Aemond se encontraba observando por el gran ventanal de su habitación hacia el jardín delantero de su castillo. Ahí, se preparaba una gran comitiva para despedir a su sobrino el Príncipe Lucerys que partía hacia su nuevo hogar donde pronto heredaría el título y propiedades de su abuelo Corlys Velaryon, Duque de Driftmark.
Un gran suspiro salió de sus labios al momento que vio caminar al amor de su vida hacia el carruaje que lo alejaría de su lado y es que, desde que tuvo uso de razón, se sintió atraído hacia el pequeño y rebelde príncipe de cabellos rizados pero su madre, una religiosa devota, se había encargado de recordarle que lo que sentía era un pecado grave para su Dios y lo castigaría enviándolo al infierno al sufrimiento eterno.Reprimió lo más que pudo sus sentimientos por temor al castigo divino hasta que su hermoso sobrino Luke dio el primer paso al cumplir 17 años, de eso habían pasado ya 4 años, donde, en la privacidad de su alcoba, se pasaban la mayor parte de la noche enredados en las sabanas de seda repartiéndose besos y caricias por todo su cuerpo, entregándose carnalmente hasta el amanecer donde Lucerys se despedía con un largo beso junto a una promesa de regresar la siguiente noche para volver a hundirse en el pecado que le sabía tan delicioso y pervertido. Disfrutó lo que pudo hasta que llegaron las noticias de la enfermedad del Duque, por lo cual su amante debía partir cuanto antes para cumplir con sus obligaciones como heredero. Aemond le rogó que lo llevara con él, que no podía alejarse de su lado, que lo necesitaba para poder vivir, pero su petición se vio negada. El rubio entonces lanzo la pregunta.
-Dime ¿Qué soy para ti?, porque creo que no me está quedando claro Lucerys- y su respuesta le cayó como un balde de agua fría.
-Tengo un deber que cumplir, lo que hacemos no es correcto a los ojos de nadie, nuestra vida puede correr riesgo, no puedo llevarte conmigo-, le menciono Lucerys mientras emprendía hacia la salida de la alcoba pero fue detenido por Aemond quien lo giró para encararlo.
-No me has respondido Lucerys, ¿Qué somos? si ya hemos recorrido toda nuestra piel, si entre tú y yo, sabemos que no hay nada más por conocer, dime Luke -mencionó abrazándolo lo más fuerte que podía dejando escurrir gruesas lagrimas por sus mejillas- porque hasta donde yo sé hace tiempo que ya dejé de ser tu tío, entonces te vuelvo a preguntar-Alzó su rostro para apreciar su rostro cuando respondiera- ¿Qué somos? porque francamente te juro que no lo sé-.
El chico de rizos castaños apretó sus labios para reprimir las lágrimas mientras lo observaba fijamente, alzó sus manos para tomar el rostro ajeno acariciando sus mejillas con parsimonia -Eres lo mejor que me pudo haber pasado en mi vida, eres el sol brillante en mis días nublados y la luz que me guía en mi errante camino, pero quizá en otros tiempos, cuando no estemos gobernados bajo los arcaicos y mezquinos pensamientos de nuestra sociedad, podamos estar juntos hasta el final de nuestros días-Le plantó un solo beso más que le supo amargo y partió de la habitación dejando atrás a un Aemond hundido en lágrimas y el corazón destrozado.
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El rubio se sobresaltó saliendo de sus recuerdos al oír a su hermano carraspear a su lado para que notara su presencia.
-¿Por qué no vas tras el?-, Aemond atinó a verlo de reojo antes de volver a suspirar.
–No es tan fácil como parece Aegon, no puedo simplemente bajar ahí y delante de todos abrazarme a su pierna mientras le ruego que me lleve con el dando un lamentable espectáculo-. Escucho una pequeña risa proviniendo del contrario girando por completo a verlo con cierta molestia.
-Admito que sería divertido de ver esa escena y más ver como nuestra madre queda en completo estado de shock al presenciar todo, en ese mismo instante creo que los bañaría en agua bendita mientras recita oraciones de arrepentimiento dándose golpes en el pecho- dijo con cierto tono divertido para después sonreír al ver que le causaba gracia a su hermano. –Mira, sé que no puedo darte el mejor consejo de amor debido a mi reputación de pasar por debajo de las faldas de cualquier chica del reino, pero como tu hermano mayor, me duele verte de esa manera sabiendo que pueden ser felices-.
Aemond lo miró por unos momentos en silenció para después volver su vista hacia el jardín donde encontró a Lucerys, que lo estaba observando mientras la comitiva se encontraba distraída debido a que su padre, la cabeza de la familia, daba un pequeño discurso de despedida. Con algo de nervios, el rubio se alejó de la ventana para posteriormente recargarse en la pared cerrando sus ojos controlando sus sentimientos. Aegon, con preocupación se acercó a su lado para contenerlo con un abrazo, trataba de reconfortarlo, a pesar de no ser tan unidos, le dolía ver como su hermano menor se encontraba tan devastado.
-Me iré de aquí Aegon- se escuchó amortiguado debido a que su cara estaba enterrada en el pecho del contrario.-No podría soportar vivir en la misma ciudad que él, encontrándolo en las reuniones y celebraciones, me sentiría más humillado soportando su presencia junto con la que será su próxima esposa según dictan los deberes de su título- mencionó con el tono de voz quebrado al decir lo último.
Aegon se separó de el para acunar su rostro brindándole una sonrisa cálida maternal.-Te extrañare horrores, no tendré a mi hermanito para cubrir mis travesuras, pero sé que esto te hará un bien y que a donde sea que vayas serás más libre que aquí-. El otro rubio sostuvo sus manos apretándolas por un momento para después alejarse de su tacto pero sin dejar ir sus manos. –Esperare tus cartas, en todo momento quiero saber dónde te asientas, no me dejaras en el olvido-. Aemond asintió mientras una mucama le avisaba que sus pertenencias ya se encontraban listas y empacadas en la puerta de servicio para salir escondido en el carruaje de servicio, por lo que le brindó otro abrazo a su hermano mayor y posteriormente depositó un suave beso en los labios ajenos haciendo sonrojar al mayor logrando ensanchar su sonrisa. –No me quieras contagiar de ti Aemond, adoro mucho a las mujeres-.-Quiero que guardes ese beso muy bien por qué no se va a repetir-. Mencionó también mientras caminaba hacia fuera de su habitación. –Espero puedas controlar a nuestra madre cuando se entere que he desaparecido- le guiño el ojo y cerró la puerta dejando atrás esa etapa de su vida de sufrimiento y rectitud para poder comenzar de nuevo, no como el príncipe heredero Aemond Targaryen, si no solo como Aemond, el hombre que alguna vez amo a otro hombre y fracasó en el intento de vivir libremente junto a él.
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Good bye for now
Short StoryEl principe Aemond Targaryen siempre ha estado enamorado de su sobrino Lucerys Velaryon. ¿Su amor podrá prevalecer a los prejuicios? Ambientado a principios de 1800, en la época de la regencia.