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Han pasado 28 años desde el fin de la rutina, de el cambio en su corazón. El recuerdo de ver llegar a Naruto, agotado, dándole el divorcio se desvaneció con el tiempo.
En la noche cálida de navidad, Hinata fue en busca de sus hijos para comenzar la velada con su familia, pero un gritó melancólico salió de las abandonadas calles Uchiha. Invadida por la curiosidad, y de que nadie se acercara a esa zona restringida, entró por las grandes puertas del recinto.
La luna le brindó una tenue luz hasta guiarla a un escenario... Muy extraño. Sasuke, sin saber quién se encontraba a pocos metros de él, comenzó a arañarse su rostro mientras la sangre se embarraba en él.
—¡Sasuke-san!—gritó mientras corría hacía el.
—¿¡Qué haces aquí!? ¡Vete de aquí!
—¡Sasuke, déjame-—otro aullido interrumpió su habla.
—¡Ahora!
El poco pavor que corría por su ser no fueron producto por los movimientos agresivos de Sasuke, sí no la firmeza que mostraba ante su falta de razón. Le asusta su propia valentía, o imprudencia.
...
Su semblante esta sudando constantemente mientras que Hinata limpia el rastro de sangre seca de su frente.
—Sasuke...¿Se recuperará?—preguntó sin dejar de sostener su mano.
—Lastimosamente no,—suspiró—el señor Uchiha está comenzando a dar señales de Demencia senil.
