APOCALIPSIS

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Beep, beep solo se escuchaba el sonido del monitor cardiaco, en la sala del hospital, Eliot abrió los ojos lentamente mientras trataba de adivinar donde estaba, una voz familiar lo llamo por su nombre, él la reconoció mientras recobraba la conciencia y se percataba que estaba en el hospital, no había mucha luz parecía tenue la sala, el giro la cabeza hacia la venta y vio que estaba nublado luego miro a su alrededor y vio a Carla y a la madre de ella sentada en el sofá, Carla se acercó rápidamente con lágrimas en los ojos preguntándole que como estaba, Eliot suspiro y bajo la cabeza avergonzado por la madre de Carla, era un momento embarazoso luego de haber intentado quitarse la vida, Carla no dejaba de preguntarle que como estaba.

—Estoy bien, ya deja de llorar me harás sentir más miserable de lo que me siento ya —murmuro el con voz muy baja. —puedes correr las cortinas? quisiera ver cuando comience a llover.

Ella lo abrazo mientras lloraba, la madre de Carla estaba haciendo una llamada por el celular mientras se levantó del asiento y fue a abrir las cortinas.

—Lo siento Eliot, pero he llamado a tu madre creo que necesitas estar con alguien en estos momentos, tienes suerte de que Carla fuera a visitarte y te encontrara aún con vida. —dijo la madre de Carla con tono muy serio.

—Lo siento señora Fukushima, me apena mucho esta situación —avergonzado respondió Eliot.

—Hay personas que se preocupan por ti, aunque no lo pienses así. —dijo ella mientras se acercaba y le tocaba el hombro. —me alegro de que estes bien, espero que no mates del corazón a Carla, eres el hermano que nunca tuvo, deberías cuidarla y no hacerla sufrir.

—Ya mama! No lo sermonees tanto. —replico Carla.

—Bueno! Tengo cosas que hacer así que me iré yendo, espero te mejores Eliot, ya hablare con tu madre después. —dijo la señora Fukushima muy seria. —Carla se quedará contigo hasta que llegue tu madre, por suerte hoy es sábado y no trabaja.

—Gracias señora Fukushima y disculpe la molestia.

La señora Fukushima era una persona muy seria y recta, no era de reír mucho, era japonesa con un carácter muy fuerte, después de despedirse de Eliot salió de la habitación.

—No pudiste elegir otra madre? —le pregunta Eliot a Carla con sarcasmo.

—Es la que me toco, así como el amigo idiota aquí presente.

—Que mala suerte tienes.

—Mala suerte tendrás tu cuando tu madre llegue aquí.

—Caray! Sera un dolor en el trasero —murmuro Eliot.

—Tienes suerte que fui a verte y más suerte que dejaste la puerta entreabierta y pude entrar y encontrarte —Dijo ella. —sé que estas cansado de oír lo mismo, pero no puedes hacerte daño sin lastimar a las personas cercanas a ti, Eliot el alma sentí que se me salía del pecho al verte alli tirado casi sin vida. —sollosa y llorando con las palabras entrecortada le hablaba Carla.

—Ya no llores, sabes que no me gusta verte llorar.

—Pues no me hagas llorar sabes que soy muy sensible, no quiero perderte Eliot, por favor vive.

Eliot muy triste la abrazo fuertemente y le dijo que no lo volvería hacer, ella hizo que él se lo prometiera y él lo prometió, porque la quería bastante.

_—La vida no es fácil lo sé, pero necesito tenerte siempre ya verás que poco a poco las cosas van a mejorar y volverás a reír y nos reiremos de esto. —le dijo ella mientras estaba recostada en su pecho mientras lo abrazaba.

Pasado un rato un doctor entro a la sala, se oían sus pisadas sobre el piso reluciente, él saludo y se acercó con varios papeles, Carla se levantó para que el doctor pudiera examinarlo mejor el saco su estetoscopio y le hizo varias inspecciones, Eliot se percató de su nombre en la placa sobre la bata médica, era el Dr. Hook parecía muy amable y era muy joven.

OcasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora