Devotion | Draco Malfoy

¹

—Sigo creyendo que esto es una mala idea madre— habló bajo, mientras ambas seguían caminando, una al lado de la otra.

—Recuerda que le debemos esto a-

—Al señor Albus, lo sé, pero no entiendo como yo podría ser de ayuda—

Su madre suspiró, deteniéndose cerca de un callejón.

—A diferencia de esos chicos, tú has recibido otro tipo de educación... Podríamos decir que deberías estar uno o dos grados adelantada Lyra—

Lyra suspiró cuando escucho eso.

Su madre, Vinda Rosier se había encargado de educarla en casa, haciendo que practicará una y otra vez cada hechizo, encantamiento o poción que debería de saber a su edad.

Claro, con pequeñas enseñanzas extras que su madre le daba.

—Básicamente, les tengo que facilitar la vida—

Vinda sonrió por su respuesta.

—Así es— retomaron el paso. —Es importante que seas cercana a uno de ellos, si puedes ser amiga de los tres, mucho mejor—

Lyra suspiró.

Le había encantado saber que finalmente podrá asistir a una escuela de magia como era debido.

Pero después de saber que además de estudiar, tenía que cumplir con una tarea designada por el mismo Albus Dumbledore, bueno, la idea ya no sonaba tan increíble.

—Recuérdame por qué debo quedarme aquí—

—Uno o dos de sus amigos se están quedando aquí, si estás aquí, comenzarán a familiarizarse contigo—

Asintió apenas.

Sabía lo que sucedía con ese chico, Harry. Albus se tomó el tiempo de explicarle a Vinda la situación con el chico, o al menos, le dijo lo necesario.

Sin embargo, pese a que habían derrotado a Voldemort, Albus aún tenía una ligera duda sobre eso.

Además de otro detalle.

Hace poco había escapado un prisionero de Azkaban, aunque no sabían mucho, tenían una ligera sospecha de que aquel hombre y Harry tenían alguna clase de relación.

No sería casualidad que a los días de que dicho hombre escapara, Albus contactara con Vinda.

—A partir de aquí, estarás sola, recuerda que tú madre trabaja fuera—

Sonrió por aquel tono de burla que había usado su madre.

Vio a varios metros aquella puerta y la insignia del lugar.

El caldero chorreante.

—Es importante que tengas alguna interacción positiva con alguno de ellos dos—

Miro a su madre, escuchando lo que esta le decía.

—Aunque quisiéramos, tendrás que estar en la casa que el sombrero crea que es adecuada para ti—

Asintió apenas.

—Si tienen una buena imagen de mi desde ahora, dará igual en qué casa este, ¿no es así?—

—No del todo, siguen siendo niños con rivalidades por una casa, pero esperemos que esto funcione— sintió un par de suaves manos sostener su rostro. —Tenemos suerte de que puedas convivir con tu padre, es lo menos que podemos hacer para compensarlo por permitirnos eso—

Inhaló profundamente, mientras sentía como su madre unía sus frentes en un gesto de apoyo.

—Por favor, envía cartas hija—