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Song

Do re mi - Blackbear.

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Sus pupilas se incendiaron. Su apetito se incrementó y las ganas de follar dominaron su mente.

Embistió con rapidez en su interior empañando su agujero con su saliva. Era tan obscenamente delicioso que no le importó pensar en lo asqueroso que se veía. La manera en la que el chico gemía era tan condenadamente tierna que tendría que ser un pecado ser tan caliente y tierno.

Se comportaba tan sumisamente que por un momento se dignó a pensar que el chico era suyo.

Y cuándo lo volvió a escuchar gemir sintió que no podía más.

- Ah...ah....ah....si....dios....oh...sí.

Luciendo más que un primitivo volteó el cuerpo del chico en un movimiento rápido. Tomó un condón de su cajonera más cercana y lo colocó en su carne.

Con su mano derecha jaló una almohada para colocarla debajo de su cadera. Abrió sus piernas, se alineó a él y entró de golpe.

Los ojos de Aristóteles explotaron en llamas mientras que los de Temo comenzaron a alusinar.

Su carne se sentía tan bien siendo estrellada a la suya.

Si antes sus cuerpos se sentían calientes ahora podría decirse que se sentían cómo arder en la lava.

El éxtasis dominó el líbido de sus cuerpos explotando el límite más alto del placer.

El interior de Aristóteles se retorció ante la sensación que comenzaba a sentir gracias a su pequeño sueño húmedo. Su corazón bajo su pecho comenzaba a latir en descontrol mientras que su pecho subía y bajaba a una velocidad arrítmica que remarcaba su respiración.

Con su mano derecha tomó la sábana qué seguía adornando sus piernas arrugándola con fuerza en una acción de desahogo. La visión en sus sueños era clara. Tenía la imagen plasmada de unas piernas carnosas y muy bien contorneadas. Una cadera firme y tentadora que lo descontrolaba. Una cintura delineante que le quitaba el aire y unos glúteos esponjosos que se moldeaban perfectamente en sus manos.

Todo era una jugosa aventura que le volaba la cabeza.

En sus sueños apareció la figura del chico castaño moliéndose sobre su andar rozando sus miembros con anhelo. Derrochaba inocencia, y lujuria pura que lo hizo volverse loco y cuándo soñó a su mano azotándose contra la piel del trasero del chico una satisfactoria liberación lo asaltó despertándolo finalmente.

Estoy Caliente, ¿Me Ayudas? // Adaptación AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora