La Serpiente Emplumada

Capítulo 11: Instinto Básico

Los estudiantes y algunos miembros del personal observaron con los ojos ensanchados cómo el Shield-breaker de Daphne se encargaba del escudo de otro oponente antes de que un rápido Encanto de Desarmar terminara el duelo. Este era el vigésimo oponente al que se había enfrentado, y ningún duelo había durado más de un minuto.

A un lado, Harry la vio golpear a otro oponente sin sudar. Nunca había habido una actualización de dos filas en una noche, y ella lo había hecho en menos de media hora. Miró a su alrededor las caras abiertas de estudiantes mucho mayores que ellos e incluso algunos que perseguían sus maestrías, y disfrutó de la mirada de aprensión en sus rostros mientras miraban a la belleza rubia que se volvió sobre su talón y se alejó con una mirada de despedida hacia él, una pequeña sonrisa jugando en sus labios.

Esa burla.

Ella sabía lo que estaba haciendo. La noche había continuado de una manera similar. Ella fue primero, seguida por él, y no pasó nada más. Se enfrentaron uno tras otro, derribando a sus oponentes, y en una hora, estaban a punto de alcanzar el rango de Vizconde o Vizcondesa.

'Aunque ya es una vizcondesa. Nunca dejará de frotarme en la cara porque lo hizo antes que yo,' Harry pensó. Sabía para qué era esa sonrisa. Un desafío silencioso que parecía afectar ese hecho, seguido de un recordatorio de no retroceder. Bueno, no tenía intención de decepcionarla.

Los gemidos audibles que se escucharon alrededor de la arena de duelo cuando volvió a ocupar su lugar lo hicieron reír, y compartió una mirada divertida con el profesor Flitwick, que dirigía los duelos para la noche. Su oponente se acercó y Harry se sonrió para sí mismo.

Draco Malfoy miró a Harry Potter con total odio, apretando los dientes cuando el imbécil ni siquiera lo dignó con nada más que una mirada aburrida. Draco odiaba las agallas de Potter. Se había atrevido a poner sus manos sobre su chica y la había corrompido a sus malos caminos. Nadie en la escuela se enfrentó a él, y Draco se cernía cada vez que veía al mocoso acercarse a Greengrass. Ella le pertenecía, y él se aseguraría de que Potter conociera su lugar, comenzando con este duelo.

Se erizó cuando algunas personas comenzaron a imitar los ruidos de los pedos cuando apareció en la plataforma. Esa había sido la experiencia más vergonzosa de su vida. Se lo había dicho a su padre, solo para recibir una carta de su madre, diciéndole que se levantara y se mejorara a sí mismo en lugar de quejarse de cada cosa trivial. Draco había arrugado esa maldita carta y la arrojó a la chimenea en el primer instante.

Parecía que necesitaría resolver su situación por sí mismo. Obtendría el respeto que merecía, y sabía la mejor manera de hacerlo. Derribar a Potter enviaría un mensaje rotundo a todos. Sabrían quién era. Era el vástago de la Casa de Malfoy y el único heredero de los negros. La sangre privilegiada corría por sus venas, y estos campesinos sin valor pagarían por burlarse de un ser de una posición muy superior a ellos.

Desde esos duelos, había estado leyendo sobre hechizos, ansioso por devolverle a Weasley la patética broma que había hecho. Sabía que el basurero le había preguntado a sus hermanos gemelos sin valor que no tenían nada mejor que hacer que jugar bromas tontas a todos. No había forma de que el idiota pudiera haberlo golpeado de otra manera. Su padre siempre tuvo razón. Los Weasleys eran de la población más baja, y eran de sangre pura solo de nombre. Traidores de sangre, todos ellos.

Weasley podría continuar con tácticas poco claras, pero él era un Malfoy y demostraría ser él mismo como tal. El profesor Snape había sido lo suficientemente amable como para otorgarle un pase a la Sección Restringida para ayudarlo en su práctica, y se había dedicado a leer tanto como podía. Sabía que esos libros contenían hechizos que esos idiotas débiles consideraban oscuros, y que no podía usarlos. Pero había mucho material valioso que había encontrado que fácilmente podría ayudarlo a derribar a Potter. Puede que no haya dominado ninguno de los hechizos, pero había practicado muchos de ellos y conocía los encantamientos y los movimientos de varitas de mucho más. Demostraría su valía al arrojarlos con éxito en una situación de alta presión.