El arco gris de sus ojos me consumió en una especie de hechizo . Sí, ya lo sé, se supone que un ángel debe tener ojos azules como relatan las historias pero él era único, y extrañamente más que asustarme me gustaba más de lo que me atrevería ha admitir, no separabamos la mirada el uno del otro, y pasaron varios minutos o tal vez más, perdí la noción del tiempo, estaba atrapada en una red de curiosidad e interés que mantenían toda mi atención en ser místico que me cargaba entre sus brazos, el miedo nunca llegó, ni una pizca de temor que recorriera mi cuerpo y me hiciese temblar ante este semidiós, no entendía el porqué de esta conexión , tal vez fuese porque estaba tan hipnotizada que no funcionaban a la perfección todos mis sentidos. Sus alas que por una razón desconocida eran negras y no blancas como se esperaba de un ángel me envolvían brindandome protección, no se de que, pero podia sentir una sensación cálida y acogedora, ahí a mas de mil metros del suelo, en manos de un ser extraño que me miraba atónito como si la rara fuera yo, pero no podía saberlo, ni siquiera estaba segura de que fuese real y menos de que fuera un ángel, quizás era un demonio, quizás exitiera la posibilidad de que ese rostro tan perfecto fuese un engaño y yo era la prueba de que funcionaba . Su mirada denotaba desconcierto, hasta yo no me lo esperaría, a lo mejor no soy alguien tan común como pensaba, pues cualquiera se habría alarmado sin embargo yo no podía dejar de pensar en el hermoso paisaje que me brindaba su pelo plateado atravesado por el sol mientras sus facciones se tensaban bajo mi mirada intensa, el intimidado parecía el. Pensé que pasaría una eternidad hasta que decidiera decir algo, hasta que una voz grave embriago mis oídos -¡Despierta!- Dejo escapar con un tono severo que una ráfaga de viento se llevó dejando la melodía de mi nombre saliendo de su boca.
-Despierta, Selene, vas a llegar tarde- la chillona voz de mi mayordomo resonaba por toda la habitación devolviéndome a la realidad. ¡Mierda! Todo había sido un maldito y adictivo sueño.
Me moví entre las sábanas y dejé mi cuerpo descansar un rato más mientra en mi mente había una guerra existencial para decidirme entre levantarme e ir al aeropuerto para mudarme a un ciudad a kilómetros de mi hogar y empezar la universidad para niños ricos en la que mi padre me inscribió sin mi consentimiento o quedarme acurrucada en mi cama sin ir a ningún lado y enfrentarme a mi padre para conveserlo de que yo misma podía tomar mis decisiones para luego soportar una charla educativa de aproximadamente una hora sobre mi futuro y la oportunidad que estaría perdiendo.
Me paré de golpe y fui al baño, no estaba de acuerdo con todo esto, pero por lo menos estudiaría la carrera de mis sueños así que no podía quejarme más. Me di una ducha rápida y luego de varios minutos decidiendo mi outif opté por un jean agua clara y una blusa cuello V blanca de magas cortas que convinaba a la perfección con mis Nike Air. Me detuve a mirarme en el espejo que se encontraba en la esquina de mi cuarto, contemple mi rostro pálido que se resaltaba por mis ojos verdes, mis caderas voluminosa que eran mi rasgo más llamativo, pues solo media un 1,60 y mi peso era bastante normal, conforme con mi apariencia bastante aceptable para el viaje salí de mi habitación.
Bajé las escaleras mirando con detenimiento por una última vez mi casa, en un intento de guardar cada recuerdo y cada detalle de mi hogar en mi memoria, me despedí con un fuerte abrazo de mis padres, mis ojos picaban y las lágrimas avisaban con asomarse pero no las dejé quería demostrarles que ya era lo suficientemente grande y ser débil delante de ellos no era una opción.
Admito que aún seguía enojada porque hicieron todo sin contar conmigo pero puedo entenderlos, siempre han trabajado muy duro por mi bienestar y a pesar de estar súper ocupado dirigiendo su empresa de inmobiliarios siempre han estado presentes para mí, por lo menos debía agradecerles y estar feliz porque cumpliría mis sueños, aunque eso significará dejar atrás mi vida en París, mis amigos y mi familia.
El auto aguardaba frente a mí casa esperando por mi, Sergio, mi mayordomo me acompañaría al aeropuerto, le pedí a mis padres que no fueran, no era un berrinche por mi enojo sino más bien porque sabía que rompería en llanto si tenía que despedirme de ellos por una segunda vez.
Horas después, me encontraba en Madrid, el viaje fue tranquilo y en menos de lo esperado me encontraba en un taxi camino a la casa de mis abuelos maternos, por suerte ellos vivían aquí, así que no tendría que preocuparme por buscar un alquiler o tener que optar por becarme en la escuela. Al llegar me resivieron muy alegres y me mostraron mi nueva habitación.
Era un poco más pequeña que la que tenía en París pero era bastante cómoda, con paredes de un color azul cielo, y un balcón con vistas a toda la zona. Me instalé rápidamente y exausta me tiré en un sillón que estaba en el balconcito con estilo de los años de la burguesía europea. El aire frío soplaba en mi rostro, despeinado mi cabellera cobriza. Al frente se encontraba una mansión inmensa y no pude evitar contemplar el hermoso lugar. Todo en ella gritaba lujo y riquezas, poseía piscina, campo de fútbol y baloncesto, garaje, etc. Pero lo que realmente llamó mi atención fue la sombra que atravesó la puerta principal. Era un hombre, lo supe por su cuerpo fornido, pero su rostro no me era posible de observar, desde esta distancia sería casi imposible ver de quien se trataba así que desistí de saber aunque la intriga me retuvo en aquel sillón hasta que mis párpados se cerraban casi solos, con la noche a punto de caer entré a mi habitación dejándome caer sobre mi cama y el cansancio se apoderó de mi, me dormí con la imagen de ese hombre cuerpulento rondando en mi cabeza.
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Besame Los Miedos
RandomSelene se ve obligada a mudarse a Madrir para estudiar en la carrera de su sueños, allí conoce a Ulises , su nuevo vecino. El misterio que esconde Ulises despierta la curiosidad de Selene. ¿Será que dicha curiosidad desencadena algo más? Quizás se...