Capitulo uno: El comienzo de todo.

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Qué lindo es el atardecer... Cuando el sol se oculta y decide ya no brindarnos su resplandor, cuando las nubes se vuelven más espesas de lo que eran y cubren el cielo completamente... Cuando todo se vuelve oscuro y sale la luna a brindarnos su tenue brillo... 


El atardecer me recordaban a mi vida, como todo a principios de esta se veía tan mágico y brillante... Y luego con el tiempo se fue descendiendo y creándose un túnel negro y oscuro sin ninguna luz o escape de donde salir... Sin guías para saber dónde es la salida.


Porque en muchas ocasiones quería coger una escoba y quitar el polvo de mi alma... Pero eso no era posible. Sentía como cada vez me hundía en mi desesperante buscar de sacarme de ahí... Movía mis manos hacia mi frente en busca de alguna brecha... Y no... No estaba ahí.


Que mala educada soy, se me olvido presentarme... Mi nombre es Harriet Martinez y actualmente tengo quince años viviendo en este planeta, quince años callándome todo lo que he sentido... Por miedo, quince años soportando insultos y no poder defenderme debido a que sería peor, a salir más lastimada de lo que estoy. Ciertamente recuerdo como empezó todo esto, recuerdo como comenzó mi vacío existencial, recuerdo como comenzaron los abusos... Lo recuerdo todo muy bien. Tenía apenas trece años de edad cuando por cinco mil octava vez, mis padres decidieron mudarse de nuevo. Otra nueva vida, otra nueva experiencia, otra nueva actitud, otra nueva Harriet... Estaba perdida. Cada vez que lograba encontrarme ellos decidían mudarse y comenzar otra vida. Nunca pude desarrollarme bien. Nunca pude tener amigos fijos, amigos verdaderos. Ella quiso ingresarme al POMAVID. A un politécnico que quedaba por Villa Duarte. No estaba tan emocionada, ni siquiera quería estar ahí... Pero quien diría que ciertas tres personas cambiarían mi sentir y pensar de las cosas y pintarían mi mundo de color... Ellas... Ellas me devolvieron el sentido a mi vida. Y si no las hubiese conocido no estaría viva... Tal vez me encontraría tres metros bajo tierra ahora mismo... Gracias a ustedes estoy viva. Y sé muy bien que ellas saben quienen son, pero las mencionare como quiera: Marie vissons, Melissa O'neal, Cat Swifttie .


Muy pocas personas habían podido ingresar ahí y yo era una de las muy pocas... Pero... No me sentía con esa fortuna de poder estar ahí. Recuerdo la última prueba que me tenían que dar, creo que era la académica o psicologíca, no me recuerdo bien de ese detalle. Mi madre y yo habíamos discutido dos esquinas antes de llegar al politécnico, no quería entrar con malas vibras allí, además que... Había llegado tarde, así que me puse mis audífonos y me puse a escuchar "Beauty and a beat" de Justin Bieber a todo volumen, y lo mejor de todo fue me dieron ganas de bailar y no reprimí mis impulsos... Había varias personas ahí y no me importo, comencé a bailar y a cantar a todo pulmón, tenía mis audífonos, no escuchaba las críticas, no escuchaba a mi madre, ignoraba cada vista rara... Solo existía yo y mis ganas de sentirme mejor, para la última prueba.


-TU TE HAZ VUELTO LOCA. -grito mi madre al arrancarme los audífonos. Algo en mi hizo crack y estoy de vuelta hacia la realidad. No le dije nada, ni voltee mi vista hacia las personas que miraban la escena, no me importaba. Camine hacia la dirección y me senté a esperar el turno que me tocaba, me indicaron donde era que tenía que coger el examen y camine sin dirigirle la vista a mi madre. Quería reírme sobre la locura que cometí anteriormente y no podía. Apenas era la tercera vez que me veían como para yo darles razones para que me llamaran loca. Mejor espero a mitad de año escolar para poder hacerlo.


Cuando estaba a llegar a la puerta, sentía nervios. Llevaba una falda de lunares, con una blusa de mangas largas color blanco y unas bailarinas negras. Todos me miraron raro. A la mierda.


Actué como si no me importaba y me dispuse a llenar mi examen. Había una chica que no se callaba e intentaba caerle bien a todo el mundo, hablaba... Y hablaba, y hablaba. Su nombre era: Channel Sommers. No la soportaba a decir verdad. Ella estaba en un extremo de la fila y yo en otro y escuchaba claramente todo lo que hablaba, me resultaba irritante. Típica chica que quería ser popular y quería que la pusieran en un pedestal de oro... Entregue mi examen, y la psicóloga que los daba se puso hablar... Osea, ella no tenía que hablar. Si... Al parecer mi locura matutina ya había caducado y me estaba comportando de una manera algo amargada. Me dispuse hablar con la que se sentaba atrás de mí. Pero no decía nada interesante... Ni siquiera gracioso, así que que me dispuse a mirar hacia la nada, era más interesante que escuchar a esa chica. Solo quería llegar a mi casa y mirar hacia el techo a pensar en cosas sin ningún sentido.


Mire hacia la ventana, era un día muy bonita aquel... Con el rio Ozama a tu vista, el sol resplandeciente, las nubes dispersas y el cielo de un color azul sumamente brillante... Qué lindo. Recuerdo como me perdí mirando aquello... Era completamente hermoso.


La voz de la tipa no me dejaba perderme completamente, que se calle por Dios... Cuando la psicóloga dijo que podían salir, deje que la tipa esa, salga primero, para luego yo salir. No quería ver a mi madre, todos a mi alrededor seguro correrían a decirles a sus padres lo bien que le fue, mientras tanto yo, solo tendría que mirar al suelo, o perderme mirando cosas... Muchos dirán que hay personas que no tienen padres, que debemos valorar los de nosotros, pero no saben que también existen padres... Que actúan como si sus hijos no existieran... Como si fueran invisibles. Están ahí... Pero al mismo tiempo no lo están. Nunca en las iglesias se dedican hablar de ese tema, siempre ponen a los niños lo culpables de todo... Leen el versículo donde dice que respeten a los padres, pero no leen el siguiente donde dice que los padres deberían también ponen su parte.


Mientras caminaba no me interesaba conocer a nadie... No me interesaba hablar con nadie, ni siquiera hacer simpatía... No me interesaba sonreír, ver chicos... Hacer amistades... NADA. Solo quería llegar a mi casa y encerrarme en mi mundo... Pero siempre el destino hace una de las suyas. Al levantar mi vista, choque con la de un chico... Un chico que... Me quito la respiración... Era tan hermoso. Pero nunca lo volví a ver, ya que el no ingreso al POMAVID.


A medida que iban pasando los días, me sentía de mal en peor... Me entere tarde que había iniciado las clases y fui la última en entrar... Cuando llegue, mire a mi alrededor, no sabía las reglas. Tenía un montón de pulsas, mi cabello suelto, dos collares, mi celular en la mochila... Me sentía desorientada, los chicos me decían que no se llevaba y yo me lo quitaba, mi coordinadora a simple vista parecía simpática... Pero con el tiempo me di cuenta que las apariencias engañan, ya que se volvió otro demonio en mi vida... Otro peso más... Las primeras semanas me la pase sola, sin nadie con quien hablar. Simplemente porque miraba a mi alrededor y no sabía a quién acercármele.



Hasta que sucedió...

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2015 ⏰

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