Lydia Y Noa

3 0 0
                                    

-Noa, ¿puedo ser totalmente sincera contigo?- me preguntó, como si hubiera visto un fantasma ahí mismo

- Claro, pero no pongas esa cara que me asustas- respondí sin entender muy bien el contexto de la situación.

-Es que... N-no sé por qué estás conmigo, por qué te gusto yo -hizo énfasis en el "yo" y se señaló con las manos de arriba a abajo, como si quisiera que me fijase detalladamente en cada parte de su cuerpo.- con toooodos esos amigos que están enamorados de ti, -En eso exageraba, y lo sabía bien, pero lo había dicho a propósito para sonar más desesperada- vas y me eliges a mí.-

Había cierta nota de preocupación en su rostro, y ahí supe que iba en serio con la pregunta.

Me extrañó que alguien con esa confianza en sí misma dudara, aunque fuera por un segundo, de su valía. Lydia es la clase de persona que todo el mundo querría ser. No sé ni cómo explicarlo para que se entienda lo mucho que la admiro.

Además de su personalidad, que por supuesto destacaba, cada parte de ella era maravillosa y única. Podría perderme horas embobada contando cada una de sus pecas, admirando su sonrisa, perdiéndome en esos preciosos ojos café. Y sus hoyuelos, madre mía, ella los detestaba, pero solo la hacían más especial aún.

Nunca me cansaré de decirle lo perfecta que es en todos los sentidos.

Así que bueno, todo eso lo sentía de verdad, pero también creí que si se lo contaba tal cual, de golpe, tal vez se asustaría o algo parecido.

Me limité a una frase muy de Wattpad:

-Porque tú no eres ninguno de esos amigos. No eres Claudia, ni Eloy, ni siquiera Raúl. Porque cuando hablo de ti se me ilumina hasta el alma, y solo de pensarte empiezo a sonreír como una boba. Has conseguido dejarme sin palabras Lydia. Eres muy especial para mí, nunca dejes de brillar como solo tú sabes hacerlo.-

¡¿Qué coño había dicho!? No sé de dónde narices me saqué eso, y ni siquiera si venía muy al caso, pero es lo que me salió.

Me quedé pasmada, analizando la mierda que acababa de soltar por la boca. Su cara no era muy expresiva -como si estuviera procesando todo aquello con gran detenimiento- y la verdad no sabía qué pensar.

De un momento a otro una minúscula sonrisita asomó, tímida y reluciente en su rostro. Parecía satisfecha con aquella respuesta, y lo que vino a continuación lo aclaró bastante.

Su mano derecha se posó en mi cuello con delicadeza, como si temiera romperme, y con la izquierda comenzó a acariciarme el pelo haciendo pequeños círculos con los dedos.

A todo esto yo estaba un poco ausente todavía, con la mirada fija en la nada, y seguramente la cara de tonta que llevaba era para haberla visto.

Pasó rápido el shock, en cuanto se acercó a mí y noté su respiración más cerca, más agitada, más fuerte. Pegó su frente a la mía sin dejar de mirarnos los ojos ni por un instante, y al tiempo que nuestras narices chocaban, me besó. Fue algo suave al principio, y me exasperaba la lentitud con la que nuestros labios se juntaban, pero poco a poco fue ganando fuerza, intensidad, rapidez.

Al final me dejé llevar totalmente, y ella lo comprendió a la perfección.

Hasta el momento, las lenguas no habían tenido gran protagonismo, y de un momento a otro pasaron al primer plano.

Nuestras caderas se movían a la par, con el pulso acelerándose por momentos, y la razón más dispersa a cada segundo.

Nos compenetrábamos como si lleváramos ensayando el beso toda la vida, como si fuera para lo que habíamos nacido, para estar juntas.

Noté que empezaban a humedecerse las partes más sensibles de mi cuerpo, palpitaban y pedían más, pero por mucho que me gustara aquello, seguíamos en un banco, donde todo el mundo podía vernos.

No pretendíamos escondernos, eso está clarísimo, pero tampoco pensábamos hacerlo ahí mismo. Tenía claro que mi primera vez con ella iba a ser diferente; mágica... y quería que así fuese. Aunque... por otro lado... estaba preciosa esta noche, como siempre, pero esta vez tenía una chispa de vulnerabilidad, cosa que no había querido mostrar hasta ahora. Ya no era la Lydia fría y borde que no quería compartir sus emociones con naide. Ahora era la Lydia de Noa, mi Lydia.

Entre tanto pensamiento olvidé lo que estaba sucediendo, y ya me había desabrochado la mitad de la camisa.

Logré concentrarme y dejar a un lado el calentón lo suficiente para poder soltar con coherencia 15 palabras seguidas.

- L-Lydia...-

-Ajá- asintió sin ningún ánimo de prestarme la más mínima atención.

- Aquí no, ahora no. ¿No sabes que es un delito en la vía pública?-

Sé que no es lo mejor en un momento tan horny, de verdad esperé que la frasecita le bajara la temperatura de golpe, sin embargo, una vez más me sorprendió su respuesta.

- ¿Un lugar prohibido ehh?-

Joder, en otras circunstancias me habría dejado hacer de todo, lo juro.

Ese no era un buen sitio, y ella lo sabía tan bien como yo. Además de ser el pueblo de nuestros abuelos, y que cualquier viejo que asomara la cabeza por la ventana nos iba a ver, estaban los niños peques, mis amigos los enanos y nuestras hermanas de 14.

Me aparté un poco de ella por si reaccionaba, y pareció pillar la idea, porque dijo:

-Lo siento, en serio, es que...- No la dejé acabar y la besé otra vez. Fue rápido, unos dos segundos, pero bastó para darlo por terminado y que entendiera ella también a lo que me refería.

-No tienes que disculparte, te entiendo. Guárdate las ganas para cuando vengas a casa.-

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 02 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora