Cúpulas de cristal

11 3 3
                                    

Se alejó lentamente de la fuente, sin apartar la vista de la calle de donde procedía el sonido. Una criatura, similar a el resto de nubes, pero de un tamaño mucho mayor, apareció doblando la esquina. Entró a la plaza destrozando el vallado que cortaba el acceso. El merodeador carecía de rostro, ya que una enorme boca ocupaba la mayor parte de su colorida cabeza. Atado a un brazo, tenía una cuchilla de caramelo peligrosamente afilado, mientras que en el otro, cargaba con una gran botella llena de un refresco oscuro. "Ay mi madre" pensó la chiquilla, lamentando sus constantes encontronazos con monstruos gigantes.

El merodeador revisó el escenario, lleno de soldados heridos y luego se fijó en Prota, que estaba en el medio. El ser lanzó un caramelo de gran tamaño hacia la chica. Entoces, disparó una ráfaga de aquel refresco oscuro que almacenaba en la botella. Cuando el refresco entró en contacto con el caramelo, se generó una fuerte explosión debido a una reacción química entre ambos. Prota pudo alejase de la explosión a tiempo, pero cayó al suelo dolorida.

"Voy a tener que cambiar de estrategia" pensó, viendo que mantenerse a distancia era incluso más peligroso. Se acercó a la bestia y, esquivando un corte mortal de su oponente, pudo clavar la punta de la espada su torso. Al merodeador pareció darle igual, y golpeó a la chica con la enorme botella. Antes de que se incorporase, fue agarrada de un pie y lanzada al centro de la plaza.

Prota pudo ver que, bajo el cañón de refresco, se ocultaban los caramelos que el merodeador le iba lanzando.

La criatura se acercó e intentó devorar a la chica, pero ella lo esquivó e hizo con todas sus fuerzas un corte en todo el arsenal que portaba el brazo. El refresco comenzó a salirse del recipiente. Prota clavó una flecha en una pierna de su oponente y lo empujó hacia la fuente.

El merodeador cayó en el poco agua que quedaba. El refresco entró en contacto con los caramelos de colores, generando varias explosiones. Cuando los trozos de roca y nubes dejaron de volar por los aires, la chica salió de su escondite. No sabía si seguiría vivo, pero le daba igual, así que decidió que era buen momento para huir.

Tras un buen rato caminando, divisó a lo lejos una gran estructura con torreones y cúpulas de vidrio. 

Comenzaba a atardecer. La chica observó, escondida entre unos arbustos de algodón dulce, la entrada principal al Palacete Candy. La cantidad de guardias podría ser un buen problema. Además, varios cañones vigilaban el puente de acceso desde las torres. Pudo observar en la fachada del edificio como una tubería externa subía por la pared hasta alcanzara una ventana que alguien se había dejado abierta. Eso le dio una idea, pero primero tendría que lograr atravesar el puente. Prota se acercó con calma hacia uno de los 6 guardias.

-Disculpe, usted no puede estar aquí, así que me veo obligado a apresarla -dijo el soldado, sacando unas esposas.

-Ah, lo siento, no sabía que... un momento, ¿Qué es eso de ahí? -exclamó, señalando al cielo.

-¿Qué?¿dónde? -preguntó el soldado, mientras todos sus compañeros miraban hacia arriba.

La chica atravesó el puente a toda velocidad, escaló la tubería y entró en la habitación por la ventana abierta.

-Muchachos -dijo el soldado, reagrupando a su equipo de guardias-. Nos van a despedir.

-Pero señor, si somos funcionarios -aportó un iluminado.

-Cierto - Afirmó el primero, lleno de alivio.

Una vez en el interior, Prota tenía claro que debía ser muy rápida, pero quedó maravillada ante la pomposa decoración de palacio. Por un momento pensó que el Reino Doll no estaba para nada a la altura de este otro imperio, lo que la preocupó. Las paredes, cubiertas con un papel carmesí, estaban llenas de retratos y cuadros de lo que la joven supuso que eran antiguos gobernantes. El olor en la estancia era agradable para cualquier olfato, con un toque a canela que provenía de los marcos de los cuadros, hechos de jengibre.

Mientras paseaba con ligereza, llamó su atención un retrato peculiar: La persona retratada vestía un extravagante traje militar, pero no portaba la corona de la realeza, al contrario que el resto de cuadros; por otro lado, era demasiado real, como si hubiesen capturado la vida misma en un papel. "Generalísimo de los ejércitos Candy, Darhen Br... Me estoy desviando del tema" pensó, volviendo en sí. Continuó su viaje por los largos pasillos del lugar que, para su sorpresa, no tenían vigilancia alguna. Entoces, se topó de frente con una puerta plateada. Giró el picaporte pero estaba cerrada desde el otro lado con algún candado. Dio unos pasos atrás y con una descomunal fuerza tumbó la puerta de una patada.

Al parecer, nadie escuchó el estruendo del metal contra el suelo. Entró a la habitación, que resulto ser otro corredor, con espada en mano. En la pared de enfrente había otra puerta de plata y en la pared de la izquierda, más cuadros y retratos. Lo que llamó su atención fue que la pared de la derecha estaba totalmente cubierta por un cristal rojo intenso, ligeramente opaco. A través de este, pudo diferencia dos siluetas conversando en una gran mesa de conferencias. Uno era el Rey Candy, que tenía el aspecto de una máquina de chicles viviente. Estaba conversando con otro individuo, esbelto y oscuro. "Darkness" pensó, dudando de lo que veía. Esta vez su aspecto había cambiado ligeramente: ahora parecía tener cabeza y cuello, pero no rostro. 

Prota tensó de nuevo su arco, apuntando al ente oscuro. Tenía fuerza de sobra para romper ese cristal y aún así acertar a su objetivo, ya lo había probado en otras ocasiones. Soltó el flechazo, pero el proyectil rebotó sin fuerza al impactar en el cristal. La chica quedó confundida por esto. El sonido del vidrio llamó la atención de Darkness, quien giró la cabeza, descubriendo a la muchacha. Entoces, Prota supo que no estaba a salvo.

Corrió por los pasillos lo más rápido que pudo, con dificultad, ya que aún tenía heridas sin sanar. Buscando una ventana para escapar, se topó con tres soldados con armaduras grises y cabezas de palomita de maíz, le apuntaron con unos artilugios alargados, que le recordaron a los mosquetes de los Dolls. Por su espalda llegaron otras dos palomitas que también le amenazaron con abrir fuego. Darkness apareció entre ellos, efectuando una entrada muy malévola.

-Bueno, bueno, bueno, mira a quién tenemos aquí -dijo -. Yo que tú no me movería, probablemente no sabrás lo que hacen estas escopetas de trinchera. Ni las pecheras ni los escudos de protegerán de ellas. 

El Rey Candy apareció en escena.

-¡Majestad!, el Rey Mantequilla... -intentó advertir la chica, pero una palomita le pegó con la culata de la escopeta.

-Majestad -comenzó diciendo Darkness-. ¿Qué deberíamos hacer con ella?

El Rey tenía una estatura poco intimidante.

-Servirá de ejemplo para las masas -pronunció su majestad, con una voz que difícilmente se podía tomar en serio. Hizo el Rey una señal con la mano a sus esbirros.

Dos palomitas agarraron de los brazos a Prota, la desarmaron, encadenaron y llevaron a rastras por los pasillos hasta el subsuelo de palacio, donde se encontraban las celdas.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 12 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Dollphis: Classic (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora