Relatos del Servidor

Zona Cero

Seguramente todavía no me conozcan, pero pronto lo harán. Primero les explicaré un poco lo que pasó hace unos años en mi vida. Yo era una de las pocas personas supervivientes que quedaban en La Habana, Cuba, después de que el mundo se volviera loco. Nadie sabía exactamente qué había pasado, pero lo que sí sabíamos era que había gente muerta caminando por las calles, atacando a los vivos con una sed insaciable de sangre. Algunos decían que era una plaga bíblica, otros que era una conspiración de algún gobierno o corporación malvada, y otros que era el resultado de un experimento científico fallido. Lo cierto es que nadie tenía la respuesta, y lo único que importaba era sobrevivir.

Me había refugiado en una escuela abandonada junto con un grupo de jóvenes que eran mis compañeros de secundaria. Habíamos escapado por poco del caos que se desató en la ciudad cuando los zombies aparecieron por primera vez. Habíamos perdido a nuestras familias, amigos y profesores, y ahora solo nos teníamos los unos a los otros.

Mi nombre es Kevin y no me gusta hablar mucho de mi, así que solo les diré que era el que tomaba las decisiones y el que mantenía la moral alta la mayor parte del tiempo. Me considero un buen amigo, pero también en parte un poco mujeriego y bromista. Me gustaba coquetear de vez en cuando con las chicas para hacerles olvidar todo lo que estaba pasando especialmente con Melany, a quien consideraba un reto.

Melany era una chica de piel pálida pero hermosa que decía ser hetero, pero la verdad todos sospechábamos que era algo más que eso. Yo personalmente le decía la señora heterocuriosa. Ella siempre me había gustado desde que nos conocemos y le decía así siempre para molestarla y tratar de llamar su atención. Era super inteligente, valiente y leal, pero según me había contado mucho antes de que pasara todo esto se había criado en un sitio de ricos dónde todos eran, o al menos aparentaba ser rectos y elegantes, y siempre se había sentido juzgada por estos aristócratas con aire de superioridad. Debido a esto siempre tenía miedo de expresar sus sentimientos y de ser rechazada por los demás.

Su mejor amiga se llamaba Aldana y era una chica de una belleza excepcional que trataba de descubrir su identidad de género desde los 12 años. Ella lo negaba, pero era una persona sin ningún tipo de paciencia, excesivamente ansiosa y además perfeccionista. Aunque también era creativa, divertida y optimista.

La más madura del grupo era Nico, era la responsable del grupo y la que se encargaba de organizar los recursos y de planificar las estrategias, aunque a veces tendía a tener un alto índice de paranoia y ansiedad con lo respectaba a esas cosas. Tenía la característica de pensar demasiado en todas las posibilidades antes de enfrentarse a los problemas, lo que a veces la hacía dudar y temer.

También nos acompañaba Leo era un chico tranquilo y misterioso. Era el más callado del grupo, el que hablaba poco y observaba mucho. Era una persona lo suficientemente observadora como para notar que a pesar de aparentemente conocernos no nos conocíamos para nada en realidad. Era astuto y hábil, pero muy solitario y reservado y al parecer tenía un pasado oscuro que no estaba dispuesto a revelar a ninguno de nosotros.

Así éramos nosotros, los supervivientes que luchábamos por vivir en un mundo lleno de muertos, o más bien muertos vivientes.

Un día, en medio de todo aquel caos mientras nos refugiabamos en la escuela escuchamos un ruido extraño proveniente del sótano. Parecía como si alguien o algo estuviera golpeando una puerta metálica. Decidí ir a investigar con un machete que habíamos encontrado días atrás, seguido por Leo con su pistola.

-¿Crees que haya alguien vivo ahí abajo?- me preguntó Aldana con curiosidad.

-No lo sé -le respondí con cautela -Podría ser una trampa o una emboscada.

-O tal vez sea alguien que necesita ayuda - dijo Aldana con esperanza -Tal vez haya más gente como nosotros.

-O tal vez sean zombies -dijo Nico con temor -Tal vez hayan encontrado la forma de abrir puertas.