La última vez

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Kaigaku —Respóndeme una cosa tierra— hablo con burla y notoria diversión —¿Ya entendiste cuál es tu lugar?—

Con su pie presionó con fuerza la herida que momentos antes había hecho sobre el estómago, provocando un gran dolor en el proceso para el otro, que lo reflejo en su expresión.

Zenitsu —¿De... de que hablas...?—

Pregunto sin aliento, su incesante llanto no le ayudaba nada.

El pelinegro se molestó, por lo que piso con muchísima más fuerza, está vez sacando un pequeño grito de dolor y unos gimoteos más fuertes que los anteriores.

Kai —No quieras jugar al inocente pequeño pedazo de porquería inútil— veía como a cada segundo el charco de sangre alrededor del chico se hacía más y más grande, inclusive sus llorosos ojos ambar se le estaban empezando a secar —Tks, que lastima...— retiro su pie del estómago del contrario y se agachó a su altura, tomando su mandíbula —Agradece mi última pizca de piedad hacia ti, tierra—le dijo mirándolo con algo de molestia, pero con más gracia que nada ante su inevitable y pronta muerte—¿Últimas palabras, Zenitsu Agatsuma?—

El más pequeño tenía sus ojos entrecerrados por el cansancio y el dolor, pero aún así llevo su mirada hacia los ojos de quién aún considera su hermano mayor.

Inesperadamente para Kaigaku lo siguiente no fue una queja, un ruego ni una suplica. Zenitsu levantó con pesar pero determinación ambos brazos para rodear el cuello de Kaigaku en un abrazo muy débil pero a la vez muy cariñoso.

Kaigaku por su pequeño shock no apartó al pequeño moribundo.

Zenitsu —Yo... te quiero mucho aniki... no te perdono tu traición... pero... De todas maneras nunca cambiaría, todo lo que, vivimos... juntos...—

Le dedicó una mueca extraña entre sufrimiento pero cariño antes de soltar su débil abrazo y caer sobre su propia sangre.

Kaigaku quedó tan sorprendido que tuvo que esperar como dos minutos para procesar bien cada una de las últimas palabras dichas por el rubio.

Trago grueso, y se tomó un segundo para decidir que hacer. Luego tomo con una delicadeza nada propia de él, la mano del más pequeño buscando rastros de vida.

Cualquiera hubiese dicho que el contrario ya no tenía pulso, pero con sus sentidos súper desarrollados como demonio pudo percibir un muy ligero y muy leve y suave pulso. Sabía que era cuestión de unos segundos inciertos para que esa débil presencia de vida desapareciera.

Y lo pensó, realmente lo pensó. Ya Zenitsu le había dedicado sus últimas palabras ¿Qué haría o diría al respecto?

Muchas cosas pasaron por su mente en muy poco tiempo, se sintió un poco mareado ante tantas palabras y acciones que podría realizar. Bastante abrumado, solo abrió los labios y extendió los brazos, como a la espera de lo que haría.

Soltó un suspiro y de repente su mente quedó en blanco, como si no procesara lo que hacía. Solo contempló como aún y con la misma delicadeza de antes había tomado a Zenitsu entre sus brazos y lo apegaba a su pecho. Luego escucho el susurro de su voz, en un tono que no reconocía.

Saluda al abuelo por mi

De nueva cuenta se sorprendió, está vez de si mismo, sinceramente ya se estaba preparando mentalmente para haber dicho algo más patético como un “yo también te quiero” -Puag- pensó ante la sola idea.

Aunque de todas maneras no había soltado al rubio, no sentía la necesidad de hacerlo. Tomo la muñeca contraria de nuevo y ahí lo sintió, el último latido de su compañero.

Maestro, compañero... Abuelo, hermanito. Mi familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora