Tengo una conciencia estúpida que gobierna mi vida. ¡Maldita Vida! Solo sirve es para joder y no dar buenas cosas... estúpida vida de mierda Joder.
Estaba sentada en los incomodos asientos que te aplastaban el culo de los malditos metro bus, el maldito sonido que te indicaba por dónde íbamos y donde te podías bajar; me molestaba como una mierda que venía en camino en una "Hermosa" mañana.
Ya íbamos por el beckman una escuela muy buena, con buenos alumnos, bueno si quedabas en el turno de la mañana, porque si quedabas en tarde podrías quedar embarazada a los catorce años de edad y no es muy bueno, pero también va depende en la persona es una escuela pública común y corriente, muy buena, pero para mí no, no quería estudiar hay todos los adolescentes van a esa escuela, por eso no tenía ningún mínimo gusto de estudiar en ella, yo estaba decidida ir a estudiar al Instituto América y en ella estoy.
Ya estaba llegando a mi destino, me baje del metro bus ya casi vacío con un parar de personas, caminar en las frías calles de chilibre me hacía sentir bien, buscaba en mi bolsa Jansport negra que mi hermano me había regalado porque él era el chofer de dicha empresa, seguía buscando las llaves de la estúpida casa en la cual vivía, la conseguí para luego insertarla en la perilla fácilmente haciendo que pudiera insertar en ella y las brisas frías ya no chocaran con mi rostro.
Subí rápido a mi cuarto, tire mi mochila, saque mi celular y lo conecte con el cable auxiliar del radio y subir todo el volumen.
Ya había pasado media hora desde que había llegado, me encontraba examinado el techo de mi cuarto, me estaba durmiendo, cuando alguien—Mi madre—toca la puerta.
— ¡Michelle! —Grito después que choco su puño en la puerta—. Esta tu comida servida ¿Vas a comer? —No quería comer pero siempre la sirve sin preguntarme.
— ¡Sí!
Puse mis pies descalzos en las fría baldosas, camine hasta donde se encontraba mi celular lo mire y decidí no quitarlo, estaba sonando <Feel Me De Krewella>
Baje rápido, y me senté en la mesa, en esta se encontraba mi hermano: Rafael de 27 años, Alberto de 25, y Luis de 16 años mi hermano menor. Mire mi plato y no tenía apetito alguno, empecé a jugar con el tenedor, sin probar ningún bocado de esta, suspire y probé la deliciosa comida que mi madre sabe hacer.
— Ya no quiero— dije después de cinco bocados más, me levante de la silla y mire a mi mamá.
— Dáselo algunos de tus hermanos—dijo mirándolos y luego sobando su pancita tratado de decir que estaba llena, los mire y suspire.
— Mejor lo dejare en el microondas, haci si en media noche me dan ganas me la como—dije. Entre a la cocina y lo adentre al micro.
Subí rápido las escales para poder entrar a mi cuarto y seguir escuchando de dicha música. Me quede parada en el marco de la puerta examinado mi cuarto, corrí hasta el baño de mi cuarto, alce la tapa del retrete inserte mi dedo en la boca provocando vomitar todo lo que había ingerido. Me levante tome mi cepillo de dientes y en pese a cepillar a estos.
Mire el espejo — me das asco — grite en mis adentros, busque detrás del espejo una pequeña Gillette para después poner mi trasero en la baldosa. Subí la manga de mi suéter y lo observe para luego observar el pedazo de metal, lo inserte en mi brazo logrando derramar pequeñas gotas de sangre. Después de unos siete cortes en mi brazo, me acosté en suelo, mi muñeca aun votaba sangre.
— Mi vida es una mierda— grite. Ahora lágrimas brotaban por mis ojos.
Me levante del suelo para desvestirme y meterme a la tina de agua. Gotas de aguas resbalaban por mi muñeca provocando un ardor en las heridas. Después de ese baño decidí dormir, pero era algo que no coincidía, observaba todo mi cuarto, decidí apagar la música y enserio ya dormir. Y me dormí.
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Mental Suicide © ||CANCELADA||
Teen FictionEres una víctima de tu propia mente. -Las personas más heridas son las más propensas a soportar los golpes más grandes. Sé tú misma. No importa lo que diga la gente. Incluso si fueras perfecta, te juzgarían.