Escena 1

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Escena 1
Rolliciento y su "familia"

Había una vez un joven que empezaba sus labores cotidianas muy temprano por la mañana, esta era su hora preferida del día pues así su padrastro y dos hermanastros no lo molestaban tanto, nada le era tan molesto como oír sus voces o simplemente verlos. Siempre solo, siempre malhumorado así era Rollo Flamme, más conocido como Rolliciento por su "familia" que lo trataba como un sirviente. Trabajaba muy duro para mantener bien cuidada esa residencia que había sido de sus padres, pero de la que ahora se habían adueñado ese horrible hombre con sus dos hijos no menos horribles, esos chicos de casi su edad con quienes no compartía ningún lazo sanguíneo, no podía llamar amigos mucho menos hermanos.

Su verdadera tragedia surgió al morir madre quién poco meses antes de morir se casó con un hombre misterioso que usualmente usaba una máscara de cuervo, este con sus hijos igual de extraños invadieron la casa que siempre había considerado su hogar. El recuerdo, pero en especial sus ansias de venganza lo mantenían arraigado a ese lugar, cada día planeaba como acabar con esos miserables, que no solamente arrebataron su hogar sino también su dignidad, pues era tratado por ellos como un sirviente, un sirviente sin paga.

—Oye Rolliciento, para el almuerzo de hoy quiero pollo frito —Decía uno de sus hermanastros.

—Ya comimos pollo frito ayer. —Rollo malhumorado dijo a su orden— Tantas frituras te harán crecer el trasero.

—¿Estás insinuando que estoy gordo? —Este joven con lentes cuestionaba mientras fruncía más el ceño con cada palabra.

—Para nada. —Rollo respondía, aunque lo molestaran siempre tenía también una respuesta que dar.

—Je, tú comes pan todos los días en el almuerzo y no digo nada.

—Es lo único que me dan de comer, malditos egoístas.

—Oye, oye cuida esa boquita o le digo a mi padre que haga algo con ya sabes qué, y Rolliciento no querrá perder aquello tan valioso ¿no?

—Tsk... Deja de llamarme así, que nombre tan ridículo.

—No es ridículo, yo te lo puse porque lo vi en un cuento sobre una chica llena de ceniza que servía a sus hermanastros. —Comentaba su otro hermanastro con una perversa sonrisa.

—No sólo es ridículo sino poco original, además no estoy lleno de cenizas porque primero muerto que sucio.

—Tan digno, el señorito limpieza. —Se burlaba el de lentes.

—Serás Rolliciento para siempre y ya, no tendrás cenizas en el cuerpo pero bajo tus ojos parece que si. Que ojeras tan horribles, ¿nunca duermes?

—No duermo planeando el sufrimiento que les provocaré cualquier día de estos. —Rollo respondió con una sutil sonrisa ante sus burlas.

—¡Papá! ¡Rolliciento nos está amenazando de nuevo!

—Ya mi querido hermano menor Azul, no llores. —Decía el joven con cabello azul encendido tratando de consolar a su hermano que lloraba, eran lágrimas falsas pero llanto en si, que podían servir para que regañaran al joven que parecía seguirlos amenazando con la mirada.

Rollo los veía y no creía que ellos fueran hermanos, eran tan diferentes que parecía absurda su familiaridad, aunque no dudaba que ese tipo que figuraba como su padrastro podía incluso a ver robado niños para hacerlos pasar como suyos, todo era posible con él, en este mundo lleno de magia y maldad. Después de todo creía fervientemente que el mundo era cruel y malo, no se podía confiar en nadie.

Una última mirada les lanzó, sonriendo pensaba que si tal vez no eran hermanos en cuanto a su nivel de idiotez eran iguales, para evitar que esta discusión estúpida se convirtiera en un verdadero problema, dando un suspiro salía de esa sala de juegos dejando solos a sus dos hermanastros que con molestia lo veían marcharse.



✨✨✨
Muchas gracias por leer el inicio de esta corta historia que quise escribir de repente, no serán muchos capítulos así que espero terminarla en un par de días.

Las Extrañas Aventuras De RollicientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora