Era de noche, estabas estudiando Historia. Para ti, esa materia era demasiado difícil, no recordabas fechas importantes sobre la historia de Chile y tenías una prueba de ello para mañana.
Recordabas muy bien que tu padre es profesor de esta materia, pero él aún no llegaba y tu madre era alguien sumamente ocupada. Sabías que ninguno te podría ayudar, pero aún así lo intentabas, y lo intentaste hasta las 19:30. No sabías que hacer, no recordabas la mayoría de cosas que leíste y te rendiste, estabas frustrada y llorando por creerte una persona tonta.
Tu padre, Sergio, había llegado y lo último que tú querías es que te viera llorando por su materia. Tus sollozos llenaban la habitación y traspasaban las paredes y tu puerta, tu padre los escuchó y fue a verte, claramente preocupado.
- ¿Qué pasó, y/n? -
Preguntó Sergio, preocupado y con algo de empatía.
Escuchaste su voz y te limpiaste rápidamente tus lágrimas.
- Nada, papá. -
Respondiste sin más, tu garganta dolía por el nudo que se creó, no podías hablar sin llorar.
- Sé que te pasa algo, dímelo. -
Insistió tu padre, acercándose lentamente y con cuidado de parecer alguien intimidante.Por alguna razón creías que si le decías se iba a enojar, no sabías porqué tenías ese punto de vista. Siempre eras la amiga que apoyaba a sus compañeras, consolandolas diciendo que su padre era el mejor y que podían hablar con él, después de todo, tu padre era su profesor también. Así que ahora, ¿por qué tenías el miedo de que podría decepcionarse de ti solamente por no recordar algunas fechas?
De repente, algo te alejó de tus horribles pensamientos, era un abrazo reconfortante de tu padre. Su mano acariciaba tu espalda como forma de consolación, y su otra mano se encargó de apoyar tu cabeza en su hombro.
- Tranquila, todo estará bien. No tienes que hablar, solo quiero ayudarte y escucharte. Te quiero, mi niñita, eres una persona inteligente y totalmente me tienes orgulloso, te pido que tengas la confianza de abrirte conmigo, nada de lo que digas me hará dejar de ser tu padre. -
Esas palabras te llegaron fuerte, sin poder hablar hundiste tu cabeza en la curva de su cuello, sollozando y con mocos líquidos que salían de tu nariz.
- N-no entiendo, no recuerdo ni las horas ni las fechas importantes del golpe de Estado.. -
Dijiste llorando, mientras tu padre te consolaba con su abrazo.
- Hija, no siempre vas a ser buena en todas las materias, ¿te cuesta concentrarte? -
Asentiste levemente y tu padre suspiró, soltó suavemente el abrazo para verte a los ojos.
- Te voy a ayudar, Historia igual es fácil, pero te ayudaré, ¿okey, corazón? -
Te dijo con suavidad, esperando que aceptes su ayuda.
- No puedo, mis compañeros se van a molestar y van a decir que hice trampa y- y.. -
- Hija, nadie te va a molestar, yo me voy a asegurar que nadie te moleste, ¿está bien? -
Dijo tranquilamente, dándote un beso en la frente y ayudante a levantarte para ir a tomar once.
- Ven, tomemos once, te ayudo a estudiar y te preparas para acostarte. -