Capítulo 1

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Había fuego por todos lados, en cada esquina, en cada metro que sus ojos visualizaban. Tosía con frecuencia debido al humo y sentía sus ojos muy llorosos. Restregaba su rostro con sus manos mientras gritaba con fuerza llamando a mamá y a papá. Entonces la puerta de su habitación se partía con un fuerte golpe y a este le seguían más golpes hasta quitarla por completo. Luego, una silueta oscura entraba a su habitación, en su cabeza había un casco con una luz que le daba directo a los ojos.

Esa era la parte del sueño en la que siempre despertaba.

Hoseok se quedó acostado mirando hacia el techo de su habitación/estudio. Casi siempre tenía el mismo sueño, ya no le afectaba como antes, en su época de adolescencia. Ahora como adulto, entendía que era un simple recuerdo del día en el que había perdido a su familia. Trataba de asimilarlo con lógica, era obvio que soñaría con un momento que había marcado su vida para siempre. Por este motivo no le parecía algo extraño ya.

Liberó un pequeño suspiro y luego se levantó de golpe. Volteó a ver su reloj digital sobre una mesa de noche improvisada, este marcaba cinco minutos antes de que su alarma sonara. Giró los ojos dándose cuenta de que pudo haber dormido cinco minutos más, pero no tenía sentido llorar sobre la leche derramada, así que dio por iniciada su rutina del día.

Vivía en un pequeño estudio, en el segundo piso de un café poco popular del centro de la ciudad. El lugar era barato y le quedaba cerca de la estación de bomberos a la que había sido asignado, así que era perfecto. Cómo todo estaba en una sola habitación/estudio, solo tuvo que dar algunos pasos para coger su ropa interior, una camisa y un buzo; y unos pasos más para llegar a la puerta de entrada mientras se colocaba la ropa entre saltos. Se miró al espejo que estaba colocado estratégicamente al lado de la puerta y asintió para luego salir.

Al abrir la puerta había unas escaleras que llevaban hacia el café, si éste hubiera sido más popular, seguramente ese estudio sería una segunda planta donde habrían mesas y ambiente, pero eso no llegó a ocurrir.

— ¡Buenos días! — gritó mientras atravesaba el café, ya trotando.

La chica de la caja registradora le sonrió y respondió con un "buenos días" mientras trabajaba en abrir la tienda lo más pronto posible para que los oficinistas tuvieran un lugar donde comprar café. Era parte de su rutina pero, en realidad, no sabía el nombre de la chica. Cada cierto tiempo el café cambiaba de empleados, así que llegó a no valer la pena amigarse con esas personas.

Hoseok llegó a la calle y comenzó a estirar las piernas. Todas las mañanas hacía lo mismo ya que debía mantenerse en forma. Al terminar de estirar comprobó la hora en su celular, se puso su auriculares y comenzó a correr mientras escuchaba el top cincuenta de canciones más populares del momento. Era su forma de mantenerse al tanto, aunque fuera de algo tan trivial como la música de moda.

Cuando Hoseok corría a tempranas horas de la mañana, se sentía como un fantasma moviéndose entre los edificios altos del centro. No era el mejor ambiente para correr, el cemento de la acera seguramente le pasaría factura a sus rodillas en sus años de vejez, si es que llegaba a su vejez. Pero por el momento lo más importante era mantenerse en forma para poder realizar el trabajo que se había propuesto.

Recorría la zona céntrica, luego cruzaba el puente peatonal hacia el mercado, corría entre los puestos del lugar y luego salía hacia el puente histórico de la ciudad, ya de camino de regreso. Era siempre el mismo recorrido. Cuando llegaba de vuelta al café, éste ya se encontraba abierto y con una pequeña fila de personas esperando su orden.

Su orden estaba lista todos los días, no había cocina en el estudio, así que había negociado que le prepararan unos sandwiches todos los días, por lo que solo debía pasar trayendo una bolsa con su nombre en el recibidor y luego seguir con su vida. Cuando iba subiendo las escaleras hacia su estudio, ya llevaba en la boca su sándwich de desayuno, con media mordida. Abría la puerta con la mano libre y terminaba de tragar a grandes bocados aquella comida. Solía ducharse en la estación, pues el mismo estudio no tenía una bañera, a duras penas y tenía un baño mal equipado. Así que tomó su pequeña maleta, colocándosela en el hombro y volvió a salir, esta vez de camino a la estación. El resto del entrenamiento lo haría en la estación, con sus compañeros.

Benemérito |Junghope| EmisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora