4

10 1 0
                                    

— Martin ¿Dónde estás? — susurraba para si mismo Ricardo, pues desde que acabó el partido no volvió a ver. Ya era demasiado tarde como para que ande en la calle y tal vez estaba con Pedro y Jorge, pero realmente lo dudaba. Casi siempre le avisaba cuando saldría y con quién, pero está vez simplemente parecía que había sido tragado por la tierra.

Caminaba de un lado al otro, con un teléfono en el oído repitiendo el pitido que ya se había reproducido miles de veces — o por lo menos eso parecían —. Minutos pegado al teléfono fueron de provecho por lo menos, pues finalmente después de varios intentos, Martin respondió.

— ¿Bueno? — preguntó con una voz temblorosa e incluso chillona. Muchas cosas habían pasado en una sola hora y tal vez siguieran hasta después.

— ¡Dios mío, Tincho! — exclamó el mayor levantando el brazo desocupado — ¿Dónde se supone que te metiste?

— vine aquí, con... — estaba dudando en decirle la verdad o mentir acerca de todo lo que había hecho con Samuel. Pero si lo decía le iría como en feria —... Con Pedro y Jorge.

— ¿Y por qué no me avisas? — Tal vez no le habria gustado ser avisado previamente de que Martin iba a verse con un probable secuestrador de personas que le gustaban — Mendigo chamaco, aquí uno desvelado con el Jesús en la boca ¿y tú? bien gracias.

— ay ya, no seas dramas — respondió Martin, estaba en el baño del apartamento de Samuel, quien vivía en un barrio extrañamente solitario —. No es la gran cosa, mejor vete a dormir, yo hoy dormiré aquí.

— namás molestas a los "Grandes charros reencarnados" — enfatizó Ricky el apodo de manera irónica — bueno, ya qué. Que descanses.

— ay — dijo con ternura fingida, casi nunca le decía ese tipo de cosas — yo también te quiero mucho, primo.

— ¡Yo no te dij... — y sonó como había colgado Martin. Ricky simplemente bufó y fue a dormir con el pensamiento constante del por qué se sentía tan raro por un chico que apenas conocía.

La mente de Ricardo estaba hecha una bola de hilos que parecían nunca poder desanudarse, aparte de que sentía un ligero dolor de cabeza de tanto pensar en ese chico que sería un pensamiento constante desde aquel día.

— ¿Quién eres, Eddy? — susurró de nueva forma, su nombre, su aspecto, su todo, era demasiado extraño recordar algo que nunca haya visto en su vida, pero que lo sintiera mucho más que familiar.

Después de bañarse, fue a dormir, que al día siguiente sería un dolor de cabeza.

.•°°•.

Y después de demasiados años, falta de protección a Eddy y después de ser despedido por el consejo, David estaba prácticamente despedido. Se esperaba desde que dejó a Eddy a su suerte, haciendo que se meta con un Ricky que no era el correcto.

Nunca fue buen angel guardián ni mensajero, pero ahora sí es la última oportunidad para redimir todo el despapaye que armó. Después de esto  no había marcha atrás, ahora sí sería enviado a la tierra desolada.

Y era una tarea muy sencilla, ¡Vaya! Que cualquier otro ángel podría haber cumplido: mantener a Tincho, Pedro y Jorge, alejados de Samuel.

Ya vimos por dónde va la cosa ¿No?

Bueno, que si ya de por sí, apenas se habían librado del gran problema con Badú y Aguilar, ahora seguían los problemas con personas que ya habían hecho mucho daño.

— ¡DAVID! — gritó Aarón al entrar a la oficina del mencionado mientras éste se agitaba sobre su asiento. — ¡FUERA DEL CIELO 19-50! ¡HAS SIDO EXILIADO!

Ya no sé Quien SoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora