CAPÍTULO TRES.

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Una semana después, YeonJun llegó a una conclusión sorprendente: MinHyuk lo estaba evitando.

No había sido obvio al principio, pero después de unos días, YeonJun comenzó a notar que MinHyuk de repente tenía un asunto urgente que atender cada vez que YeonJun entraba en la habitación. Durante las comidas, apenas hablaba con YeonJun, prestando toda su atención a Woonnie y JongHo, diablos, incluso al tío, si estaba cerca. Era confuso. Y dolía. YeonJun no pudo evitar preguntarse si había algo desagradable en él. Tal vez no estuvo a la altura de los recuerdos que MinHyuk tenía de él. Quizás MinHyuk había esperado que se convirtiera en una persona diferente.

YeonJun era consciente de que no era muy... interesante. No era jovial y sarcástico como Woonnie. No era un geek y tiernamente torpe como JongHo. YeonJun era de genio apacible y más reservado que sus hermanos. La gente probablemente lo encontraría aburrido y poco interesante si no fuera por su apariencia física, era lo único que la gente parecía notar en él. Y a decir verdad, a veces YeonJun pensaba que era lo único interesante de él. Estaba acostumbrado a que la gente siempre comentara sobre su apariencia y nada más: había sido así desde su niñez. Cuando era un niño pequeño, la gente siempre lo arrullaba y comentaba que parecía un angelito, y YeonJun se había acostumbrado a ello. Woonnie a veces lo llamaba en broma vanidoso, pero YeonJun no lo consideraba vanidad. Era la simple verdad: a la gente le gustaba mirarlo, incluso si era lo único que les gustaba de él.

Tal vez por eso el hecho de que su nuevo hermano evitara mirarlo y lo evitara en general molestaba a YeonJun más de lo que debería. Quizás fue su vanidad de nuevo. Quizás debería superarlo. No tenía que ser el centro de atención todo el tiempo. Aún así, este era su hermano. Si incluso a su propio hermano no le agradaba o no quería pasar tiempo con él, ¿qué decía de él? Finalmente, después de una semana en la que MinHyuk apenas lo miraba, YeonJun había tenido suficiente.

Podría ser una persona relativamente apacible, pero incluso él
tenía sus límites.

—Quiero hablar contigo, —dijo YeonJun, entrando en la oficina de MinHyuk.

Los hombros de MinHyuk se tensaron levemente, sus ojos permanecieron en los documentos frente a él.

—Estoy bastante ocupado en este momento, —dijo sin mirarlo.

—¿Quizás más tarde?

—Más tarde, —repitió YeonJun rotundamente, cerrando la puerta detrás de él. —Tengo la sensación de que estarás ocupado con otra cosa más tarde.

Por fin, MinHyuk levantó la mirada, sus ojos inescrutables.

—No tengo idea de lo que estás hablando.

YeonJun sonrió sin humor.

—¿No es así? Me has estado evitando desde tu llegada, MinHyuk. ¿He... he hecho algo que te disgustó? —Odiaba lo pequeña que sonaba su voz. Incierto. No era él.

MinHyuk apartó la mirada por un momento antes de volver a mirarlo.

—No has hecho nada malo, —dijo con voz tranquila.

YeonJun estiró sus sentidos, tratando de medir las emociones de MinHyuk por su olor, pero fue difícil: su sentido del olfato no era tan bueno. Necesitaba acercarse.

Así que lo hizo. Se acercó al escritorio. MinHyuk parecía volverse más sombrío con cada paso que daba.

—¿Qué estás haciendo? —MinHyuk dijo, su mirada fija en él con cautela.

Se detuvo junto al escritorio de MinHyuk e inhaló con cuidado, permitiendo que su aroma llenara sus sentidos. El aroma del hombre, el aroma de alfa. YeonJun lo inhaló más profundamente, sintiéndose inexplicablemente mejor. Qué peculiar.

3. YeonJun y el ser o no ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora