Parte unica

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Gojo no creía que volvería a ver a su mejor amigo de la preparatoria, suguru geto era un chico único para él.
Pero como podría odiar al hombre que un día quiso y aún quiere. Pero al tenerse frente a frente de nuevo, removió el anhelo de querer verse y hablar largo y tendido como era antes.

Gojo lo extrañaba, lo pensaba y lo anhelaba. Al mirarlo cuidando de esas niñas, esas niñas que eran dos hijas adoptivas y las procuraba. El era feliz, sin el, pero tenia a una nueva familia.
El siempre creyó que el iba a ser su unica compañía en toda la vida.

Recordarlo era doloroso. Le dolia el corazón, solo ellos sabian lo que pasaban juntos, solo ellos sabian sus secretos, solo ellos sabian.
Suguru lo miro con tristeza, extraba a su compañero.

Pero su alma se calentaba con solo recordar. El mirar el atardecer siempre los ponia melancólicos, ambas almas era como si se llamaran.

Pero al final ambos no podian prever lo que sucedería . O tal vez si.
Suguru no era un mal hechicero y todo iba de acuerdo a su plan, satoru lo sabia el nunca dañaria a los niños. Al final ambos volvieron a ver sus caras, pero no como satoru hubiera anhelado.
Era el final. El lo sabia, suguru sorprendido por las palabras de su alma gemela sonrío.

"a lo menos maldiceme"

Satoru pronuncio unas ultimas palabras. Y todo para suguru fue oscuridad.

El alma de satoru gritaba, lloraba, ¿donde se habia ido su otra mitad?

No soportaria volver a tenerlo frente a frente.

El silencio se apoderó del momento, un silencio tan denso que parecía devorar cada susurro del viento, cada latido del corazón. Gojo, con los ojos fijos en Suguru, sentía cómo el peso de los años se desvanecía, dejando solo la esencia de lo que una vez compartieron. La nostalgia se mezclaba con un dolor agudo, un dolor que solo podía venir del amor más profundo y complicado.

Suguru, por su parte, sostenía la mirada de Gojo con una intensidad que traspasaba el alma. Había una promesa no dicha en sus ojos, una promesa de que, a pesar de los caminos divergentes que habían tomado, el vínculo que los unía era inquebrantable. Las niñas, ajena a la tensión entre los dos hombres, jugaban a lo lejos, riendo bajo el atardecer que teñía el cielo de tonos ardientes.

“¿Recuerdas cuando soñábamos con conquistar el mundo juntos?” preguntó Gojo, su voz apenas un murmullo. “Éramos invencibles, o al menos eso creíamos.”

Suguru asintió, una sonrisa triste adornando sus labios. “Éramos jóvenes e ingenuos. Pero esos sueños… eran hermosos.”

El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez estaba lleno de palabras no dichas, de sueños rotos y de un futuro que nunca sería. Gojo sabía que este era el adiós definitivo, que después de esta noche, sus caminos nunca se cruzarían de nuevo. Y eso dolía más que cualquier hechizo o maldición.

La noche avanzaba, y con ella, la inevitabilidad del destino. Suguru se levantó, listo para partir, pero antes de dar la espalda a su pasado, se acercó a Gojo y le susurró, “Siempre serás parte de mí, no importa a dónde nos lleve la vida.”

Y con esas palabras, Suguru se alejó, dejando a Gojo solo con sus recuerdos y el eco de lo que una vez fue. El alma de Gojo, ahora más que nunca, gritaba en el silencio, llamando a su otra mitad que se desvanecía en la oscuridad de la noche.

































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AMIGOS QUE UN DIA FUERON NOVIOS | SUGUSATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora