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☀︎ ¦ CHAPTER 012

« ¡Canto sobre las patatas!
¡Chile, boniato, azules!
¿Por qué? Pregúntale a mi flecha »
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Akira sabía cómo motivarme.
La idea de volver a fregar váteres era más aterradora que mis sueños. Recorrimos las calles a oscuras con el frío de primera hora de la mañana, vigilando por si veíamos educadas muchedumbres de blemias asesinos, pero nadie nos molestó. Les expliqué a ambas mis pesadillas por el camino.
Deletreé el nombre C-Ó-M-O-D-O por si al decirlo en voz alta podía llamar la atención del dios emperador. Calipso no había oído hablar de él. Claro que ella había estado confinada en su isla durante los últimos milenios. Dudaba que reconociera el nombre de muchas personas que no habían aparecido en su costa arrastradas por el mar. Apenas sabía quién era Hércules, cosa que me reconfortaba. Hércules siempre quería ser el centro de atención.

—¿Conoces personalmente a ese emperador? —preguntó Akira.
Me convencí de que no me estaba ruborizando. Simplemente el viento me picaba en la cara.

—Nos conocimos cuando él era más joven. Teníamos una cantidad sorprendente de cosas en común. Cuando se convirtió en emperador… —Suspiré—. Ya sabes lo que pasa. Recibió demasiado poder y fama a una edad muy temprana. Se le fue la cabeza. Como a Justin, Britney, Lindsay, Amanda, Amadeus…

—No conozco a ninguna de esas personas.— Replico Calipso.

—Tenemos que dedicar más tiempo a las lecciones de cultura pop.

—No, por favor. —Calipso se peleaba con la cremallera de su abrigo.

Ese día llevaba un conjunto de ropa prestada que debía de haber escogido totalmente a oscuras: una parka plateada gastada, probablemente de cuando Emmie había estado en las cazadoras de Artemisa; una camiseta de manga corta azul en la que ponía INDY 500; una falda marrón hasta los tobillos sobre unas mallas negras; y unas zapatillas de deporte de color morado y verde chillón. A Meg McCaffrey le habría agradado su gusto para vestir.

—¿Y el Deshojador de la espada? —preguntó Calipso.

—Litierses, hijo del rey Midas. No sé mucho de él, ni por qué sirve al emperador. Esperemos poder entrar y salir del zoo antes de que aparezca. No me entusiasma la idea de enfrentarme a él en combate.
Calipso flexionó los dedos, tal vez recordando lo que le había pasado la última vez que había dado un puñetazo.

—Por lo menos tu amiga Meg ha escapado de sus escoltas —observó—. Es una buena noticia.

—Quizá. —Quería creer que Meg estaba rebelándose contra Nerón. Que por fin había visto cómo era verdaderamente su monstruoso padrastro y que corría junto a mí, dispuesta a ayudarme en mis misiones y a dejar de darme molestas órdenes.

—¿Y Trofonio? —preguntó Calipso—. ¿Sueles olvidarte de que alguien es tu hijo?

—Tú no lo entenderías.

—¿Recuerdan que estamos buscando un Oráculo peligroso que vuelve loca a la gente? ¿Podemos volver al inicio? — Replico akira tratando de detener la pelea.

—Resulta que el espíritu de ese Oráculo es un hijo tuyo, que podría guardarte rencor porque no respondiste a sus plegarias y le obligaste a cortarle la cabeza a su hermano. Habría estado bien conocer esa información. — Siguió Calipso.

—¡Tengo muchas cosas en la cabeza! Es una cabeza mortal muy pequeña.

—Por lo menos estamos de acuerdo en el tamaño de tu cerebro.

THE TRIALS OF APOLLO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora