar tu ausencia repentina.

—¿Qué es lo que quiere? —pregunto cansado y fastidiado, ya no tenía fuerzas para intentar convencer a la doctora de algo que ya sabía con exactitud le había sucedido.

—Ayudar. Mis intenciones son buenas, no quiero hacerte daño solo quiero que sepas que puedes contar conmigo.

—¿Y cómo piensa ayudarme? ¿Por qué cree que necesito ayuda? —pregunto enojado—. Yo no necesito ayuda, lo único que necesito es volver a mi casa y dormir largo y tendido hasta que la noche cubra la ciudad entera y regresar al bar donde más de un cliente espera desesperadamente por mis servicios, eso es exactamente lo que tengo que hacer.

—Sé que tienes miedo, es algo natural y hasta cierto punto normal, pero no debes permitir que esas emociones te priven de hacerte justicia. Ese alfa puede terminar en la cárcel, si te lo propones podemos exhibirlo ante la sociedad y hacerlo pagar por todo el daño que te ha causado.

La Prisión De SunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora