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Mew se sorprendió de lo fácil que le había resultado salir. No creía en esa excusa de que quería visitar las tiendas electrónicas, ya que ese día no tenía clases, cuando la dijo. Pero su padre había asentido, sin siquiera levantar la mirada de sus informes del Ministerio de Defensa, y su madre, quién ya parecía estar de mal humor desde temprano porque le habían entregado un informe equivocado de la planta potabilizadora de agua, apenas murmuró un " no regreses muy tarde". Y Mew se apresuró a salir antes de que alguno de los dos se arrepintiera.

Había pasado casi todos los veranos de su niñez allí, pero ahora apenas reconocía alguna que otra casa del asentamiento. Los tanques de agua pintados de negro- color característico de las casas habitadas por palestinos- tan habituales cuando Mew era pequeño habían sido reemplazados por los blancos, característicos de las familias israelíes.

Sabía que ya no quedaban familias palestinas viviendo allí. Habían sido transferidas al barrio Khna Yunis, allí mismo en gaza, detrás del muro... Mew había escrito cientos de cartas a ese barrio, donde se había mudado su amigo Gulf. Ninguna de esas cartas había sido respondida.

Por un segundo, ante aquel recuerdo, los pasos de Mew se tentaron por tomar el viejo camino paralelo al muro. Sabía que aquel asentamiento de Khan Yunis no quedaba muy lejos de una de las entradas Sureste. Pero al rememorar la desazón que había sentido por mucho tiempo, el no recibir ninguna noticia de Gulf, lo volvió un poco orgulloso y deliberadamente tomó el camino contrario.

Cuando llegó a su destino, al que había planeado ir originalmente, sintió que el corazón se le aceleraba en su pecho.

Una postal increíble, impactante, y hasta un poco aterradora, se abría frente a sus ojos : el suelo adoquinado del puerto de gaza, los montículos de basura malolientes formando hileras paralelas a lo largo de toda la costa, carpas improvisadas, pequeños botes atados a la orilla y más allá el fabuloso mar Mediterráneo, con su coloración única de un verde azulado que no existe en ningún otro lugar del mundo.

Mew dió un suspiro. Amaba ese mar. Cualquier persona que naciera en sus costas, viviría su vida eternamente enamorado del Mediterráneo, estuviera donde estuviera.

A aquellas horas de la mañana, las arenas estaban vacías. Mew se sentó cerca del agua y suspiró. Miró hacia un lado y hacia el otro y se dejó llenar por el silencio. Cerró los ojos un momento y sin ningún esfuerzo su mente lo llevó a aquel triste día de la despedida.

Ni todo el enojo, ni todo el orgullo de todos los años que habían pasado, habían logrado borrar aquel recuerdo del corazón de Mew. Y el joven sentado sobre la arena dorada, se entregó por completo a aquel recuerdo tan dulce ...

Recuerdo que se sentía tan intenso como la primera vez...

MAKTUB - Estaba Escrito... (Long Version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora