La huida

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1ª . CAPITULO.

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La huida

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Si algo tenía el túnel de esa cueva era oscuridad, apenas iluminada por unas antorchas, Ranma se alejaba de la ciudadela donde vivía. Una ciudad escarpada en el interior de esa montaña.

Si algo odiada Ranma más que nada era la ciudad donde vivía. Era una ciudad sucia,  que olía mal, olía a cerrado. A comida podrida, a la suciedad de sus habitantes, a humedad malsana. Ranma no aguantaba esa suciedad.

Si algo destetaba Ranma era su raza, Ranma pertenecía al arborecido pueblo de los orcos. Ninguna raza tenía aprecio a su estúpida raza, pero estaba seguro que nadie la odiaba tanto como él. Se sabía menospreciado, por los súbitos de su padre, pero a él no le importaba que lo despreciaran.

Su padre lo había preparado para ser el mejor guerrero de su raza, y lo era, pero odiaba con todo su alma serlo, más que guerrero, quería ser libre, le gustaba pasear a la luz de la luna, salir de esa infecta cueva y respirar el aire sano del bosque. Le gustaba pensar que huía y viajaba por el mundo.

-¿Un orco viajero?- se dijo con ironía- ¿cuando se ha visto un orco viajero?

Le gustaba nadar en el lago por las noches, y observar las estrellas. Ranma era un extraño en su raza, no se sentía un orco. Por extraño que pareciera tenía ascendientes elfos y humanos, pero tampoco pertenecía a esas razas.

Su padre le contó con orgullo como un antepasado suyo secuestró y violó una elfa, el resultado de esa violación fue un orco más inteligente y más dotado como guerrero que los demás. También le contó que el nieto de ese híbrido orco- elfo hizo lo mismo con una humana. De esa uniones descendía él.

Ranma no sintió el orgullo de su padre, si no todo lo contrario, sintió desprecio asco por sus antepasados. Ese joven guerrero orco sabía de donde le venía esa inquietud de no sentirse de ninguna raza.

-Después de siglos naciendo puros orcos en mi familia,  nazco yo siendo un híbrido, el primero en nacer que se ve que pertenezco a las tres razas. Mi parte humana, mi parte elfa y junto con mi parte orca me están volviendo loco- murmuró el joven.- aunque tengo la aparecía de un orco, aunque soy muy guapo.- dijo con doble ironía.

Aunque para el resto de habitantes del mundo era un feo ser, para su raza era un ser muy guapo, y eso le hacía sentirse mal por las dos cosas.

-La belleza está en los ojos de cada ser. Para nosotros un orco puede ser bello, y para un  humano feo, y al revés, un humano para los ojos de un orco es feísimo- Ranma negó con la cabeza.- Las razas de este mundo estamos locos.

No llevaba su habitual armadura, la cual despreciaba, era una armadura orca, demasiado tosca y vulgar, para su gusto.  Ahora llevaba una camisa oscura y pantalón negro, y encima de ellos una vestimenta también oscura con capucha. Quien lo veía vestido así pensaba que era un espíritu y huía. Su calzado eran una botas de color negro, ideales tanto para andar por los caminos por donde iba ir Ranma, como para cabalgar.

Iba armado con su espada, forjada por el mismo, a su gusto. Para hacerla había seguido las instrucciones de un libro que le dejó su mentora. Sabía que era la mejor espada que había en el reino de los orcos, que era anhelada, tanto por su padre como su hermanastro. Pero todos sabían que esa espada tenía un hechizo, sólo podía ser empujada por él, quien la cogiera su permiso, moriría al instante. Todos vieron morir al incauto que se atrevió a cogerla.

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⏰ Última actualización: Jul 26 ⏰

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El orco y la elfa,título ProvicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora