Parte 4

1 0 0
                                    

12:12 a. m.

Mirando la luna, mi mente recordó que han sido siete años

desde que te vi cruzar mi calle por primera vez y sé a dónde va

esto.

Un sentimiento de miedos, rencores, amor y frustración que

pasa cada vez más frecuente, frente a mí, como un amigo y un

enemigo a la misma vez.

12:13 a. m.

Mi mente empezó a recordar cada segundo de lo nuestro en

cámara lenta y no puedo pararla.

Es como un tren que va a toda velocidad en su riel y no hay

poder que lo detenga porque tiene que llegar a tiempo a su

siguiente destino.

¿Mi destino?

Un mar de pensamientos vacíos y sin conocimiento certero

de lo que fue un "nosotros".

Son las 12:13 a. m.

Y sigo pensando en ti.

Porque, siendo honesto, ¿Qué más podría hacer en una

ciudad desconocida como esta?, en una ciudad donde el cielo

siempre es gris, donde nunca deja de llover.

Y sigo pensando en ti.

Porque en la mortalidad de lo nuestro, tus besos en mi cuerpo

fueron inmortales.

Y sigo pensando en ti.

Porque, aunque fuimos una aventura, fuiste la aventura que

definió el antes y el después de mi ansiedad, de mi depresión y

de mis pensamientos más oscuros.

Y sigo pensando en ti.

Porque una vez leí en uno de esos best seller del New York

Times: "No podemos elegir si en este mundo nos hacen daño

o no, pero podemos elegir quién lo hace", la diferencia es que

a ese chico le encantó su decisión, ¿pero y yo? Después de

todos estos años he llegado a la conclusión de que fuiste la

mejor y, a la vez, la peor decisión de mi inconclusa vida.

Y sigo pensando en ti.

Porque el sexto doctor que trata mi trastorno por tu causa

me pidió que lo hiciera, me pidió que desmembrara cada

momento, cada pensamiento, cada anécdota, cada sonrisa y

lágrima, cada beso y caricia, cada pánico y ternura que

provocaste en mí.

Creo solemnemente que cada persona en este cruel, real y

sobresaturado mundo encontrará a su persona ideal, por la cual

moriría de amor, la persona que amará cada parte de ti, las rotas

y no tan rotas, que amará la peca que tú odias, que amará tus

ojos por la mañana, tus sueños, tus bromas, tus pesadillas y tus

obsesiones.

Dios, sigo pensando en ti.

Antologías de una mente con recuerdos.Where stories live. Discover now