Fear to love [+18]

Capitulo 32

Khristeen

Me despierto rodeada de un olor a humedad que me provoca náuseas y asfixia. Siento un intenso dolor en la parte posterior de mi cabeza, como si estuviera experimentando una resaca fuerte combinada con el efecto de una paliza. Al abrir los ojos de golpe, me encuentro en completa oscuridad, sin entender lo que está sucediendo.

Trato de mantener la calma y examinar mi entorno con cuidado. Aunque todo está oscuro, percibo que estoy acostada en algo duro y frío. Mis movimientos son limitados debido al dolor que siento en mi cabeza y en mi cuerpo.

Los recuerdos de lo sucedido antes de desmayarme comienzan a regresar. La imagen de la mujer que me atrapó antes de perder el conocimiento se presenta claramente en mi mente. Con horror, me doy cuenta de dónde me encuentro. Necesito encontrar una salida.

Intento moverme con cuidado para explorar si hay una salida o algo que pueda ayudarme, pero el dolor en mi cuerpo me lo impide. Mis manos buscan a tientas a mi alrededor, encontrando solo frío y dureza. ¿Cómo escapar de esta pesadilla?

De repente, la luz se enciende. Una mujer muy embarazada está cerca de la puerta.

—No intentes nada —dice en voz baja, acercándose—. No quiero que te lastimen.

La mujer tiene moretones en la cara y los brazos.

—¿Quién eres? —pregunto.

—Anastasia, pero puedes llamarme Ana —sonríe, a pesar de su condición.

—¿Por qué estás aquí?

—Mi padre me vendió —responde, una mujer hermosa con ojos verdes claros y cabello rojo.

Me quedo sin palabras al escuchar su respuesta. ¿Cómo es posible que alguien venda a su propia hija? Observo los moretones en su rostro y brazos, sintiendo una mezcla de enojo y tristeza por la situación.

Entonces, se escucharon pasos acercándose a la puerta. Ana me hizo una señal para que me callara y se escondió. La puerta se abrió y un hombre entró en la habitación. Lo reconocí de inmediato, Camilo Ferrara. Me sentí incómoda al ver al hombre de nuevo, especialmente después de todo lo que había pasado. Aunque su apariencia había cambiado, su presencia seguía siendo intimidante.

Traté de mantener la calma mientras él se acercaba a nosotros. No sabía qué hacer, pero sabía que tenía que salir de allí.

—Al fin has despertado —ronroneó con esa voz que tanto odiaba.

—¿Qué quieres de mí? —Mi intento de sonar fuerte fracasó. Tenía la boca demasiado seca y la voz demasiado débil.

—Tu madre siempre fue una maldita. Nunca quiso darme un hijo —dijo, sus ojos crueles se dirigieron a mi vientre—. No saliste como quise, así que lo intentaré con tu pequeño bastardo.

—Nunca lo permitiré —espeté. El estómago se me revolvió con repugnancia—. No conocerás a mi hijo. Nunca.

—No te preocupes, pequeña —Tragué con fuerza, el miedo llenaba mi expresión—. No estarás ahí para ver cómo crió a tu bastardo.

—No lo harás.

—Lo criaré como lo hice conmigo —escupió.

—Tú no me criaste —siseé—. Me torturaste. Hiciste mi vida un maldito infierno. No dejaré que hagas lo mismo con otra persona.

—Hice más de lo que la maldita de tu madre hizo.

Se echó a reír.

—Me das asco.