Los ojos de la pequeña niña reflejaban temor, dolor y una profunda angustia al no poder hacer nada. Sus delicados bracitos se extendían tratando de llegar a los de su madre, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas sin control alguno. Sus pequeños pies pateaban a su captor, y sus gritos resonaban por toda la sala.—¡Mami! ¡Mami! —Su madre intentó correr tras ella, pero su padre la detuvo, haciéndola regresar con delicadeza al suelo, donde la abrazó nuevamente, viendo cómo otro hombre armado se acercaba a ellos. Él sabía que si la mujer corría, no llegaría a la niña; sabía que lo único que lograría sería que la mataran frente a él y a su hija, generando en ella un trauma aún más grande.
Por todos lados, las personas se deslizaban sobre el suelo tratando de escapar. Algunas eran inteligentes y se quedaban escondidas o inmóviles en su lugar; otras entraban en pánico e intentaban escapar. Intentaban, pues, en el momento en que se movían, los disparos atravesaban sus cuerpos sin piedad.
La niña solo aumentaba sus gritos con cada disparo y pateaba lo más fuerte posible, como le había enseñado su padre. Ella trataba de escapar, pero sus intentos eran absurdos. La llevaron afuera sin mucho esfuerzo, y antes de que todo se volviera blanco, pudo ver el rostro de temor de su pequeño hermano, quien intentó correr tras ella. Sin embargo, su intento fue inútil.
•••
Esa noche no pude dormir en absoluto, pese al inmenso sueño que hacía pesar mis párpados. Simplemente rogaba por no cerrar los ojos para no regresar a aquella pesadilla que se repetía una y otra vez. Las pesadillas, hace años, dejaron de ser una sorpresa para mí. No había noche en la que no luchara contra una. Sin embargo, nunca habían sido más que pequeños fragmentos confusos y borrosos de mi pasado. Nunca tuve idea de por qué los tenía, pero desde que lo encontré a él, mis recuerdos se volvieron más nítidos que nunca. Las pesadillas se volvieron perfectamente notorias, con cada detalle en ellas. Pero esa en específico seguía repitiéndose una y otra vez.
—Samantha, ¿podrías ayudar a tu hermana a empacar? —Kyle se iría a la universidad en cuestión de días y no podía soportar la idea de vivir sola con mis padres luego de todo lo que estaba pasando. No le había contado a Kyle, pero sabía que se quedaría sin pensarlo dos veces si lo hacía, aún si eso implicara tener que conducir tres horas hasta la universidad cada mañana. No podía hacerle eso.
—Claro, ma, ya voy —no quise rechistar ante su clara orden. Sabía que en cuanto Kyle empezara a mudar sus cosas, yo tendría que estar ahí para ayudarla. No me molestaba, pero mis brazos no agradecían tener que cargar tantas cajas y bajar dos escaleras más de diez veces al día. Kyle tenía demasiadas cosas y, pese a que la habitación de la universidad no era enorme, ella no se abstendría de llevarse todas sus pertenencias. Planeaba alquilar un departamento más grande en cuanto consiguiera empleo de medio tiempo en la nueva ciudad.
—Kyle, podrías llevarte menos cosas. No creo que tu compañera de cuarto vaya a apreciar que le robes su parte del cuarto para poner tus colecciones de libros —resoplé, dejando una de sus cajas sobre la parte de atrás de la camioneta de papá.
—Evelyn ama leer; estoy segura de que lo apreciará, Samantha —Cuando me llamaba así, lo hacía para fastidiarme y mi humor no era el mejor para aguantar esto, por lo que preferí subir a su habitación por más cajas.
Kyle había tenido la oportunidad de conocer su universidad antes de mudarse y, en el proceso, conoció a su nueva compañera de cuarto, quien estaba allí desde el año anterior. Al parecer, se habían hecho grandes amigas en el poco tiempo que estuvieron juntas y no dejaban de textearse desde que regresó a casa. Mi mente estaba en todo menos en lo que tenía que estar, por lo que, al cargar la caja, tropecé con su estúpido librero y caí sobre la caja. Claramente, Kyle no estaría feliz por ello, así que de inmediato fui a buscar otra.
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Secretos Del Pasado [Editando]
ActionLa vida de Samantha Stewart da un giro inesperado cuando un nuevo chico entra en su vida. Con cada mirada, él no solo la atrae; se convierte en la llave que abre la puerta a un pasado olvidado, uno que nunca supo que existía, y que ahora la envuelve...