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🈝𝗜ㅤ 𝗟inda y pequeña joya, quien brilla más que el mismísimo sol y quién posee el poder de cautivar hasta el monstruo más poderoso. Takemichi, la dulce joya de todos aquellos que cayeron a tus pies con una sola mirada, un...
A las afueras de un pueblo lejano, se podía ver una linda cabaña situada en medio del lugar. De ahí, salía un hermoso chico rubio, con ojos como el cielo azul. Este, vestía ropas cómodas y agradable. Detrás de él, salió un hombre más alto que el, este era de cabello marrones y ojos verdes como el bosque. Este, al igual que Takemichi, vestía ropas cómodas y agradable a la vista.
- Takemichi, recuerda no demorarte en el pueblo. Debes volver antes del mediodía. --decía con voz serena y a la vez demandante, teniendo un leve toque de preocupación.--
- Lo se Hiroka-san, estaré aquí ante del mediodía, no se preocupe. --el chico le brindo una linda sonrisa al contrario para aliviar un poco esa preocupación.--
- Está bien Take. Si pasa algo, vuelve de inmediato.
Takemichi, por última vez asintió y empezó a caminar con dirección al pueblo. La mañana era agradable y buena para poder salir a tomar un poco de aire y hacer algunas compras. En este caso, de productos frescos.
Camino y camino, desviando su camino debes en cuando con algún pajarito o alguna flor que veía y le gustaba. Dentro de todo, el camino fue tranquilo y por suerte había llegado bien al pueblo. Allí, fue directo a los puestos a ver qué podia comprar y obviamente, también comprar lo que le fue pedido.
Estaba en un puesto de verduras, estás de veían frescas y comestibles; muy bien maduras, se notaba el esfuerzo con el que fueron cuidadas y cosechadas. Él se fijaba en unos grandes tomates con un rojo brillante, en eso, una conversación de unas muchachas llegó a sus oídos.
- ¿Escuchaste que los príncipes llegarán a la nación hoy?
- ¡Si lo escuché! Dios, es una enorme emoción después de tanto tiempo que estuvieron afuera.
- Tu y tu fanatismo por los hermanos Sanos. --la muchacha rodeo los ojos, mientras guardaba en su canasto unas lechugas.--
- Tu eres igual con los amigos de los príncipes, así que cállate. Es mejor que paguemos y nos vayamos, aún nos falta comparar más cosas.
Con eso dicho, ambas chicas pagaron el contenido que llevaban y se fueron de ahí, dejando a un Takemichi con algunas dudas en la mente. Era cierto que él no sabía mucho sobre los gobernantes de la ciudad, ya que un pueblo en si no llegaba a ser. Por eso mismo le causaba curiosidad el hecho de que aquellos aclamados príncipes llegarán a la capital hoy.
El rubio, luego de seleccionar y pagar los productos que llevaba, camino por las calles, buscando otro puesto de frutas. En medio de su camino, por andar distraído, terminó por chocar con una persona que se encontraba delante suyo, provocando que callera al suelo debido a la poca fuerza que poseía.
- Que dolor, ay~ oh, ¡Lo siento, realmente estaba distraído. Por favor discúlpame! --tan rápido como se dió cuenta, se disculpo con el desconocido, que aún no conocia su rostro.--
- Pero vaya, que chico más torpe. Levanta la cabeza, te lo ordeno --su voz sonaba espeluznante y por eso mismo Takemichi obedeció como un perrito asustado.--
Delante suyo, se encontró con un chico moreno con cabellera blancas y ojos morados como la amatista. No negaría que era extremadamente guapo a sus ojos, pero su mirada y sonrisa le daba miedo, por lo que de forma rápida, volvió a bajar la cabeza.
Por parte del contrario, el chico moreno, cuando levantó la cabeza Takemichi, se quedó enbobado por los brillantes ojos azules del menor. Estos trasmitían tanta pureza e inocencia, a su vez alegría y calma. El chico delante suyo era como un pequeño ser puro que vino a la tierra para curar todos los males y sus preciosos ojos, oh dios, sus ojos eran como un par de joyas de la más alta clase; las más finas y brillantes.
La sorpresa fue tanta, que no pudo ni siquiera hablar cuando el chico volvió a bajar su cabeza con un poco de miedo. Solo reaccionó cuando noto que se estaba por parar, por lo que de forma rápida estiro su mano para ayudarlo.
- G-Gracias. --pronuncio bajito, tomando la mano contraria, para así ser ayudado a levantarse.--
- Discúlpame a mi por haberte hecho caer. Admito que yo también andaba algo distraído. Déjame ayudarte. --a pesar de que su voz seguía sonando terrorífica, se podía notar el leve cambio.--
Takemichi agradeció por la ayuda y se dedicó a recoger todo lo tirado en el suelo. Con la última verdura, la quiso agarrar, pero terminó apoyando su mano con la del extraño. Está acción le hizo sonrojar, por lo que de inmediato quitó su mano y se enderezó, viendo cómo depositaba la última verdura en su canasto.
- Yo, agradezco mucho su ayuda. Y nuevamente me disculpo por haber chocado con usted... --murmuró apenado, se le hacía difícil interactuar con otra gente sin tener vergüenza.--
- Hey, no te preocupes. Por cierto, mi nombre es Izana, ¿Cuál es el tuyo? --pregunto expectante de saber el nombre de aquel precioso chico.--
- Takemichi, Hanagaki Takemichi. --lo miró a los ojos con una pequeña sonrisa, teniendo más confianza ahora que conocía su nombre.--
- Takemichi. --saboreo el nombre del menor, sintiéndose agusto con este.-- es un nombre muy lindo, tal como su dueño.
El pobre rubio tuvo un fuerte rubor cubriendo sus pobres mejillas, que eran expuestas al moreno, que lo veía con aquellos filosos ojos, satisfecho de ver cada movimiento o acción que la parte contraria hacia.
- Bueno Izana-san, yo debo irme. Tengo que hacer algunas compras y debo llegar a casa antes del mediodía.
- Déjame acompañarte Takemichi, después de todo no tengo nada más que hacer y quiero conocer más de ti.
Lo pensó por un par de segundos y al final acepto la oferta, después de todo, un poco de compañia no le vendría mal y no se sentiría tan solo haciendo las compras.
Con la aceptación del más bajito, ambos se fueron al siguiente puesto. Takemichi que puso más atención en Izana, noto la ropa que llevaba y pudo deducir que tal vez aquel chico era alguien importante o venía de alguna familia importante, ya que de lejos se podía notar que la vestimenta que traía puesta, era cara. Bueno, seguramente todo valdría más que su ropa.
Ambos hablaban en el camino, causando un agradable ambiente para ambos y que los dos entrarán en una burbuja donde solo existían ellos dos. Hablaban como si fueran conocidos de hace años. El ambiente era tan hermoso y Izana deseaba poder estar así con el más pequeño por el resto de su vida. No quería que aquello terminará y juraba que si alguien arruinaba ese momento, le rompería la cara.
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⃞͟★ - Aqui con un nuevo capítulo. Espero que sea de su agrado y me disculpo si llegan a ver faltas ortográficas.
⃞͟★ - ¿Quien o quiénes piensan que aparecerá/n en el siguiente capítulo? ¡Los leo!
⃞͟★ - Cabe aclarar que la historia está situada en un Au, por ende, no seguirá el orden canónico del anime y manga. Al igual que habrá algunas actitudes cuestionables, así que lean con discreción jsjs.
