I don't want to go to sleep yet

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Su pecho subía y bajaba con necesidad, el oxígeno pareciendo huir de sus constantes intentos de escoltarlo a sus pulmones

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Su pecho subía y bajaba con necesidad, el oxígeno pareciendo huir de sus constantes intentos de escoltarlo a sus pulmones. Jadeos escapaban sin remedio de sus labios, colgantes y abiertos, todavía sin dejar salir ni una sola palabra desde que el acto había comenzado. Los gimoteos suplicaban por ser escuchados, mas Tsukasa desde hace mucho que a su voz había renunciado.

Debía de retenerse a los instintos en los que alguna vez tan deliberadamente actuó, arraigándose a su propia orden interna. Rui nunca fue realmente ruidoso cada vez que tenían un encuentro como este, recio al trance. Se abstenía, irremediablemente, un mero "Tsukasa" siendo apenas audible antes de arrastrarse por su orgasmo, efímero y fantasmal.

Obvio siempre fue el porqué

Aquella relación se basaba única y exclusivamente en el más carnal de los placeres. Una amistad con beneficios nunca dejaría de tratarse de ello. Entonces, ¿por qué su pecho dolía incluso cuando Rui le proporcionaba su cálido tacto a su sensible cuerpo, protegiéndolo a su vez del lamento?

¿Por qué su corazón estrujaba dolor cada vez que veía sus ojos nublados en lujuria, y no genuino deseo? Tsukasa era solamente un cuerpo para él, una realidad que, para su desgracia, no se podía cambiar.

Y por más que lo odiase, fue él quien se sometió a la tortura de hacer perdurar este vínculo con tal de sentir una asquerosa migaja del amor del peli-violeta. Falso y tortuoso dulce amor jugando con su ser enamoradizo.

Apenas se encontraban en la segunda ronda de la noche y Tsukasa era ya capaz de experimentar la sensación de las lágrimas llenando por completo su vista sobrellevando el nudo en su vientre bajo. Limitándose a rogar y rezar, por más irónico que resultase durante el sexo, por que Rui solo piense que es rastro de la satisfacción que siente por su buen servicio en la cama.

Aunque lo que menos siente en tal preciso momento es satisfacción. Sus manos se aferran firmemente a la espalda desnuda del más alto, enterrando sus uñas en la piel ya marcada por la sesión previa. Así como no puede descifrar si la protesta que el contrario pronunció fue por gusto o dolor, espera que su rostro provoque similar incógnita: ceño fruncido, ojos húmedos, claramente iluminados por la luz nocturna procedente de la ventana al lado de la cama de Tsukasa.

Su único remedio es obstinarse al pecado que está cometiendo, distrayéndose de su monólogo interno. Es su merecido por querer a Rui todo para él mismo en vano durante el pasado. Las leyes de poseer un amigo con beneficio estaban dictadas antes del nacimiento del mundo y por estrictas que fueran, las había roto cuál criminal. Tsukasa se enamoró de Rui.

Lo que obtenía a cambio era una noche como ninguna otra. Lo pidió y lo obtuvo, no estaba en el derecho de llorar al respecto, no en su presencia.

—Más… —musitó, encontrando una función a sus labios paralizados. La lujuria siempre sería la perfecta excusa. Embriágate en su perfume de rosas, piérdete en su tacto y ríndete ante su cuerpo, sin importar lo que tu corazón dicte. En la noche serían amantes y a la mañana, amigos, todo sería olvidado y desechado de sus memorias; de la memoria del chico cerniéndose sobre él en su lecho.

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⏰ Última actualización: Jan 05 ⏰

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