Era una mañana muy fresca, de esas mañanas en donde el sol dilata en asomarse y los pájaros se duermen y no cantan a la misma hora de siempre.
Precisamente esta historia habla de 5 pájaros, específicamente de 5 palomas de castilla que vivían en un alto palo de aguacate. Árbol que estaba justo en el centro de un jardín muy grande rodeado de incontables plantas de colores.
Este jardín era parte de la propiedad de doña Rosa Gaitán, una señora conocida en este pueblito, y que todas las mañanas, absolutamente todas las mañanas se levantaba antes de las 6 de la mañana a limpiar su jardín, regar las plantas y por supuesto a hacer su cafecito en una cocina de leña.
Una mañana su único hijo se levantó antes que ella. Y por primera vez él encendió el fuego e hizo el café para su mamá. Cuando esta pequeña anciana se levantó y vio su café y su pan en su mesa pensó: ¡esto debe ser un milagro!
El hijo no pudo pegar el ojo toda la noche y mientras desayunaban juntos, él le contaba lo que ocurría. Esa misma mañana la señora vio aquellas palomas de castilla en su palo de aguacate merodeando el jardín en busca de semillas o insectos. Corrió la pequeña anciana en busca de comida para las aves, agarró con su mano un puño de màiz y lo lanzó al lugar donde estas pequeñas aves estaban.
También vio una mariposa amarilla en la magnolia que tenía en un jarrón azul claro y no dudó en expresar lo hermosa que se miraba en su jardín.
Por la tarde ese lunes el clima estaba un poco fresco y pronto el sol entraría y fue cuando recibió una inesperada visita a su patio. Ella se encontraba sentada en la mecedora en el porche de su casa cuando escuchó a un ave cantar en la copa del aguacate, sin decir nada se levantó rápidamente y comenzó a ahuyentar a aquella ave de mal ahuero, ave que ni siquiera pudo ver por lo tupido de las hojas. Su hijo en ese momento llegó con una pequeña niña y se encontraron con la señora viendo hacia arriba en busca de algo. Al preguntar el hijo a su mamá, esta le dijo que estaba la corococa.
El ave se fue y ella se sintió mas aliviada. La pequeña niña era hija de su hijo. Abril era el nombre de la niña que siempre andaba de vestidos largos y de colores chillantes. La Abuela amaba a su pequeña y única nieta.
Al día siguiente, muy de mañana la señora se levantó y agarró un puño de maíz y lo lanzó al patio, pero esta vez no bajaron las palomitas, en su lugar escuchó ruidos de chocoyos bulliciosos en la copa del árbol. También pudo ver dos mariposas de colores en vez de una. ¡mira que belleza! ¡trajiste una amiga más a tu jardín! ¡bienvenidas!
Los animalitos estaban llegando poco a poco a su jardín, pensó en comprar un conejo o un perro, pero ninguno de los dos pudo tener.
La pequeña nieta de Rosa no vivía con ellos así que no siempre tenia esa sonrisa por la presencia de su amada pequeña. Otro día llegó y esta vez la visita de las aves y mariposas no fue en la mañana, sino mas bien en la tarde, casi al ocaso, pero en vez de palomas y mariposas llegaron en su lugar dos gorriones y un colibrí que brincaban de un clavel a otro, como si de pelear por ellas se tratara.
Desde lejos pudo ver al diminuto trio de aves, ninguna mariposa, ninguna palomita esta vez.
La mañana del jueves llegó y con ella la misma corococa, pero la señora y su hijo no se habían levantado y ya iban a dar las 6 de la mañana. Las magnolias y los claveles estaban secos y el árbol de aguacate con las hojas caídas, parecían marchitas. Poco después el hijo se levantó a hacer el café, pero solo sirvió un vaso, el de él. La pequeña anciana se encontraba en cama un poco enferma. Ese día el hijo no fue a trabajar ya que tenia que cuidar de su mamá, tampoco limpió el jardín ni regó el mismo. Solo se dedicó a cuidar a su mamá con la esperanza que el día siguiente se levantaría con mucha energía como todos los días.
Desafortunadamente el viernes llegó y las hojas se arrastraban en el suelo, las plantas muy secas por un día sin agua, entonces el hijo de Rosa decidió limpiar y barrer y regar el jardín de su apreciada madre. De repente vio 5 palomitas llegar al jardín y jugar con las plantas, los chocoyos ya estaban papaloteando y charlando sin parar, las dos mariposas de colores daban la vuelta al tronco del árbol de aguacate, los gorriones movían los claveles y el gorrión desde muy arriba controlaba la orquesta. Entonces el hijo corrió al cuarto de su mamá para contarle de la fiesta de los animales y de las 5 palomitas que su mamá había mencionado la noche anterior mientras él cuidaba de ella. Sus 5 palomitas. Al llegar, su mamá se encontraba dormida, la notaba cansada pero aun así se apresuró a contarle de la increíble visita de los animalitos voladores y aquella señora le respondió: ¡corre, corre! ¡ve por màiz! ¡corre! ¡dale de comer a los animalitos!
El hijo corrió hacia la cocina donde se encontraba el cuartillo de maíz, agarró un buen puño de maíz con sus dos manos, pero, al llegar al jardín, no se encontró más que las hojas secas, un viento fresco y las flores marchitas.
Al regresar al cuarto de su mamá, con los puños llenos de maíz se dio cuenta que la anciana ya no estaba entre nosotros.
ErlinOsvaldo
2023
YOU ARE READING
Las 5 Palomas de Castilla.
FantasyEs una historia corta inspirada en supersticiones y relatos de mis abuelos.