Prólogo

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No pasaban de las siete de la mañana, en el pequeño hotel había música vallenata y unos cuantos señores disfrutando de esta mientras tomaban guarapo, a estos no les importaban los murmullos de la gente, «Tan temprano y tomando» decían muchos que pasaban por allí, pues estos viejos estaban en toda la entrada del hotel, sentados en sus sillas de mimbre mientras golpeaban la mesa que se encontraba en su mitad con un juego de domino a medias. Más adentro se encontraba la recepción del hotel, en ella la recepcionista atendía una corta fila de visitantes, la primera en ella era una mujer joven, veintitantos años, esta estaba pidiendo al parecer una llave para entrar a la habitación de un hombre, según seria sorpresa. Nadie quería decirlo, pero la mujer era una prostituta que quizás había sido contratada por alguien, pero claramente por políticas del hotel no podían dejarla pasar así como así, entonces la recepcionista le pidió un minuto para llamar a la habitación, cogio el sitofono y marcó.

—Buenos días señor Gutierrez, acá en recepción están preguntando por usted, una mujer... entiendo. Señorita por favor adelante, habitación seis.

Fue una conversación corta la cual terminó con la recepcionista dando una copia de las llaves de la habitación a la mujer, quien caminando como si de una pasarela se tratase, sin siquiera dar las gracias se colocó en marcha a cumplir con su trabajo.

El siguiente en la fila se trataba del señor Alejandro Yañez, quien traía consigo una camisa manga larga azul celeste, un pantalón de vestir de esos aliñados de drill y unos zapatos negros que hacían juego con el color beish de su pantalón; en su muñeca izquierda un reloj y en el dedo índice de la misma mano, un anillo. Al acercarse este al mostrador, la recepcionista le habló.

—Buenos días, bienvenido al hotel Nazaret, el hotel más grande del pueblo Nazaret, en que le puedo colaborar.

Tras las palabras de la mujer, el hombre contestó.

—Buenos días señorita, tengo una reserva a nombre de Alejandro Yañez, son dos habitaciones, la otra persona aun no llega así que cuando lo haga por favor darle las llaves de la habitación que a este le corresponde.

—Deme un momento por favor, estoy buscando en el sistema la reservación a su nombre.

Fueron un par de minutos mientras la mujer tecleaba sin cesar buscando en un computador de principios de siglo.

»Señor Alejandro, las habitaciones a su nombre son la número once y la nueve, ambas están en la segunda planta del hotel, aquí tiene su llave, guardaré la otra para cuando el señor Ricardo se presente.

—Muchas gracias señorita.

Tras las indicaciones, el hombre cogio rumbo hacia la habitación número once la cual fue la que le correspondió. Por el camino, éste miraba a sus alrededores encontrándose con un pequeño bar dentro del hotel, las paredes rústicas de este hacían juego con todo el resto del lugar, se trataba de una construcción del siglo pasado, para nada moderna. "Dichoso hotel nos ha pagado la agencia" pensó Alejandro, para luego subir por unas escaleras de granito que lo llevaban al segundo piso. Una vez allí caminó por el pasillo derecho de la segunda planta, encontrándose consigo las puertas de las demás habitaciones las cuales tenían en su frente el número correspondiente que las identificaba. Atravesando dicho camino, el hombre pasó por la puerta número cuatro y número cinco, pero al llegar a la seis pareció escuchar una voz masculina que provenía dentro de la habitación, Alejandro empezó a caminar lentamente intentado oír lo que se hablaba.

—Ya te estoy diciendo que necesitaremos más tiempo, no puedo dejar a Monica de esta manera.

—Entonces me seguirás citando a estos hoteles de mala muerte para vernos.

Esta última era una voz femenina, lo más seguro es que se tratase de la mujer de la recepción, que iba antes en la fila. Alejandro no quiso seguir oyendo y siguió hacia el final del pasillo donde se encontró con la habitación número once. Metiendo la llave dada en recepción pudo abrir la chapa y entrar, una vez adentro lanzó su maletín a la cama y dijo.

—Espero poder terminar con esto lo más pronto posible...

El llanto de las viudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora