I - Voice

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"Jonily Zaky, pasa inmediatamente a la oficina," salió del parlante

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"Jonily Zaky, pasa inmediatamente a la oficina," salió del parlante. Nuevamente escuché esa voz irritante, que en persona era aún peor. Se veía venir. Y, seguramente me hablarían para cosas tontas como si fueran importantes, siempre es así.

Me dirigí lentamente, ya bastante fastidiado. Tenía muchas ganas de gritarle al viejo que se callara. Giré la manija. La puerta hacía un sonido horrible, pero por extrañas razones no la cambiaban. Ahí estaba el viejo con su típica cara de amargura diaria, aplastado en su silla. Debía de ser muy cómoda para que no se cansara de estar ahí. Asomé la cabeza, y él me dirigió una mirada de "pasa". Bueno, en realidad era la misma mirada de siempre, pero ya sabía que no quería hablar conmigo, je.

—Zaky, ¿encontraste los papeles que te dije? —dijo con voz firme. Obviamente los tenía, me estaba obligando.

—Sí, aquí están. —Puse los papeles en la mesa. Era un portafolio, y no quise ver mucho lo que había dentro, pero parecían ser planos incompletos.

—Bien, puedes retirarte. —

Me fui a mi habitación. Se suponía que era un día de descanso de esas órdenes, pero aún me las daban. Ahí estaban mis compañeros, ninguno de los cuales era parte del grupo especial. Casi no me relaciono con ellos, aunque sean muy tontos. Ya me acostumbré.

A veces, el niño pequeño y rubio de unos 5 años no me deja dormir porque se la pasa jugando a que es un actor. Supongo que a ninguno de los demás. Justamente estaba haciendo eso cuando quería tomar una siesta tranquilo.

Pero finalmente, después del intento de siesta, pude dormir, muy poco, quizás ni siquiera estaba totalmente dormido. Aún tenía sueño. Odio cuando tengo la oportunidad de dormir plácidamente durante un largo tiempo y no puedo hacerlo, y luego despierto aún más temprano. Siempre me pasa.

Eran las 5 de la tarde, y lo que me despertó fue el ruido de una campana que anunciaba la hora de la comida. No quería comer. Tenía hambre, pero simplemente no me daba la gana. Aun así, tenía que ir; de lo contrario, vendrían personalmente, e incluso podrían traer doctores. La comida consistía en papas preparadas de diferentes maneras: papas fritas, puré, croquetas y cualquier otra forma posible de cocinar papas. Solo tomé un vaso de agua y un poco de puré para evitar que me llamaran la atención.

Los niños más pequeños, de alrededor de 4 años, siempre estaban contentos. Desearía estarlo yo también.

¿Qué más se suponía que debía hacer ese día? No había muchas cosas interesantes en realidad. ¿Tal vez solo mantener las cosas en calma? A veces odio esos días. Es como si, cuando no sigo ninguna orden, me siento inútil.

Decidí ir a la biblioteca. No buscaba nada en particular; solo quería distraerme un poco. La biblioteca estaba completamente vacía, o al menos eso parecía. Había un niño del grupo especial, de mi edad. No recordaba su nombre, para ser honesto, no recuerdo el nombre de nadie.

Tomé un libro que parecía tratar sobre carnibales. Me senté junto a él, pero no tenía ninguna intención en particular. La verdad es que me daba miedo ese lugar. La última vez, encontré una cucaracha, y bueno, mi mayor miedo son las cucarachas. ¡Son prácticamente inmortales! ¿Cómo no iba a asustarme?

El niño estaba leyendo un libro que no reconocí. La portada era de un color café, parecía que hubiera sido escrito a mano hace muchos años. Las hojas estaban muy desgastadas y el libro era bastante grueso.

No quise ser demasiado curioso, así que me concentré en el mío (al final no entendí nada, la verdad), pero estaba tan absorto que las horas parecieron pasar rápidamente. Seguramente ya serían las 11.

Cuando finalmente dejé el libro, me di cuenta de que el niño se había ido. La biblioteca estaba muy oscura sin las luces encendidas.

De repente, escuché un grito, un grito horrible, como los de las películas de terror, muy exagerado.

Me asusté, y muchas ideas pasaron por mi cabeza, todas razonables. Pensé que el anciano había matado a alguien porque se volvió loco, o cosas relacionadas con eso. Spoiler: Resultó ser solo un niño jugando al asesino.

Supongo que debería dejar de ser tan miedoso. Tal vez solo estoy un poco traumatizado.

Me fui a dormir.

Esta vez, sí pude descansar bien, pero lo que me despertó fue una discusión. Reconocí las voces, esas voces irritantes. Sin embargo, hacía mucho tiempo que no escuchaba la segunda voz.

Era la del Roncón, o mejor dicho, el señor Chávez. Nunca supe con exactitud por qué no lo llamaban así. Estaba aquí antes de que yo entrara, y aunque no era muy viejo la última vez que lo vi, en poco tiempo parecía haber envejecido mucho. Ni siquiera sabía su edad.

Ese señor gritón siempre era quien castigaba a los niños, y los que habían estado aquí más tiempo sabían exactamente quién era. Afortunadamente, solo estuve unos meses en esa época.

Mi habitación era la más cercana al patio trasero prohibido, por lo que supe que estaban en esa parte. Lo más probable es que ya hubieran despertado a varios niños más con sus gritos.

—¡Nelson! ¿Cómo se te ocurre? ¿No te importa si vas a la cárcel? —Dijo el Roncón, con una visible furia.

—No, no me importa. De todas formas, no me quedan muchos años aquí, así que al menos quiero morir feliz. —Respondió Nelson.

—¿Feliz? ¿Qué hará que seas feliz? Eres un loco, de verdad. Haz lo que quieras, pero si te metes en problemas, no me involucres a mí, porque no tengo nada que ver contigo y mucho menos te ayudaré. —Finalizó. —Al menos no te delataré, ¿eh? —

Entró rápidamente en su coche y se marchó sin mirar atrás. Ahí estaban los niños que iban a por un vaso de agua, observando la escena, y se apresuraron a regresar a sus habitaciones.

Miré el reloj, eran las 4 de la mañana, demasiado temprano. ¿Por qué habría llegado a esa hora? No lo sabía, tal vez me quedara con las dudas. Seguramente nunca me lo contarían debido a mi insignificante puesto, o quizás porque podría ser tan chismoso que se lo contaría a todos.

Tal vez yo y otros no podríamos volver a dormir esa madrugada.

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