Prólogo.

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Todo lo que "él" sintió al abrir sus ojos, fue una sensación de agotamiento. No uno normal, sino el tipo que uno siente cuando no se ha dormido adecuadamente en días, su retina lentamente se adaptó a los rayos del sol y su borrosa visión se volvió clara. "él" observó el respaldo de un asiento justamente a centímetros de su cabeza. Apareció a su izquierda una ventana desde la que se podía ver la vista de la ciudad. Y a su derecha, un jóven de temprana edad. Un adolescente, con un colorido uniforme escolar. Más allá de este mismo, se encuentran otros dos adolescentes sentados. Entonces, "él" pudo apreciar el panorama completó; Está en un autobús.

 Entonces, "él" pudo apreciar el panorama completó; Está en un autobús

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Todo ésto sacudió su conciencia. Lo último que vió era la terminal de trenes "Sakura" pero "él" no planeaba ingresar a este autobús. Por si todo esto no fuera suficiente, "él" vió sus propias piernas. Y notó que, estás eran delgadas y cubiertas por una falda. "¿Es este algún tipo de sueño?" Es todo lo que "él" pudo pensar. Un vergonzoso sueño, dónde por alguna razón un adulto mayor como él, un caballero, se encontraba en una situación tan ridícula.

La sociedad Japonesa es muy "simple" a ojos del espectador. Nacer y relacionate con otros, evita ser diferente, quédate en el camino preestablecido. Jardín de infantes, primaria, secundaria, preparatoria y finalmente Universidad. Y luego, entras al engranaje de la maquinaria productiva de la sociedad. Respeta a tus mayores, honra a tus mayores y sirve a tus mayores y quizás algún día vivirás el sueño prometido de lo que la sociedad considera "una vida exitosa". O al menos, así pensaba "él".

La existencia de "él" fue promedio de acuerdo a su propia línea de pensamiento. Sabía que no era un genio o alguien especial que podría aspirar a un estatus de élite, aún con el mayor trabajo duro. Así que vivió linealmente, acatando el orden lineal preestablecido por la sociedad. Un diligente estudiante, que poseía amistades, un hijo obediente, que complacía los deseos de sus progenitores. Y a escondidas un "Otaku" que se escondía en su habitación jugando videojuegos.

Después de la Universidad, "él" entró al complicado mundo que es trabajar para la política. Un sector de la sociedad donde la mayoría de los que ingresan son personas con conexiones dentro de la misma; Algunos hijos de algún político, otros con algún familiar lejano en la política. Lo cierto es, que entrar en este mundo meramente por capacidad real era algo cuánto menos fantasioso, utópico.

Pero "él" sabía esto, sabía exactamente el agujero en el que se metía. Entró a este mundo sabiendo a lo que se enfrentaba y quizás por ser demasiado obstinado o por ser demasiado terco, no planeo  retractarse. Mostró su eficiencia; Nunca se quejó o reclamó el éxito de sus propias acciones aunque fuera obvio a simple vista que estás fueron obra suya, hizo lo necesario aquello lo que absolutamente nadie quería hacer. Y así, lentamente, subió unos pocos peldaños en la jerarquía laboral.

Para cuando cumplió sus 30 años, a pesar de ser un jóven respecto al mundo político ya había alcanzado un nivel con muchos más años no había logrado. "Una vida exitosa" es lo que pensaba que tendría, no obstante el mundo no es tan simple.

En un mundo regido por el caos absoluto, no existe un orden en el que las personas sufran tragedias o no en base a algo tan subjetivo cómo "ser justo". Las tragedias ocurren todos los días, la diferencia es que por lo general pensamos que estás nunca nos tocarán a nosotros. El mundo moderno, producto de la globalización está deshumanizado. Por lo que cuando estás cosas que vemos en televisión o Internet, estás cosas que consideramos tan lejanas nos tocan, no sabemos cómo reaccionar. Y este fue el caso de "él".

Lo último que sentí, fue un objeto contra mi cuerpo. Y entonces me desperté en esta particular situación; En un autobús, utilizando falda. Lo primero que pensé es que estoy en un sueño, quizás esté en coma y simplemente mi cerebro está creando está ridícula situación, quizás estoy agonizando o quizás estoy viendo mi vida pasar ante mis ojos.

En cualquier caso, si consideramos la última opción no recuerdo haber utilizado falda. No soy ese tipo de ser humano extraño que haría algo tan vergonzoso como disfrazarse así en público. Referente a la primera opción, es altamente probable, aunque dudo que pueda estar tan  lúcido en un sueño. La segunda opción no podría descartarla, la tercera tampoco la puedo descartar y la última es poco probable dado que nunca utilizaría una falda.

Toda ésta situación me da un mal presentimiento.

Renací como Karuizawa Kei.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora