29

25 4 8
                                    

Cuando despierto, Allan no está a mi lado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando despierto, Allan no está a mi lado. La realización me hace sentir triste pero me obligo a salir de la cama e ir al baño a lavarme los dientes y hacer mis necesidades. Una vez estoy medianamente decente voy a la cocina, donde me encuentro a Marcos y Allan juntos.

Oh, mierda.

Mi hermano es un sol pero cuando se trata de mis novios suele ser un poco bruto. Le aterra que me hagan daño así que la idea de ellos dos solos me pone nerviosa. Pero cuando me acerco descubro que Allan tiene una mano en el hombro de mi hermano y le dice algo en voz baja.

Cuando me oyen, se separan un poco y Marcos limpia disimuladamente sus mejillas. Mi ceño se frunce.

—¿Todo bien? —pregunto, abrazándolo.

Allan aprovecha para disculparse diciendo que debe hacer una llamada.

—Sí. Todo bien. —Pasan varios segundos antes de que vuelva a hablar—. Creo que Allan podría ser mi favorito de todos tus novios.

Arrugo la nariz.

—Si lo dices así suena como si cambiara de novio cada semana.

Eso lo hace reír.

Me acerco un poco más hasta que hablo prácticamente contra su oído.

—¿Estás seguro de que todo está bien?

Él asiente.

—Sí, enana. Creo que necesitaba esto.

—Aún no sé qué es esto.

—No importa. ¿Tú cómo estás?

Vacilo.

—No lo sé —murmuro y es cierto. No tengo idea de cómo estoy—. Sigo confundida y dolida pero… Una parte de mí está feliz. ¿Eso tiene sentido?

—Lo tiene. Claro que lo tiene.

—Es que… Bill es increíble y… —Mi garganta se cierra—. Sé que Isabel está muerta pero nos amaba. Nos eligió aún sabiendo lo que sucedería con ella. Y… no lo sé. Se siente bien saber que alguien me quiso tanto aún sin conocerme. Pero me siento terrible por siquiera pensarlo.

—No tienes porqué sentirte así. Está bien. Es entendible.

Nos quedamos en silencio varios segundos.

—No sé cómo voy a hacer para ver a Bill mañana en la librería.

Marcos suspira.

—¿Por qué no le propones que venga a cenar esta noche? Podríamos hablar con él y así sería más fácil.

Tuerzo los labios.

—¿Estás seguro? No quiero que te sientas incómodo ni…

—Estoy seguro. Mientras antes le digamos, mejor.

Asiento con una pequeña sonrisa en los labios.

La verdad es que estoy aterrada pero hay algo más escondido. Esperanza. Esperanza de que tal vez Bill se tome bien la noticia y al fin tengamos un padre que nos ame.

Hasta que aprendas a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora