Corro por el bosque sin atreverme a mirar atrás. Los aullidos de los cazadores resuenan más cerca con cada paso, pero no me detengo. Mis pulmones arden, mi corazón late desenfrenado, pero sigo corriendo. Me han estado siguiendo desde que destruyeron a la manada. No he parado, porque no puedo detenerme, no cuando llevo en mis brazos a la criatura más hermosa y vulnerable que he visto.Tengo que salvarla, se lo prometí a su madre, se lo prometí a la luna... y se lo prometí a mi mejor amigo.
La luz de la luna guía mis pasos a través de la oscuridad, y los ojos rosados de la bebé que cargo en mis brazos son mi única fuente de fuerza. Con cada kilómetro que dejamos atrás, los cazadores parecen haberse quedado rezagados. Nos estamos acercando a la manada más poderosa, la única esperanza que nos queda. Está al norte, no muy lejos de lo que solía ser mi hogar, mi manada.
Las horas pasan, y el resplandor plateado de la luna se apaga lentamente al romper el alba. Frente a nosotros se alzan imponentes murallas, ocultas por poderosos encantamientos que mantienen a los humanos lejos de nuestro mundo. Sus secretos están bien guardados. Apenas alcanzo las puertas cuando dos centinelas emergen de las sombras.
—Lo llevaremos ante el Alfa —declaran, sin dejarme espacio para protestar. En un abrir y cerrar de ojos, estoy rodeado y escoltado como si fuéramos prisioneros.
Aprieto la mandíbula, ofendido por el trato que nos están dando, como si fuéramos exiliados, pero me obligo a mantener la calma. Mi ego no importa ahora; ella es lo único que importa. Nos conducen a través de una pequeña ciudad, escondida tras las murallas, hasta llegar a un castillo imponente, una obra de lujo y poder. Su fachada parece tan majestuosa como su dueño seguramente será... "Un cretino", pienso para mis adentros.
Entramos por la puerta principal, recorriendo pasillos decorados con mármol y oro. Finalmente, llegamos a un gran salón, y ahí está él. Un hombre de complexión fuerte, sentado en un trono de oro. Su corona, repleta de rubíes, reluce bajo la luz, combinando perfectamente con el tono rojizo de su cabello.
—Alfa Jayden Hendrix —anuncia el centinela con una reverencia antes de dar un paso atrás.
—Aquí están los exiliados que encontramos en la frontera —agrega, señalándonos antes de retroceder con otra reverencia.
El Alfa nos mira con una expresión severa, pero su rostro cambia al ver la pequeña figura envuelta en mantas que llevo en mis brazos.
—¿Quién es ella? —pregunta, con una sonrisa que me pone en alerta.
—Es mi hija —respondo rápidamente, pero él me mira con incredulidad, frunciendo el ceño.
—¡No me mientas! —ruge, agitado. Se revuelve el cabello antes de mirarme de nuevo, sus ojos llenos de furia—. Sé que no es tu hija, su olor no es el tuyo.
—¿De dónde vienes y quién eres? —gruñe mientras revuelve papeles sobre una mesa.
Ignoro su ataque de ira, aferrándome con más fuerza a la pequeña que duerme en mis brazos.
—Somos de la manada Flor de Luna. Ella es la hija del Alfa, y yo soy el Beta. Venimos con la esperanza de que nos acepten en su manada.
El Alfa se detiene por un momento, claramente procesando mis palabras, pero algo en su expresión me inquieta. Está demasiado interesado en la bebé. Sus ojos azules se clavan en ella, y luego vuelve su mirada afilada hacia mí.
—Está bien —dice finalmente, esbozando una sonrisa—. Los aceptaré en mi manada... pero vivirán conmigo.
—¡No! —grito antes de poder detenerme, despertando a la bebé que comienza a llorar.
El Alfa se levanta de su trono y avanza hacia mí con una mirada asesina. Antes de que pueda reaccionar, me arrebata a la pequeña de los brazos. Intento acercarme, pero los centinelas me lo impiden.
Lo observo mientras se sienta de nuevo en el trono, con la bebé en su regazo. La olfatea con lentitud, soltando un pequeño gruñido.
—Mía... mía... —murmura con los ojos cerrados, y luego un gemido apenas audible sale de sus labios—. Luna...
Lo miro horrorizado mientras susurra esas palabras una y otra vez, como si estuviera bajo un hechizo. La pequeña suelta una suave risa, un sonido dulce que, por un breve momento, me llena de calma. Pero la realidad me golpea de nuevo. Hemos recorrido un largo camino, dejando atrás el dolor de la pérdida de mi manada, mi mejor amigo, y la madre de esta pequeña a la que ahora llamo hija.
El futuro es incierto, pero sé que lo que nos espera será tan oscuro como la penumbra que rodea este trono.
Espero que disfruten mucho el prólogo, mis pequeñas lectoras. ¡Pronto subiré el primer capítulo! Estén atent@s a mi próxima publicación.
¿Qué les pareció? ¿Les gustó? Me encantaría conocer sus opiniones en los comentarios.
Sin más que decir, me despido de ustedes.
Nos vemos pronto...... 🫶
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✨ Noches de Luna y Deseo ✨
Про оборотнейEn el silencio latente de la manada, donde el poder fluye con la misma intensidad que los secretos guardados, se teje una historia de deseos incontrolables y destinos entrelazados. Desde el momento en que sus caminos se cruzaron, su conexión fue inn...