DIA DEL CUMPLEAÑOS DE KATHERIN

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"¡Pero mira como estas Katherin!, estás hecha un desastre"
"Vendra todo el pueblo a festejar tu cumpleaños número 15, ¿acaso no estas emocionada?" -Exclamó mi madre con su cabello castaño y ojos tan oscuros como el cacao.

"La verdad que no, ¿no puedo tener una fiesta como las chicas de mi edad?" "Es nesesario que venga todo el pueblo?" -Dije con mi cabello castaño recostado sobre mi elegante cama-

"¿Esque no te agrada ser princesa?" "¡Todas las chicas matarían por tener todos estos lujos!" -Termino la frase enseñando mi alcoba con todo perfectamente ordenado.

No era malo tener todo lo que quisieras con solo tronar tus dedos, pero llega ese momento donde quieres conseguir algo por ti mismo, aveces me es tan aburrido tener todo lo que quiero sin tener que hacer nada.

"No le veo lo divertido"-Admiti-"Pero, creo que puedo disfrutarlo" -Termine la oración con una débil sonrisa.

Mi madre me vio a mis ojos color verde, y dio un beso en la cabeza, cuando se acercó a mí senti su delicioso perfume.

"No dejes que nada te haga sentir mal, es posible que algunas chicas te hagan sentir mal, diciéndote mimada o algo por el estilo. Entiende que ellas desearían ser tu y tener todo lo que tu tienes"

Yo no lo entendía, ¿qué tenía de bueno vivir aislada de todo el pueblo? ¿Sin tener amigos? Yo no podía tener una conversación con una chica de mi edad de chicos sexys ¡Oh por Dios! ¿enserio dije eso? Ese no es el vocabulario que debe usar una princesa, creo que debería de hacer algunas amigas en la fiesta, estar demasiado tiempo sola me esta volviendo loca.
Tome un vestido de mi armario, tenía muchos vestidos. Mi madre había elegido un vestido largo color azul con algunos brillos. Estaba hermoso y aunque no me gustaba presumir, tendría que usarlo ya que si no mi madre me daría otro de sus sermones de "¿por qué no te gusta ser de la realeza?
Escogí llevar mi cabello suelto, ya que era ondulado y se veía hermoso (por primera vez en la vida)
Decidí ponerme un labial rojo carmesí, y unas zapatillas. Todos estaban reunidos abajo esperando a la festejada, y eso significa que tendría que bajar las escaleras y son como ¡50 escalones! Eso equivale a que la gente me vea mucho tiempo, ¿y si me caigo? ¿si me enredo con mi vestido? Por un momento ya no quería salir de mi alcoba pero empezó la música: mi señal para salir al salón.

Baje el primer escalón, decidí no mirar al pueblo y mirar el fin de las escaleras, repetía en mi mente una y otra vez: No te tropieces, no te tropieces.
Por suerte llegue al fin de las escaleras sin ningún rasguño, mi padre el rey Armando se sentó en su trono seguida de mi madre, y yo estaba en uno más pequeño que simbolizaba a la princesa.
Había un enorme buffet, no tenía hambre y decidí no probar nada de lo que estaba ahí.
Aproximadamente como a las 10:00 de la noche, el pueblo comenzaron a inclinarse sobre mi y entregarme unos presentes que tenían para mi por mi cumpleaños. ¡Pero qué adorable! ¡Alguien se tomo la molestia de traerme un presente! Extrañamente todos me entregaron un regalo, excepto un chico el cual era bastante atractivo a mi parecer.
Fue a desearme un feliz cumpleaños, a lo cual respondí gracias.

El chico se disculpó de no haber traído un presente, debido a que tenía escasos recursos y no tuvo el dinero suficiente para comprarme algo que una chica como yo pueda usar.
Ese comentario me hizo sentir algo avergonzada, ya que tampoco yo era una hermosura.

Yo le dije al chico que si quería acompañarme a caminar al pabellón, platicamos un tiempo (por cierto, el chico se presentó como Edwin), me contó algo de su vida, me contó cómo murió su madre y se quedo solo en la vida. Ya que su padre jamás había visto por el. Me compadecí de el, aveces yo sentía que no pertenecía al mundo de la realeza. Algo realmente estupido porque ¿quién querría adoptar a alguien como yo? Una chica con tantas dudas de si misma que nisiquiera parecía una princesa.

Edwin me invitó a salir, a lo que yo respondí con un no, ya que en el palacio me mantenían vigilada las 24 horas.
El me propuso escapar e ir al lago del pueblo, sonaba bastante interesante y atrevido. ¡Era la oportunidad perfecta que tenía! Tal vez la única que se presentaría en su vida. La pregunta era ¿lo hago o no?
Decidió ir con hacerlo, se pusieron de acuerdo y se quedaron de ver en el salón mañana a las 4 de la tarde.

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