00.- Las estrellas caen

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"Hoshi To Hana"

¡Qué nombre más tonto!

Un pequeño cenizo refunfuñaba por todo el camino, mientras su madre la jalaba de la manito para que cediera en dar unos pasos hacia el jardín infantil "Hoshi To Hana", parecía ser un nombre sacado de un anime.

Era ridículo.

Estrellas y flores. ¿Acaso esto era un tonto cuento de hadas?

Llevaba solo unos días ahí, y ya quería irse. Las horas se sentían que pasaban más lento de lo normal; el tiempo que pudo haber invertido en jugar en los riachuelos y cazar cigarras con sus amigos, era perdido en esto.

Socializar no fue una opción, pocos niños le seguían el ritmo. Después de todo, ¡Él era el mejor!

Katsuki tenía su orgullo hasta las nubes, porque a su corta edad era un niño muy inteligente y agraciado en diferentes cualidades sabiendo contar y leer, bueno en los deportes y en muchas actividades más.

No podía perder el tiempo con mocosos que se tragaban el pegamento.

O lloraban porque les robaban las crayolas.

O tal vez, se hacían pipí en su primer día de clases.

Todo era tan tonto. Todos eran unos tontos, y no encontraba diversión suficiente para aliviar toda la energía que tenía.

Al levantar la miraba se percató que estaba a metros de la puerta del recinto, soltó la mano de su madre porqué debía cuidar su reputación.

Mitsuki negó divertida.

La luz de las mañanas que indicaban que los meses de Marzo continuaban junto con el invierno, y que pronto llegaría la primavera. Niños bien abrigados que en su imaginación saldrían rodando si no se quitaban la cantidad de telas que traían encima, llantos y regaños. Todo tan cotidiano y habitual, sin sorpresas.

Como eran niños pequeños, no era obligatorio venir con un uniforme. Solo les entrego un delantal parvulo manga larga, todos de un color celeste pastel y una boina con detalles de blanco y azul en la cabeza. Pero después del primer día, ya nadie vino vestido igual que ayer.

Este era un espacio para jugar, y donde te ensucias mucho. ¿Quién se enfocaría en la formalidad?

«Solo el tonto del cuatro ojos» asintió para sí mismo, recordando a ese niño con anteojos que parecía dictar un discurso por romper una insignificante regla.

Sin embargo, lo esencial y lo único que no debían olvidar era esos broches en su pecho, estrellitas para niños y florecitas para niñas. Una placa de reconocimiento y más importante que una agenda escolar.

—¡Shōto, regresaré en la salida! —El gritó de un hombre mayor se escuchó detrás de él, cuándo Katsuki apenas subía los primeros escalones.

—¡Si el viejo no viene, es porque te cambie por el perro! —Seguido del primero, otra voz se escuchó, con una risita de un "niño grande" que resaltaba burla.

Volteó por mera curiosidad, y rápidamente vió una figura tropezar con el primer escalón. Que torpe. El pequeño cenizo parpadeó confundido intentando procesar lo que acaba de suceder.

—Oye...

—Aquí no paso nada —interrumpió la pequeña figura delante de él, Shōto, rápidamente se levantó y comenzó a sacudir su ropa sin prestar atención a sus rosadas rodillas.

Lo vió correr a la entrada avergonzado sin mirar atrás y poder presenciar cómo un señor pelirrojo regañaba a un niño grande y albino dentro de un lujoso vehículo.

Todas las estrellas están floreciendo |BKTD/TDBKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora