Sudadera

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Entonces, ¿La sudadera es tuya o mía?

Lo último que dijiste fue que ahora era mía.
Pero claro,
Yo toda una testaruda,
No la acepte y tú sabías bien.

No porque no la quisiera
Pero estaba recién lavada.
Y si al final sería mía,
Ya no tendría algún recuerdo,
Pues ya no olería a ti.

En efecto, eso era lo que me frustraba.
No podía quedarmela.
No así.

Así que, lo siguiente que me dijiste era que el chiste era que oliera a mi.

Entonces solo así,
agarre mi perfume el cuál rocíe sobre la prenda y estuve esperando a que mi olor se mantuviera impregnado ahí.

Lo próximo que hiciste fue
Agarrarla,
Olerla,
Y decir que ahora olía a mí.

Después de ello...
Ví tu sonrisa,
Y pronto tu partida.

Ley De MurphyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora