18:: Café

7 3 3
                                        

– Nosotras hemos hecho que Dylan y Lucas digan que no puedan mañana –sonrió– ahora tenéis una cita.

– ¿Así que habéis arruinado un plan que le hacía ilusión a Alan por una relación que solo os interesa a vosotras cuando debería ser cosa mía y de Alan si acabamos saliendo o no? Si seguís insistiendo solo vais a arruinar la posibilidad de una amistad. Estáis insistiendo cada vez más, y cada vez estoy más cansada.

– Si lo pones así queda peor de lo que es –suspiró Nadia– pero lo siento, ya no intervenimos más.

– Gracias –sonreí– sé que no lo hacéis con mala intención, pero si acabamos en una relación tiene que ser cosa nuestra. 

– Yo también lo siento y esas cosas –habló Raquel–, pero es que sois perfectos, todos estamos esperando a que acabéis juntos.

– Pues esperad sentados –me senté junto a ellas– y de todas formas, a mí me gustan las relaciones privadas, así que no os emocionéis mucho cuando empiece a salir con alguien.

– Pero a nosotras nos lo cuentas, ¿no? –Nadia me miró algo decepcionada–.

– Cuando llegue el momento. Además, ni siquiera me gusta alguien ahora mismo, queda mucho para eso.

Después de eso hablamos del día de cada una, antes de hacer la cena mientras empezamos una nueva serie. Acabamos por dormirnos en el sofá de nuevo, aunque de madrugada cambié el sofá por mi cama.

Había quedado con Alan en una hora y media, por lo que aún tenía tiempo de salir a correr. Aún no había visitado el gimnasio, me gustaba más la idea de estar en el exterior. Esta vez al menos no me encontré al chico, simplemente corrí hasta el agotamiento. Una ducha rápida y ya estaba lista para afrontar el día de clases tras el café.

Para lo que no estaba lista era para encontrar a una chica saliendo del apartamento de los vampiritos, con los zapatos en la mano y presentando claras señales de haber dormido allí. No puede ser que Alan haya vuelto a aquello.

– ¿Gabriela? –Ella era la última persona que esperaba ver si algo así sucedía, pero era una persona a la que apreciaba–.

– Por favor, no se lo digas a nadie –parecía estar a punto de llorar–. Lo siento, sé que sois amigos.

– No te preocupes por eso ahora, ¿estás bien? –Saqué mis llaves– ¿quieres entrar a casa? Puedes ducharte si quieres, o comer algo.

La chica simplemente soltó sus zapatos en el suelo y vino a abrazarme, empezando a llorar casi al instante.

– Lo siento, no sé qué me pasó, menos mal que no hemos hecho nada, y que la que me ha encontrado eres tú, no me puedo permitir estas tonterías.

– No pasa nada –dí un apretón en el abrazo antes de separarme y abrir la puerta de mi apartamento–. Vamos a mi habitación y hablamos más tranquilas.

Subimos con el máximo silencio posible, no quería despertar a mis amigas.

– Como él se lo cuente a alguien-

– No lo va a hacer, yo me aseguro –pasé un brazo por sus hombros– entonces, ¿no habéis hecho nada? –Negó con la cabeza– eso es bueno, ¿no?

– Sí, pero he pasado la noche allí de todas formas, los rumores no van a tardar en formarse como alguien se entere de algo –suspiró–. Alan fue muy amable, y sus amigos también.

– Menos mal –sonreí–. Nadie va a enterarse de nada, los únicos que lo sabemos somos ellos y nosotras.

– Gracias –se acomodó un poco más conmigo y la cama–. Eres muy buena persona, me alegro de estar en las mismas clases.

Sunset AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora