Capítulo 27

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Hubo un día particularmente hermoso en el que la puesta de sol fue hermosa. Como pintura roja sobre agua azul, el sol que desaparece utiliza todo el cielo como lienzo para dejar sus últimos restos. Este fue uno de esos días. Los colores del cielo eran lo suficientemente admirables como para retener mis pasos.

Siempre me quedaba en la biblioteca a altas horas de la noche, así que el cielo a esas horas era raro.

Puedo contar con una mano el número de veces que me he parado a contemplar una puesta de sol, aunque no es un espectáculo raro. He estado ocupado, he estado cansado, he estado desinteresado, he tenido muchas excusas triviales para no mirar, pero el cielo siempre me ha dado la oportunidad de contemplar su belleza. Quizá por eso mi admiración es tan profunda.

—Es hermoso.

Se oyó una breve exclamación a un lado. Shin se había detenido y miraba al cielo. Tenía la boca llena de restos de un pegajoso helado de palito. Le ofrecí uno, y lo masticó todo en tres bocados. Tiene los dientes fuertes. Sonreí con satisfacción y me metí en la boca el helado que había convertido en forma de luna.

Se deshizo el hielo fresco y dulce en la boca y bajé la mirada del cielo. Shin llevaba un rato observándome. Cuando de repente giré la cabeza hacia él, me di cuenta de que había habido muchas veces en las que él me había mirado primero. Esta comprensión se acumuló en mi interior como una deuda. Como cuando fui consciente de que había entrado en mi casa sin condiciones y había aceptado de buen grado la incomodidad y la estrechez de la cama.

—¿Qué pasa?

Sus ojos eran suaves mientras me miraba.

—La tienda de muebles donde trabaja mi compañero militar.

La ternura en los ojos de Shin desapareció al instante. La temperatura cayó en picado de repente, pero las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa.

—¿Por qué ahí?

—En realidad, había una razón por la que quería ir allí.

Tuve un impulso repentino de confesar. Sabía que no disminuiría la deuda que sentía hacia él, pero sentía que debía revelar un poco de mi vergüenza. Tal vez si lo hacía, le gustaría un poco. ¿Y si no le gustaba?

—Él estaba al tanto de mis preferencias. Así que de alguna manera llegué a revelar…

—¿Cómo lo sabe? Dijiste que nunca hablaste con él.

Preguntó sin perder el ritmo. ¿Es una enfermedad profesional de los ex-policías? No pude evitar mencionar a Cho Sung-gyun. Le expliqué brevemente, y cuando me miró, sus ojos se entrecerraron y murmuró en voz baja.

—....Dientes.

—¿Eh?

—Nada. ¿Entonces?

Entonces. De repente perdí el valor porque no parecía algo muy importante que decir después de pensar con dificultad. Aun así, abrí la boca, que estaba fuertemente cerrada a causa de la mirada que esperaba una respuesta.

—Le dije que necesitaba una cama para dos personas. Así que enseguida supo que tenía un amante viviendo conmigo.

No podía ver a Shin así que solo caminé mirando hacia adelante y hablé rápidamente.

—Así que quería ir contigo y presumir un poco.

La palabra presumir salió como un murmullo, así que no sé si lo escucho bien, pero no le miré para comprobarlo. En lugar de eso, me metí la cáscara de plástico en la boca para comerme el helado que aún estaba por la mitad.

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