Zeus, dios del rayo, Rey de los cielos y de los dioses se había enamorado perdidamente de su hermana la diosa Hera, una diosa con una belleza increíble, con un corazón gentil y con una gran inteligencia y astucia, aunque con un carácter e ira incont...
No cabía duda, Ares siempre estuvo enamorado de su tía Afrodita, además, ¿Quien no lo estaría?, era una de las diosas más hermosas del panteón Olímpico. Pero la rabia que tenía porque su padre la caso con Hefesto no se había ido, y quería saber si aún así podría tener algo secreto con ella. Hefesto se iva a trabajar a un volcan para forjar más y más herramientas por largos periodos dejando a Afrodita sola. Hefesto a pesar de amarla mucho, no le dedicaba tanto tiempo por su trabajo, aun así, le creaba las más hermosas joyas con las más diversas piedras y gemas de distintas formas, colores y tamaños y le enviaba todo tipo de regalos hermosos.
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De todos modos Afrodita se sentía demasiado sola, además de que su corazón siempre le perteneció al dios de la guerra.
Un día, Afrodita salío a tomar aire freso, cuando ve al hermoso dios herido caminando para llegar a casa. En ese momento su corazón se aceleró y no dudo en ayudarlo. Ares venía de otra de sus guerras, estaba todo cubierto y manchado de sangre, y al igual que Afrodita, Ares al verla, se le eriza la piel y le late rápido el corazón, y al ver que Afrodita se acercaba a verlo, se emociono aún más.
Desde ese día, Ares y Afrodita se encontraban, hasta llegar al punto de unirse carnalmente a las espaldas de Hefesto.
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Lo hacían de noche, porque si Helios, la personificación del sol los veía, iva a decirle inmediatamente a Hefesto, porque , si por algo era conocido Helios, era por ser un amante empedernido al chisme.
Ares dejó de asistir a guerras por estar con Afrodita. Incluso a su padre Zeus se le hizo extremadamente extraño de que su hijo problemático no haya tenido mas batallas. . . .
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