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—Hey, Code.

Jeff entró a su casa después de hacer las compras de la semana. Había aprendido, por Bible, que esa era una mejor manera de evitar salir de casa diariamente, encima con tremenda temporada, si bien no hacía demasiado calor, para él era insoportable salir a las calles simplemente aunque fuera solo para hacer compras. Así que, llegó con un montón de bolsas, llevándolas todas directo al refrigerador. Cuando no oyó respuesta de su novio, una parte de él se preocupó, aunque seguramente al final debía de estar tomando solo una siesta como siempre hacía, eso para después levantarse al sentir el olor de comida llenar la habitación. Llegó a su cuarto y observó al pequeño rubio jugando con su cola. La movía de lado a lado, y su mirada perseguía el movimiento, meneando las orejas cada que su cola se mantenía quieta, no era la primera vez que lo hacía, pero tampoco solía sacar ese lado suyo con tanta frecuencia. Él le había dicho muchas a veces a Jeff que su lado felino hacía que se sintiera
humillado. Por eso no maullaba, por ejemplo.

—Te hablé al entrar, Code ¿Estás sordo? ¿De nuevo no te lavaste bien las orejas? Code negó con la cabeza, encontrándose con la mirada penetrante del mayor y entonces pudo ver en esos preciosos y tiernos ojos, que algo no andaba bien. Caminó hasta sentarse a su lado, notando apenas que el rubio tenía un sobre abierto en su regazo. Un sobre grande, todo arañado, seguro el había perdido la paciencia cuando el material no cedía.

— ¿Qué es eso? — tomó el papel y por un momento Code quiso detenerlo, quiso que no leyera, deseó haber tenido la fuerza para ser egoísta y romper en mil pedazos o arrojarlo a la basura, solo que… No pudo.

—Tu boleto de avión, el ciclo acaba en una semana ¿No? Eso dice ahí… Y quieren que te vayas adaptando al cambio, así  que está programado para la semana que viene. Todo pagado, Estados Unidos.

Jeff comprobó con sus ojos lo que su pequeño le decía, se sentía feliz, su universidad le estaba dando la oportunidad de llevar su amor por el arte a un nuevo nivel, de explorar horizontes que nunca antes se hubiera imaginado, pero cuando quiso abrazar a su novio, este se negó, inclinándose hacia atrás, colocando su mano sobre el pecho del mayor, deteniéndolo y apartándolo.

— ¿Qué pasa, Code? —Gruñó, no le gustaba que su novio se negara a besarlo, intentaba comprender pero una parte de su corazón se encogía y enojaba al ser rechazado de esa manera.

Code negó con la cabeza y se acercó a él, quitándole el sobre para sentarse sobre las piernas de Jeff y después de colocar sus manos sobre sus mejillas, atrajo su rostro al propio para besarlo, un beso al que definitivamente no se resistiría ni por muy enojado que esté. El pequeño rubio empezó a mecer sus caderas hacía adelante y hacía atrás, mientras las manos del mayor tomaron su trasero, presionándolo entre sus dedos, robándole un gemido, erizando su larga cola ante el placer que le proporcionaba que lo cogiera así. Tan demandante, con fuerza y posesión.

—Fóllame. —Ronroneó el minino apenas sus labios se separaron,

Jeff por esa fracción de segundo pudo observar los ojos azules de su novio, brillando, llenos de un sentimiento que podía confundirse con lujuria, pero no era eso, lo sabía, le estaba ocultando algo y no se lo planeaba decir. Sintió las manos hábiles del menor empezar a desabrochar su pantalón, sacando miembro de Jeff fuera de la tela, inició con un rápido movimiento de sus dos manos sobre toda la longitud, robándole varios jadeos al mayor, olvidándose por completo de cómo inició ese juego.

—Fóllame, Jeff.

—Code.

Pero Jeff no se resistió. Como siempre, se entregó al inmenso placer que le causaba el cuerpo de su novio. Los gemidos y cada centímetro de él, al igual que la conexión que sentía al hundirse en su interior. Disfrutaba de Code perdido entre tantos sentimientos juntos, hasta que en unas últimas embestidas, ambos llegaban juntos al clímax. Siempre tomados de la mano, descansando el uno sobre el otro. Después de unas largas horas de sueño, se despertó en medio de la penumbra de su habitación, definitivamente Code lo dejaba completamente exhausto. Sonrió, complacido por pasar tan buen tiempo con su bebé. Estiró su brazo para poder atrapar el pequeño y delicado cuerpo de su rubio, cuando, en el intento, su brazo cayó directamente sobre la cama, indicándole lo solo que estaba en toda la habitación. Bufó, imaginando que de nuevo estaba asaltando la cocina, por suerte ahora había comprado unos cuantos bocadillos en la panadería, seguro le agradarían mucho. Espero unos minutos, intentando hacer más sensible su oído para escuchar algún ruido proveniente de fuera de la habitación y al no oír nada por el tiempo suficiente, se atrevió a pararse y caminar a la cocina, comprobando así que no solo estaba solo en el cuarto, sino también en todo su departamento.

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