Prologo

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Ahí estaba sentada; con una bata rosa, viéndome en el espejo, únicamente existiendo. Me sentía extraña, hace mucho no me encontraba en esta situación. Mi cabeza estaba llena de tubos para hacerle ondas a mi cabello negro, una brocha con colorete rosa pasaba varias veces sobre mi mejilla.  Los nervios me recorrían por todo mi cuerpo, hacía que viera todo en cámara lenta. Toman mis brazos y mis pies para maquillar aquellos pequeños tatuajes que me había hecho en los últimos años. Uno de los maquillistas toma mi muñeca que se encontraba en mi vientre, voltea un poco el brazo y empieza a tapar el tatuaje de sol.

Las lagrimas no salían, ya no había ninguna que derramar o algo que pudiera herirme, todo lo que podía derrumbarme ya paso, ya me lo hicieron y de la peor forma. Creo que al final estoy en modo avión, únicamente me encuentro existiendo o sobreviviendo, manteniendo un poco de fuerza por una persona que posiblemente me odia por todo lo que hemos pasado.

Cámaras, publico, amigas que no veía desde hace años, mis padres, la prensa esperando por mi salida. Aplausos por la artista que estaba cantando y por cada una de mis compañeras que empezaba a salir. Había demasiada presión; personas corriendo y gritando de un lado a otro de la habitación asegurándose que todo esté en perfecto estado.

Cerré los ojos y un bello recuerdo se hizo presente calmando mi ansiedad; el sol resplandecía con fuerza, el viento recorriendo mi cabello por la velocidad, el sonido del mar y de algunas aves que habitaban el lugar, mi bella motocicleta siendo conducida por él hombre de mi vida, mis manos rodeaban su cintura, su cabello blanco se movía al unisón del mío. El aroma al mar se hizo presente al recorrer la hermosa costa de Florida. Cerré los ojos y al abrirlos, había vuelto a mi realidad. 

—¡Richard! —. Le hablo a mi amigo y mi próximo representante. Él se acerca rápidamente debido a que estaba hablando con gente de seguridad. Me mira con mucha tristeza y niega con la cabeza. Regreso la vista a mi reflejo. Él no iba a venir, era lógico, hasta cierto punto, pero aún así...tenía fe.

Nunca quise hablar de mi pasado porque no estaba lista para contarle realmente todo lo que había vivido, sentí que era innecesario, que lo único que importaba era el momento, el ahora y nuestro bienestar. Claramente me di cuenta que era algo importante para él, pues ya no quedaba en mi la decisión volviendo la situación más fácil.

—No ha llegado, preciosa —. Menciana con preocupación. No digo o realizo algún gesto al escuchar aquellas palabras—. En unos momentos es tu gran debut, bebé ¡tú gran regreso a las pasarelas!—. Cambia la conversación. Aprieto mis labios; me quitan poco a poco los tubos que tenia en mi cabello, me dejan de pintar los tatuajes para que pudiera pararme, me ponen unos tacones color rosa con plumas del mismo color, me empiezan a colocar pulseras de perla y collar de las mismas, me estiran el traje blanco de lencería, lo miro unos segundos por el espejo; es increíble que un tono neutro...puede hacer que se te vuele el corazón.

Giro para poder tomarlo con cuidado y paso al camerino a ponérmelo. Me quito la bata y empiezo a colocarme de forma rápida cada prenda. Al estar lista salgo y al alzar el rostro una vez que había cerrado la puerta me muestran unas hermosas alas de ángel, me tapo mi rostro con una sonrisa y me doy la vuelta para que me las colocaran; mi sueño de niña estaba siendo cumplido, pero aun con toda la nostalgia encima, me sentía...vacía.

Me colocan atrás de una de mis compañeras, íbamos formadas para la pasarela con temática de nieve. Mi nombre es Zaria Merve y esta es mi historia, pero para poder darles un contexto de como he acabado aquí, de todo lo que han leído a inicio es fundamental que se enteren de mi pasado mientras vivo mi presente actual. Estando a punto de cumplir uno de mis grandes sueños, es necesario que empiece por el principio.

LibertyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora