Irina La Roja

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La tarde era larga pero el bosque de Üdith no dejaba pasar más que unos cuantos rayos de sol.
Irina había salido a recoger algunas bayas para Norra, pero había decidido divagar por el mágico bosque. Caminaba con los árboles más jóvenes, donde aún se sentía segura y podía escuchar la algarabía del reino a lo lejos. Vestía una camisa de lino y pantalones de franela cafés: su ropa de abuelo era sostenida por un chal de tela rojo lésbico. Su paseo por el "jardín botánico de Adriana" era ameno. Recogió una que otra trufa y cazó uno que otro roedor grande con su honda y piedras.
Irina recogió su cabello rubio hasta el cuello en una moña guerrera para poder practicar su puntería y su agilidad.
No era una mujer egoísta (era más bien comunista) . Era amable y de una sonrisa honesta, tenía un frunce tenaz, como de quien no se rinde fácilmente, y en las manos una que otra cicatriz de cortar árboles. Después de recoger un par de nueces secas para adorar a la Diosa de los textiles se encaminó de nuevo hacia el reino a través de la puerta del sur. Entró por el gran arco sureño que abría las puertas a una enorme ciudad medieval que se erigía alrededor de una singular y única montaña. Estaba encerrada entre muros,marchando observaba el ir y venir de personas que caminaban de un lado a otro en sus  tareas corrientes. Siguió a través de las angostas calles de piedra y hueso.
Sobre la montaña central, bien imponente se levantaba una masiva construcción de arcos,fuertes y contrafuertes,peldaños, balcones y burbujas de cristal. Un gran castillo construido por elfos,gigantes, grifos y alumnos de interiores de Üdith.
Irina iba a paso apresurado, con un piti en la boca y con la mirada hacia el frente.
Bailarines bailaban, vendedores vendían, guardias reales jodian la vida pero ella solo siguió su camino.

Norraren jatetxea ( El Restaurante de Norra en euskera, una lengua de orcos .)
Era una impresionante taberna que parecía hecha a punta de parches de Denim.Quedaba en una esquina de la plaza de Carrero Blanco, el primer astronauta del medioevo y sobresalía frente a la arquitectura clásica de madera y ladrillo de piedra. La casa de vaqueros tenía varias chimeneas que salían en diferentes direcciones con humo blanco con olor a sidra de Katxopo (un antiguo fruto mágico, no pregunten) .  Parecían crecerle habitaciones cuando la mirabas, y es que así era, veías como mágicamente  por la ventana quienes parecían naturalmente sentados se movían  y giraban en su propio eje , del suelo al techo y rebotando por  las paredes. Siempre abarrotado de gente, entre elfos, bestias, bárbaros y demás almas que se regocijaban entró Irina con una amplia sonrisa. Norra comandaba de diestra a siniestra a sus meseros cabra, intercediendo solo cuando alguien no le entendía algo a las antropomórficas cabras que se erguían en sus pezuñas. Norra chillaba antes de percatarse de la presencia de Irina.

—¡ Un momentico! ¡Que no te está hablando en Cabra, te está hablando en Euskera! — Exclamó Norra mientras organizaba su melena cobriza con un pañuelo blanco. —¡Y Esne, ponme a la Bad Gyal! — El bardo Esne empezó a tocar Chulo pt.3 versión Inquisidora.

Irina se acercó a su vieja amiga, y la saludó de sorpresa.

— ¡Norra!¿Qué tal? Te he traído tus nabos, cachopos frescos, croissants del monte, cuidado que aún muerden y poco más. — Norra se alegró de verle y le saludó de vuelta.

— Irina, pero un momento, ¿otra vez de viaje? ¿Cuándo vas a patronar? Roberto oye y ve todo.

— Maruca me protege. — ambas asintieron y se santificaron.

Irina era ferviente creedora de la diosa Maruca, hiladora de la vida y el tiempo. Norra por otro lado  hacía parte de la fe de Roberto, el inclemente: mucho más tenaz y ruda que la anterior .

Hablaron sobre sus tardes. Irina ayudó a escoltar a dos borrachas que causaban estragos en una de las salas móviles y se acomodaron a hablar en uno de tantos salones.
Los platos, la sidra y el Tinto De Primavera volaban de los barriles directos a sus copas.
Norra hablaba ya muy fuerte, todo el reino podría haberla escuchado de no ser por las paredes encantadas.Norra se puso seria.

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