Primer mundo

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-Ahí está, el Reino Doll -dijo Prota -. Gracias por compartir la ruta, ¿Podrás volver tu solo hasta tu llanura?

-No te preocupes por mí, a lomos de esta bestia, llegaré hasta los campos de algodón dulce en menos de puesta y media-. Respondió el errante, mirando a la criatura que montaba.

El viajero vestía unas telas gruesas y marrones que cubrían gran parte de su cuerpo, una pieza metálica cumplía la misma función en su rostro. Por otro lado, Prota, la luchadora, portaba una armadura que constaba de pechera sin mangas y un casco de extrañas tonalidades rosadas. Llevaba su pelo recogido en una coleta que asomaba por un pequeño agujero en la parte trasera del casco, diseñado para ajustarse al cabello.

Mientras el extraño se alejaba, Prota se dirigía a la ciudad a paso ligero, al mismo tiempo que la observaba con detalle. Los prados de un verde intenso rodeaban la ciudad como si de una isla se tratase. Los edificios, pequeños pero abundantes lucían tejados y cúpulas azules. Una alta muralla dividía los edificios de la zona real, situada en la cima de una amplia colina y coronada por un palacete de paredes de mármol y tejados altos y azulados. El palacio estaba elevado sobre el terreno mediante unos gruesos pilares y el único acceso a él era una escalera blanca que ascendía hasta la entrada.

Prota entró a la ciudad por uno de los caminos adoquinados que conducían a la calle principal. La chica llamaba la atención de los dolls, una especie común de los valles del norte. Estos seres de baja altura se caracterizaban por un corto pelaje azul claro, similar al terciopelo, una gran boca que separa la cabeza del cuerpo cilíndrico y unos enormes ojos saltones. Sus brazos y piernas eran ligeramente cortos en comparación con el resto del cuerpo. Una vez que alcanzó la muralla, se encaminó hacia la escalera que subía al palacio. Un par de gladia-dolls que hacían guardia le dieron el visto bueno y le permitieron entrar a palacio.

La enorme puerta daba directamente a un salón con alfombra roja y pilares a los laterales, la sala del trono.

-¡Querida, por fin has vuelto!-exclamó el Rey Mantequilla, monarca del reino-. ¿Has encontrado lo que te pedí?

-Pues sí, así es, la verdad fue más fácil de lo que pensaba, resulta que estas especias son muy comunes en el sur, pero, ¿para qué se supone que necesitas esto? -preguntó con curiosidad la joven.

-Emm... pues... son para uso medicinal -respondió el Rey, con un tono no muy convincente-. Igualmente, no hablemos de ello, hace semanas que no te veo, creo que has crecido y todo, ¡ya eres más alta que yo!

-¡Si, ya mido 1'65, me medí ayer! -dijo con emoción la muchacha-. ¿A qué edad deja de crecer mi especie?

-Lo cierto es que no lo sé, pero como somos parientes cercanos pues supongo q de forma parecida a los dolls, aunque tú no has parado de crecer, aún recuerdo cuando eras un bebé, una pulguita. Ay, qué tiempos aquellos -dijo el Rey lleno de nostalgia.

Prota sonrió, a pesar de que, en su opinión, el Rey y ella no tenían ningún parecido. Llevaba conviviendo con dolls toda su vida, eran amables y un poco torpes, pero en aspecto físico no tenían nada en común. Entonces recordó las noticias que traía de su viaje.

-Por cierto -comenzó diciendo-, en el viaje he estado explorando los alrededores. En nuestros campos, el número de fuegos azules se ha duplicado, es algo muy grave, hablo de unos 20 millares al norte y otros 80 al sureste, todo ello sin llegar más allá de las cordilleras, ¡Son una plaga! .

-Fuegos, que cansancio, no te preocupes por ellos cielo, la guardia real se está encargando de darles caza - respondió.

Los fuegos son criaturas de origen no detallado, son cuerpos amorfos en constante combustión, con dos círculos blancos similares a ojos y dos cortas patas, las cuales también están en llamas. Son pequeños, pero numerosos. Desde hace años atormentan a los principales reinos del planeta.

-Por cierto, majestad... -dijo la chica.

-Te he dicho miles de veces que no me llames así, ¡nada de formalidades! -le interrumpió malhumorado.

La sala del trono estaba adornada con todo tipo de lujos, y tenía unos altos techos, entre las vigas de ellos, se encontraba una criatura que observaba la conversación con detalle. La entidad saltó hacia abajo, sorprendiendo a todos y mostrándose a la luz anaranjada que entraba por los ventanales. El individuo era oscuro, una figura humanoide completamente oscura, la luz no se reflejaba en él. No tenía cabeza ni cuello, pero seguía ganando en altura a cualquiera en la sala. Portaba una pechera negra reluciente. La criatura se abalanzó sobre el Rey, agarrándole con fuerza.

-¡Ey! -exclamó Prota, desenfundando su espada.

La entidad golpeó a la chica antes de que pudiera hacer algo, tirándola de espaldas. Ató a su majestad con unas cadenas negras y con un movimiento de su mano izquierda, generó una esfera de un diámetro de más de dos metros, se metió en ella y abandonó la sala, como si de un portal se tratase. Prota, boquiabierta, llamó a los guardias de la entrada mientras observaba la extraña esfera. En ella podía ver su reflejo distorsionado. A la sala entró un doll con uniforme de mayor rango, seguido de un pelotón de soldados.

-Capitán, se lo ha llevado, esa cosa salió de la nada, lo agarró y se lo llevó -dijo Prota con desesperación-. ¡Tenemos que ir tras él!

El Capitán de la guardia se acercó con cautela e inspeccionó el portal. Tras unos segundos concluyó su observación.

-Es un agujero de gusano, sin duda -dijo con serenidad-. Esa cosa, no tenía cabeza, ¿verdad?

La chica asintió. Ambos continuaron mirando el agujero de gusano.

-Entoces probablemente ya sabemos a quién buscamos -aclaró el Capitán-. Darkness, así se hace llamar, es un triforme, un criminal de guerra. Preparemos dos pelotones de búsqueda, mañana partiremos a caballo, se dónde encontrarle.

-¡¿Mañana?! -dijo Prota con frustración-. ¿Vamos a darle un día entero de ventaja?, ¿Y por qué a caballo, si tenemos aquí el portal?

-El portal no lo debemos usar, es peligroso, no sabemos a dónde nos llevará, ni en qué condiciones -dijo él con tono autoritario, mientras abandonaba la sala junto al resto de guardias.

Prota quedó indignada por la incompetencia de la guardia real. Dio media vuelta y siguió observando la esfera. Entonces tuvo una idea. Caminó por los pasillos del palacete hasta encontrar la sala de armas, donde consiguió un arco plegable, un puñado de flechas y algunas provisiones. Regresó a la sala del trono, caminó hacia el portal y frenó cuando estaba a escasos centímetros. Dudó de su decisión unos instantes, mientras extendía una mano para tocar la superficie de la esfera; cuando creía llegar a tocarla, no llegaba a sentir su tacto. Dio un salto y atravesó el portal.


Dollphis: Classic (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora