Escalofríos, miedo, tristeza, ira, amor, ¿amor?, ¿Es acaso posible aun sentir amor?, claramente no ¿o sí?, la mente humana es un misterio aun para aquellos dedicados a descifrarla, pero era claro, aun había amor, si no estuviera presente no habría explicación para el dolor, para el llanto incontrolable que siento en este momento.
Espera ¿Esa mujer derrumbada en el piso soy yo?, Claire, levántate, carajo mujer, ¡Levántate!, intenté moverme pero mi cuerpo no respondía, de pronto era como si mi alma estuviera como un espectador alejado de su esencia física.
-Claire, por favor, déjame explicarte, esto no significa nada, es un maldito error, por favor, solo por favor, déjame intentar explicarte- estaba preocupado, genuinamente sentía el dolor en sus palabras, cada silaba era un latigazo en mi espalda, era un dolor intenso, no podía escucharlo, ya no más. Mi cuerpo por fin daba respuesta a mis plegarias y reuní fuerza y logré ponerme de pie, era momento de irme, no era la primera, estoy segura, no era la primera vez.
-Alex, jodete- sin más e ignorando su voz salí del departamento, el golpe del frío invierno de Inglaterra por poco logra derrumbarme, encender la motocicleta no sería lo difícil, manejar sería complicado, el clima y mi estado mental me alejaba de casa, pero tenía que irme, alejarme de él sin volver a mirar atrás, lo siento mi querido Manchester pero tal vez sea momento de irme.
"Tres años después"
-Claire, despierta, llegarás tarde.
-¿Qué hora es?- al abrir los ojos la veo apenas sentada en el borde de la cama, su sonrisa burlona significaba que realmente era tarde.
-Te dije que no salieras tan tarde ayer, pero como siempre, nadie me escucha- sus ojos marrones me miraban fijamente mientras con una mano tomaba la almohada para posteriormente golpearme, era nuestra rutina siempre que no me levantaba a tiempo, la amaba completamente, era mi lugar seguro, mi alma gemela, mi mejor amiga.
-¡Spencer! Detente, ya entendí, no vuelvo a salir tarde, al menos no entre semana, ahora muévete de mi camino señorita- dicho esto ella salió del cuarto dando un leve portazo.
Al levantarme completamente de la cama comencé a sentir mareo y náuseas y tal como sospechaba estaba pasando por el famoso síndrome de abstinencia, Spencer tenía razón, no debí salir y mucho menos tomar tanto alcohol. Decidir el conjunto de ropa y maquillarme tomo un poco más de lo normal, mis movimientos se veían frenados minuto a minuto debido al constante dolor de cabeza por lo que era necesario encontrar la pastilla para que el dolor fuera tolerable.
En algún punto de la entrañable búsqueda, me cruce con una pequeña caja, al verla sentí un escalofrío y de pronto un nudo en la garganta acompaño las lágrimas que sin permiso brotaron de mis ojos directamente a mis mejillas. Esa pequeña caja azul aún estaba ahí, había encontrado la forma de mantenerse cerca para atormentarme, su contenido era un pequeño pedazo de mi alma atado a él, si tan solo no hubiera llegado ese día a su casa, si hubiera preguntado antes de ir, si no hubiera aceptado el trabajo en New York, tal vez y solo tal vez estaría aún con él.
-¿Claire? Ya es hora- su voz no fue suficiente para sacarme de ese trance- Oh, Alex otra vez- pronunció dentro de la habitación - No sabía que aún tenías la caja, pensé que la habías tirado hace meses, Claire es hora de irnos, podemos hablarlo más tarde ¿Si?- estaba preocupada por mi y desesperada por llegar al trabajo, su pie acompaño esto último y comenzó a irritarme.
-¿Claire?
-Vamonos- una sola palabra, fue todo lo que logré pronunciar.
Tras el pequeño incidente el viaje en el carro fue extremadamente incómodo, ninguna pronunció palabra alguna, Spencer estaba fastidiada de todo lo relacionado a Alex y yo aún no entendía porque me afectaba después de tres años y de un mar de distancia. El efecto "Alex" seguía en mi cuerpo y en mi mente, en ocasiones buscaba compulsivamente detalles de su vida, su banda había sacado un álbum recientemente, él estaba orgulloso de ese trabajo a pesar de la crítica dividida, acaba de terminar una relación con una modelo "Louise", francesa, su tipo, a ella igual la engañó. Él no era el tipo de persona que podía mantener una relación estable, siempre era un constante devenir, nunca entendí el porque, parecía completamente comprometido al inicio, detallista, cariñoso, empático, gracioso, era estable, pero no duraba, poco a poco comenzaba a alejarse y los primeros indicios de infidelidad se hacían presentes, pero tampoco eso duraba, volvía a ser el mismo Alex del inicio por unos meses y ese patrón se repetía una y otra vez.
-Señorita Presley, olvidó su gafete
-Louis, gracias, no solo por el gafete si no por sacarme de mis pensamientos- dije cansada de lo intrusivos que pueden llegar a ser.
-Estoy para servirle- su sonrisa me brindó calma, era un hombre entrando en la vejez, su piel ya mostraba señales de ello, a pesar de eso siempre estaba erguido, era una persona formal.
-A veces considero que usted debería ser el psicológico y no yo - tras compartir una despedida silenciosa entré a la clínica, era un lugar imponente, la recepción estaba impecable, los colores emanaban seguridad y el constante pasar de personas generaba una armonía de sonidos reconfortante.
Era mi empleo soñado, después de terminar la universidad anhelaba trabajar en una clínica, desde que era una niña mi vocación relucía en mi personalidad, poco sabía en ese entonces lo que mi vida terminaría siendo. La novia de Alex Turner, no tenía nombre en ese entonces, todo se limitaba a él, la esencia que me definía no era algo destacable, lo interesante de Claire Presley era ser fielmente la novia del vocalista de Arctic Monkeys.
¡Basta mujer!, de nuevo me encontraba vagando en el pasado, era tan fácil perderte en ese camino, recordar y preguntar el que hubiera pasado, pero ahora no era importante, tenía que concentrarme en mi carrera, en mi presente y en mi trabajo, era lo mejor que podría hacer.
Poco después de mi última sesión del día, me encontraba decidiendo entre hacer de comer o salir por comida a algún restaurante, mi cuerpo estaba agotado pero la idea de salir también era agotadora, tal vez si hacía de comer mi noche sería más tranquila y me podría relajar teniendo en cuenta que mañana era sábado por lo que no tendría que trabajar, mientras esos pensamientos refrescaban mi mente, no deje de sentir que tal vez debería hacer algo lindo por Spencer, llevaba días discutiendo con ella y era consciente de que en el trabajo su estrés era intenso. Mientras pensaba en como compensarla me encontré justo frente al escritorio de la recepcionista de la clínica y justo ahí mi mente se iluminó.
-Lilibeth- pregunté suavemente- ¿Aún tienes los boletos para Black Veil Brides?- la curiosidad en mi voz era notoria, después de rechazar esos boletos en más de una ocasión, ya era penoso tener que preguntarle como perro con la cola entre las patas.
-Claro, no he podido venderlos, te los vendo en 1500 cada uno, son buenos asientos- algo desesperada su oferta teniendo en cuenta que efectivamente son buenos lugares.
-Me parece un buen trato- dicho eso me sentí mejor, llevaría a mi mejor amiga al concierto de su banda favorita, era perfecto y compensaría el tener que tolerar semanas de charlas interminables de cómo extrañaba Inglaterra y a los que fueron mis mejores amigos.
Al salir del trabajo estaba decidida a cocinar para ambas y tratar de pasar una velada tranquila, era la noche perfecta a mis ojos y mi casa no estaba lejos, espere a Spencer con los boletos en las manos y obtuve la mejor reacción que pude esperar, su emoción y hasta un poco de llanto me reconfortó, no era la primera vez que los veía en un concierto pero está vez era especial, porque eran solo ellos, no un festival ni conjunto de más bandas, eran solo Black Veil Brides, era perfecto.
Al menos eso parecía ..........